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| Foto: Archivo particular

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El misterio sobre el secuestro de la sobrina nieta de García Marquez

Melisa Martínez García desapareció el pasado 23 de agosto de Santa Marta. Aunque su familia y las autoridades coinciden en que es un secuestro económico, sus captores no se han comunicado para hacer ninguna exigencia. Testimonios y otros casos anteriores indican que su intención sería entregársela al ELN.

14 de septiembre de 2018

En el corregimiento samario de Minca, en las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta, fue hallada el pasado 24 de agosto una camioneta abandonada, en la que viajaba Melisa Martínez García, de 33 años, cuya ausencia fue denunciada por su familia cuatro días antes, cuando regresaba a su casa en Santa Marta desde su trabajo, en el cercano municipio de Zona Bananera (Magdalena).

Inicialmente, según medios locales, su caso fue visto como una ‘desaparición transitoria’ para las autoridades locales hasta que el presidente Iván Duque, el domingo 26 de agosto, día de la consulta anticorrupción, retrasó dos horas su votación para atender personalmente el caso y ordenar a un equipo especial del Gaula de la Policía Nacional, encabezado por el general Fernando Murillo, que tomara el caso.

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La joven profesional, que estudió diseño gráfico en la Universidad Autónoma del Caribe, halló su verdadera vocación en el campo y por ello se dedica a administrar una finca bananera familiar que levantó con la supervisión de su papá de crianza, Miguel Lamus, a quien visitaba dos o tres veces a la semana. Es nieta de Jaime García Márquez, hermano de Gabriel, el nobel de Literatura. Su tía, Shanni García, la describe como una mujer reservada, silenciosa, de pocos pero buenos amigos y amante de los viajes, la naturaleza y su perra Malú.

Las autoridades le han manifestado a la familia que Melisa se encuentra en manos de delincuentes comunes, que las investigaciones siguen su curso y que está en pie la recompensa de 50 millones de pesos para quien de pistas de su paradero. “Nosotros lo que necesitamos son resultados”, dice su tía a casi 20 días de su rapto, que tiene sumida a su hogar en la incertidumbre.

Lamus, quien se considera también en un limbo, habló con SEMANA. “Para sus padres, ella es nuestra mano derecha. La vida nos ha cambiado, no es lo mismo sin ella en la casa. Sus hermanos están destrozados, así como su mamá. Es ver cómo se llevan una persona de tu lado sin causa natural”.



Este ingeniero agrónomo, que trabaja con una empresa bananera a la que dice dedicar el 90% de su tiempo, coincide con las autoridades en que se trata de un secuestro extorsivo, pese a que los captores aún no se han contactado ni han hecho llegar demanda alguna, lo que -consideran- no ha sucedido por cuenta del operativo que está en marcha.

Lemus agregó que nunca recibieron una llamada de amenaza o de extorsión y que no se le ocurre quien podría actuar contra Melisa: “Con los empleados de la finca, ella ha sido una mujer de buen trato y una dulzura propia de su juventud. En el análisis de estas cosas, consideramos que este rapto tiene un propósito económico”.

“Gaula, Ejército y Policía han estado muy pendientes del caso y creemos en lo que hacen. En La Guajira hubo recientemente dos secuestros que gracias a las autoridades llegaron a buen término. Eso esperamos para nosotros también”, añadió.

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Pistas

Las autoridades han guardado hermetismo sobre el tema y sostienen que están trabajando sobre el terreno y que esperan pronto tener resultados. Sin embargo, se cree que los captores de Melisa la llevaron a la Sierra Nevada, un lugar con una agreste geografía y que, si bien es refugio de varias comunidades indígenas, también lo es de bandas criminales apropiadas de rutas para el tráfico de narcóticos, armas y contrabando, entre otros, pese a la presencia de un batallón de alta montaña. Este factor de ubicación complica exponencialmente cualquier rescate.

No obstante, testigos han dado indicios de los movimientos de Melisa. En grabaciones a las que tuvo acceso SEMANA, un hombre señaló a su interlocutor el pasado 7 de septiembre que han divisado a Melisa y a sus captores cuatro días atrás en el sitio Tetapola, cerca de la vereda samaria de Machete Pelao, corregimiento de Guachaca.

“La muchacha está bien, pero parecen estar muy preocupados por los operativos”, dice la voz, que explica que van montaña arriba y que quienes la llevan son reconocidos como integrantes de la banda ‘los Pachenca’, conocida por manejar rutas de narcotráfico y contrabando de gasolina en la región, y que el secuestro sería solo un negocio mas en su ‘portafolio’.

En otra conversación del 11 de septiembre, la misma fuente señala que la mujer fue movida de la zona y que se e encontraría en camino por la ruta a la serranía del Perijá, en la frontera con Venezuela, donde “se encuentra el campamento madre del Eln”. Allí la entregarían a ese grupo guerrillero en lo que parece ser un ya establecido modus operandi.

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Esta versión se encuentra entre las que analizan las autoridades y explicaría por qué no hay aún un llamado con demandas concretas para liberar a la mujer, pues los delincuentes -que seguramente no esperaban la fuerte reacción de las autoridades- lo que buscarían es ‘vender‘ a su víctima a la guerrilla, que luego cerraría la oprobiosa operación.

De hecho, en los últimos años, hay reportes de varias víctmas de secuestro desde 2012, entre ellas Orlando Jaraba del Castillo (aún secuestrado), José Alberto Sánchez (aún secuestrado), Rafael Jaraba Ternera (aún secuestrado) y Carlos Pérez Nuñez (liberado, sus captores fueron capturados y por cuenta de una juez también libres).