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Gracias al guiño de Uribe y Duque, y su capacidad para replicar los mensajes uribistas, Macías es el nuevo presidente del Congreso.

POLÍTICA

Ernesto Macías, el otro presidente

Sin grandes reconocimientos y una corta experiencia política, llegó a la presidencia del Congreso. Su lealtad por el uribismo lo llevó a obtener la dignidad más importante del Capitolio.

28 de julio de 2018

El 20 de julio se posesionó Ernesto Macías como presidente del nuevo Congreso. Excepto su firma en 77 proyectos de ley y varias citaciones, sus colegas no recuerdan ningún debate de control político de su autoría, ni ninguna intervención sobresaliente a pesar de estar en la oposición. Reconocen, desde todas las orillas, que la llegada del huilense a la dignidad más alta del Congreso fue posible gracias a su lealtad con Álvaro Uribe, de quien fue jefe de prensa.

Su candidatura cogió vuelo después de que Uribe rechazó esa posibilidad. En ese momento, Macías quedó en la baraja junto a sus colegas María del Rosario Guerra y Paola Holguín. La primera renunció a su candidatura para adherirse a la de Holguín, y esta última declinó el mismo 20 de julio argumentando “imposibilidad de consenso dentro del partido”.

Con esa decisión, y con el apoyo de Uribe y de Duque, la llegada a la presidencia de Macías quedó pavimentada. La U y Cambio Radical trataron de imponer a Germán Varón con el apoyo de la oposición, pero a última hora parte de La U resolvió irse con el gobierno. Siguiendo la tradición de que el partido más votado en el Senado preside el primer año, Macías –del Centro Democrático– fue elegido con 83 votos.

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Macías no llega con la mejor imagen entre los senadores, incluso entre los del Centro Democrático. Muchos aseguran que hubieran preferido a María del Rosario Guerra por su experiencia y credibilidad o a Paola Holguín por sus intervenciones. Pero ellas dos comenzaron la campaña tarde y Macías les tomó la delantera. Ganó adeptos mostrando su cercanía con Uribe y se movió como pez en el agua en su partido, entre sectores conservadores, el Mira, y algunos liberales y los miembros de La U que terminaron armándole la mayoría.

Macías comenzó su carrera como alcalde de Altamira, concejal de Garzón y gobernador del Huila, pero lo catapultó haberse convertido en el gerente departamental de la primera campaña uribista a la presidencia. Posteriormente, fue asesor de la entonces ministra de Comunicaciones, María del Rosario Guerra, y miembro de la Comisión de Televisión. En 2008 se graduó como periodista en la Universidad Cooperativa de Bogotá.

Después de que Uribe dejó el poder, fue asesor de Luis Enrique Dussán, representante liberal y hasta hace poco presidente del Banco Agrario. También apoyó ocasionalmente al expresidente en relacionamiento con los periodistas.

Claudia López aseguró que Macías es “sectario, vulgar y machista”. El equipo del senador ha tratado de descalificar esa afirmación y otras que lo señalan de “básico”, argumentando que son visiones de clase y que el 20 de julio quedó demostrado que se opone a la vulgaridad.

En 2014, cuando Uribe se estrenó como senador, metió a Macías en el puesto 18 de la lista cerrada del Centro Democrático, lo cual le aseguró una curul. Si bien en sus primeros cuatro años no se destacó por su labor legislativa, lo hizo por ser implacable con los acuerdos de paz y por apropiarse del discurso uribista a tal punto que en el último periodo fue vocero del partido. No es la primera vez que Uribe incluye en su lista al Senado a alguien de su equipo de comunicaciones. En 2018 lo hizo con Ruby Chagüi, quien fue su mano derecha como senador en ese tema y el pasado marzo salió elegida.

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Macías no ha tenido escándalos, pero su lenguaje crudo y básico los ha provocado. Sus compañeros de Senado lo recuerdan por el exagerado trino que escribió en diciembre de 2016, justo después de la firma definitiva de los acuerdos de paz: “Cercanos a Santos afirman que él estaría pensando en suspender elecciones del 2018, para permitir el ‘gobierno de transición’ de Timochenko”. Esa fue tan solo alguna de las frases incendiarias con las que buscó alentar al uribismo, y a parte de los ciudadanos que le dieron casi 40.000 votos, la mayoría en su departamento, en donde también hizo un trabajo por el No. Frente al llamado a indagatoria de la corte a Álvaro Uribe, Macías trinó que la Justicia “especuló”.

Claudia López aseguró que Macías es “sectario, vulgar y machista”. El equipo del senador ha tratado de descalificar esa afirmación y otras que lo señalan de “básico”, argumentando que son visiones de clase y que el 20 de julio quedó demostrado que se opone a la vulgaridad. Ese día, Antanas Mockus se bajó los pantalones en el Capitolio reclamando silencio de sus colegas. Macías fue el primero en anunciar que llevaría a la Comisión de Ética del Congreso el caso para estudiar una eventual suspensión del exalcalde.

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El llamado a indagatoria a Uribe lo distrajo de ese proceso e incluso lo llevó a viajar a Rionegro, a finales de la semana pasada, para discutir con el expresidente temas relacionados con la carta de renuncia que este presentó al Senado.

En el próximo año, Macías tiene el reto de garantizar el apoyo a la agenda de gobierno en un Congreso diverso, pero también de darle garantías a una oposición que, hasta ahora, promete estar unida. Para eso tendrá que evidenciar si tiene vuelo propio. Lo cual pasa por dejar en claro que, ante la plenaria, él puede ser el jefe.