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Hace 17 años, los sobrevientes de la masacre en Bojayá tuvieron que enterrar a sus seres queridos en fosas comunes por orden de la guerrilla que exigió desaparecer los cuerpos en el menor tiempo posible. | Foto: Unidad para las Víctimas,

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Bojayá: entre reclutamientos, confinamiento y desplazamiento forzado

Los habitantes del municipio chocoano, que el pasado lunes recibieron los 79 cuerpos identificados de la masacre de 2002, enviaron un mensaje al Gobierno y le pidieron al presidente Duque mayores acciones contra el ELN y los paramilitares que controlan el territorio.

18 de noviembre de 2019

La violencia sigue ensañándose contra Bojayá. Así lo denunciaron sus habitantes este domingo al velar los restos recién identificados de las víctimas de una masacre que dejó al menos 79 muertos hace 17 años. La comunidad de Bojayá, departamento del Chocó, alertó sobre "desplazamientos, confinamientos, masacres, torturas, desapariciones, reclutamientos, violaciones" que ocurren en su región, en una carta abierta dirigida al presidente Iván Duque.

Antes estos hechos "se percibe una actitud omisiva y complaciente con el accionar de los actores armados. De lo contrario, no se entendería cómo en el municipio de Bojayá, el control territorial lo ejercen el ELN y los grupos paramilitares", señalaron.

El texto, firmado por organizaciones afros, indígenas, campesinas y por la diócesis local, pide a Duque implementar el acuerdo de paz de 2016, que desarmó a la guerrilla Farc para garantizar los derechos de los grupos minoritarios. 

"Los actores armados hacen presencia en los centros poblados de las comunidades imponiendo control social, político, territorial y económico, desconociendo los reglamentos internos, la autonomía y sistemas de gobierno de las comunidades", agregaron.

El representante en Colombia de la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Alberto Brunori, pidió al Estado "responder al llamado de las comunidades" ante las agresiones de los actores armados. "Animamos al Estado colombiano a mantener esta dinámica con el pueblo Bojayaceño, que hoy necesita protección frente a los retos que imponen nuevos actores armados ilegales que están en el territorio", dijo Brunori durante la ceremonia de despedida de los difuntos.

Bojayá fue el epicentro de una de las peores matanzas del conflicto armado colombiano. El 2 de mayo de 2002 fallecieron al menos 79 civiles, incluidos 45 niños de la comunidad, cuando un cilindro bomba lanzado por las Farc contra paramilitares impactó la iglesia donde la población se refugiaba de los combates.

Los restos de las 79 víctimas, que recién pudieron ser identificados plenamente, fueron entregados el lunes pasado a las familias después de ser exhumados en 2017. Tras ocho días de ritos fúnebres, este lunes culminará el último adiós a los muertos de Bojayá con un entierro colectivo.

Aunque las Farc dejaron las armas y se transformaron en partido y el grueso de los paramilitares se desmovilizaron en 2006, el conflicto colombiano sigue vivo, alimentado por los recursos del narcotráfico, que afectan a departamentos como Chocó, el más pobre del país y de mayoría negra e indígena.

"Ni una gota de sangre más en Bojayá"

Hace 17 años, los sobrevivientes de la masacre en Bojayá tuvieron que enterrar a sus seres queridos en fosas comunes por orden de la guerrilla, que exigió desaparecer los cuerpos en el menor tiempo posible. Las víctimas no fueron identificadas y quedaron sepultadas en el cementerio sin que sus familias pudieran hacerles una despedida digna.

El pasado 11 de noviembre de 2019, y durante una semana, ese anhelado deseo se cumplió después de todo. La Unidad para las Víctimas y el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos lideraron el traslado de los cofres con los cuerpos de las 79 víctimas de la violenta tragedia en la que murieron, en la iglesia de Bellavista, el 2 de mayo de 2002.

Un adiós digno

Este lunes, con alabaos, rezos y gualíes, el pueblo que lleva 17 años esperando que a su territorio llegue la paz se despedirá de sus familiares muertos en la masacre. Los sobrevivientes a la tragedia no pudieron contener las lágrimas al ver los cofres puestos en el suelo. Uno a uno levantó cada cajón para llevarlos a la Iglesia San Pablo Apóstol, ya reconstruida, donde se resguardaron las 79 personas ese día de combates entre las Farc y los paramilitares. Al llegar al recinto sagrado, que sigue en pie entre las ruinas que dejó la masacre, los familiares repetían en coro "ni una gota de sangre más en Bojayá".

Con información de AFP...