Home

Nación

Artículo

| Foto: Montaje Semana

NACIÓN

¿La Presidencia en la mira?

No sólo el exsecretario general de la Casa de Nariño fue blanco de la inteligencia militar. Altos funcionarios de la DNI, la entidad que reemplazó al DAS y depende del presidente, también están en las listas

3 de mayo de 2020

Dentro de los más de 130 perfiles que la inteligencia y contra inteligencia militar elaboró como parte de un espionaje masivo revelado por SEMANA hay algunos que dejan serios interrogantes sobre quién y para qué los ordenaron. Se trata de los perfilamientos y carpetas sobre funcionarios de la propia Casa de Nariño y la Dirección Nacional de Inteligencia -DNI- , organismo de inteligencia que responde7 directamente al Presidente de la República.

 Como lo contó esta revista uno de ellos fue el ex secretario general de la Presidencia, Jorge Mario Eastman, cuyos contactos, amigos y familia, entre muchos otros datos, hacen parte de dossier que los militares elaboraron sobre él. "Buscar información privilegiada de la persona que goza de la mayor confianza del presidente. Esa intención de hacerle un seguimiento ilegal al secretario general de la Presidencia, es la intención de obtener información ilegal del propio presidente de la República", le dijo Eastman a Noticias Caracol, desde el Vaticano, en donde ocupa el cargo de embajador de Colombia ante la Santa Sede. 

“Nos parece también muy grave que se haya hecho un perfilamiento del doctor Jorge Mario Eastman, quien para ese momento se desempeñaba como Secretario General de la Presidencia. Es de extrema gravedad que estas acciones hayan llegado hasta la Casa de Nariño o al mismo despacho del señor Presidente de la República”, dijo el ministro de defensa Carlos Holmes Trujillo, sobre ese caso en particular.

Las sospechas del ex secretario general de la Casa de Nariño podrían tener algo de fundamento ya que él no fue el único funcionario clave que fue objeto de espionaje por parte de los militares. Irónicamente un militar también hace parte de esos ‘trabajos especiales’, como llamaron a esas actividades irregulares sus compañeros del Ejército que las realizaron. Se trata del coronel retirado de esa institución Vicente Sarmiento, quien actualmente es asesor del Alto Comisionado para la Paz, Miguel Ceballos, otro de los hombres cercanos al presidente.

Sarmiento nació en San Vicente de Chucurí, Santander. En sus primeros años en las filas hizo parte de la Brigada Móvil 2 en el Batallón de Contraguerrillas 4, en Antioquia. También como Teniente Coronel desempeñó como comandante de la Central de Inteligencia Militar - Regional 3 con sede en Bucaramanga. En 2014 hizo parte de los militares que viajaron a La Habana, Cuba, como parte del equipo asesor de los negociadores del gobierno con las Farc. Su experiencia en estos temas fue la que lo llevó a que la administración Duque lo llamara para formar parte del equipo de Ceballos. 

Escuche el pódcast sobre el espionaje del Ejército a más de 130 personas en Colombia

Fuera de estos casos, sin duda alguna no deja de ser llamativo que la inteligencia militar haya espiado a otra agencia de inteligencia como lo es la DNI. Dentro de esos perfilamientos aparece uno de los más altos funcionarios de esa entidad, encargada de ser los ojos y oídos del presidente en diferentes temas estratégicos. Por su cargo, ese funcionario tenía contacto permanente con el director de esa agencia, el vice almirante retirado Rodolfo Amaya Kerquelen, quien a su vez mantiene contacto directo y seguido con primer mandatario y altos funcionarios del gobierno. Justamente otro de los “perfilados” fue su hermano, el mayor general Juan Pablo Amaya, quien se retiró hace pocos meses y estuvo dentro de la lista de los fuertes candidatos para ser el nuevo comandante del Ejército en reemplazo del general Nicacio Martínez.

Espiar a la agencia encargada de espiar, así como a los hombres fuertes de la Casa de Nariño, claramente no es un asunto que se les ocurre a oficiales subalternos y de rangos bajos. Incluso tampoco es un paso que fácilmente tome un general por iniciativa propia sin el conocimiento del comandante de su fuerza, pues los riesgos en caso de ser descubiertos son enormes. Determinar quién y para qué ordenó meterse al corazón de la Presidencia y seguir a sus funcionarios es una de las grandes preguntas que deja este escándalo que ya le costó la carrera a 11 oficiales, pero del que aún queda mucha tela por cortar.