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La bancada del Centro Democrático replica en más de un aspecto a su líder, el expresidente y hoy senador Uribe. Son disciplinados, puntuales, coordinados, manejan mensajes similares y viven en función opositora. | Foto: Carlos Julio Martínez

POLÍTICA

El primer año del Centro Democrático

La mayor fuerza opositora en el Congreso ha sido disciplinada, estudiosa y con buena comunicación pero incapaz de frenar la agenda del gobierno.

6 de junio de 2015

La irrupción del Centro Democrático al escenario político nacional fue uno de los fenómenos más destacados de 2014. La bancada de 39 congresistas llegó en julio pasado al Legislativo convertida en la primera fuerza política de oposición al gobierno Santos y liderada por el expresidente Álvaro Uribe. Las expectativas eran altas: ¿Cómo el bloque uribista, considerado el más crítico del proceso de negociación con las FARC, se comportaría en un Congreso calificado como el encargado de “legislar la paz”?

Desde que se conocieron los resultados de las elecciones parlamentarias en marzo pasado quedó claro que la nueva oposición a la derecha del espectro no podría derrotar a las mayorías santistas. Con 20 miembros de 102 en el Senado y 19 de 165 en la Cámara baja, las posibilidades de los uribistas de impulsar con éxito sus iniciativas legislativas eran nulas. Ni siquiera el regreso de Uribe, el primer expresidente en décadas en recuperar un escaño en el Capitolio tras pasar por la Casa de Nariño, salvó a su bancada de un balance pobre en cuanto a proyectos aprobados.

Los uribistas llegaron el primer día de la legislatura a las secretarías del Congreso a presentar en un solo viaje 14 iniciativas. Cuatro de acto legislativo y diez proyectos de ley en temas tan variados como la creación de un fondo al ingreso mínimo y bono pensional para niños, medidas de protección a productores agrícolas, fortalecimiento de la educación y mejoras a las instituciones prestadoras de salud, prima de vivienda, reforma al sistema general de regalías, fuero penal militar e incluso una reforma alternativa a la justicia.

Casi un año después, todos los actos legislativos terminaron hundidos, dos proyectos de ley aprobados en primer debate y el resto siguen pendiente de trámite. Lo más probable es que ya sean aplazados para la próxima legislatura, dadas las prioridades de la agenda del gobierno. Durante 2015 el Centro Democrático ha radicado cinco proyectos, entre ellos uno sobre el cobro excesivo al impuesto predial, otro sobre cesantías para la educación y beneficios para militares y policías presos. Que estas iniciativas repitan el destino de las presentadas el año pasado es muy probable.

Sería injusto evaluar el primer año del partido más joven del Congreso, fundado oficialmente cinco días antes del inicio de la legislatura, con base en la tasa de proyectos de ley aprobados. Cualquiera que conoce el Legislativo sabe que trabajar duro y estudiar los temas no es garantía alguna de que los textos avancen en el trámite parlamentario. A pesar de lo anterior, los uribistas se han caracterizado desde su llegada por la disciplina y la preparación. En esto la bancada replica las características personales de su máximo líder: el expresidente Uribe. “Tenemos menos de un año de existencia y nos posicionamos ante la opinión pública como un partido disciplinado, responsable y estudioso, enriquecedor en los debates y con argumentos serios”, afirma la senadora Paloma Valencia.

El actual balance de fuerzas del Congreso, que favorece a la Unidad Nacional, limita mucho el ejercicio de la oposición al control político. La senadora Valencia protagonizó uno de los debates de control más destacados de la bancada uribista en su primer año donde denunció irregularidades en las elecciones de 2014. El Centro Democrático también se unió con otros bloques en contra del gobierno como en el caso de la venta de Isagén. La principal figura del partido, el expresidente y hoy senador Uribe, fue él mismo sujeto de un debate de control sobre el paramilitarismo impulsado por el senador Iván Cepeda del Polo Democrático. El pulso Cepeda-Uribe fue uno de los momentos más álgidos de la legislatura que acaba en unos días.

Los congresistas del Centro Democrático no solo replican a su líder en hábitos y discurso sino también en las estrategias de contacto con la ciudadanía. La bancada uribista se ha dividido el país para resucitar los famosos consejos comunitarios de los tiempos del gobierno Uribe que ahora llaman talleres democráticos. Estos encuentros regionales fueron la espina dorsal de la construcción inicial del partido uribista, de la campaña al Congreso y la presidencial de Óscar Iván Zuluaga, y ahora de los parlamentarios y de las próximas elecciones locales de octubre.

Las comunicaciones son otro filón que el Centro Democrático ha aprovechado para compensar la condición de minoría opositora en el Congreso y para diseminar sus tesis políticas. Siguiendo la vena mediática que caracteriza al exmandatario, la bancada opositora ha usado las redes sociales para criticar constantemente al gobierno y al proceso de paz. Los 3,83 millones de seguidores del senador Uribe casi equiparan los 3,86 millones del presidente Santos mientras que los 143.000 seguidores de la cuenta oficial del Centro Democrático duplican a las de los tres partidos de la Unidad Nacional sumados. Con carteles con mensajes como “Soy opositor no criminal” en los escaños del Congreso, un manejo inteligente de hashtags y una intensa actividad en redes sociales, la huella uribista en el debate del mundo electrónico crece.

Esta coordinada estrategia ha convertido a los congresistas uribistas en invitados permanentes en los más influyentes programas de opinión de radio y televisión del país. Sin mayor trayectoria política y con un bajo nivel de reconocimiento, senadores como Paloma Valencia, Iván Duque y Ernesto Macías han construido vocerías creíbles de las ideas uribistas junto a otros parlamentarios con más experiencia como José Obdulio Gaviria y Alfredo Rangel. Este fenómeno se repite con otros senadores y representantes a la Cámara con los medios de comunicación a nivel regional.

La llegada del uribismo al Congreso creó una situación inédita: dos bloques opositores al gobierno a izquierda y derecha del espectro político. El Polo y el Centro Democrático se diferencian tanto en sus ideas como en la forma como ejercen su rol opositor. “No creo que el uribismo opaque al Polo. Mientras nosotros somos una oposición al sistema, la de Centro Democrático es una oposición al gobierno”, aclara el senador amarillo Iván Cepeda. Para su copartidario el senador Jorge Robledo, la más reconocida figura opositora desde la izquierda, “los medios de comunicación han intentado reemplazar la oposición del Polo por la del Centro Democrático. Es muy cómodo para el establecimiento que la oposición a resaltar sea la del uribismo”.

Tras un año de legislatura el balance de la bancada de Álvaro Uribe ha sido más fructífero afuera del recinto del Congreso que adentro. Más que por sus iniciativas legislativas, sus debates de control político o sus derrotas a la agenda del gobierno, los 39 uribistas han dejado huella por sus mensajes críticos a la paz, la economía, la reforma tributaria, la seguridad y la ‘mermelada’. “Este fue un año de grandes aprendizajes y de posicionarnos como la bancada más disciplinada”, concluye el senador Iván Duque.

Una disciplina comunicativa que enfrenta su mayor desafío en las próximas elecciones regionales de octubre. Si el primer año del uribismo se caracterizó por la comunicación y la coherencia en las tesis, el segundo dependerá del reclutamiento de candidatos a gobernaciones y alcaldías con posibilidades de victoria. No es lo mismo conseguir votos con Uribe en el tarjetón en una elección nacional, que sin él en medio de los pulsos locales.