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ENTREVISTA

“La Misión Electoral no debería arrasar con la institucionalidad”

Después de las críticas que recibió su informe preliminar, la Misión Especial Electoral creada por el acuerdo de paz entregará las recomendaciones para reformar el sistema. En exclusiva con SEMANA, el registrador Juan Carlos Galindo presenta sus observaciones.

15 de abril de 2017

SEMANA: ¿Cómo recibió las recomendaciones de la MEE a finales de marzo?

JUAN CARLOS GALINDO: Los miembros de la MEE partieron del supuesto de que la democracia se mejora cambiando la arquitectura institucional, que, en términos de organización de procesos electorales, para ellos supone eliminar la Registraduría y crear una nueva entidad que denominan Consejo Electoral Colombiano. Este Consejo simultáneamente asumiría las funciones de la Registraduría y del Consejo Nacional Electoral que hoy existe. Para arrancar, esa propuesta me parece inadecuada. Organizar las elecciones requiere de toda la neutralidad e independencia del caso, y esa tarea de la Registraduría no debe mezclarse con la función de fiscalización de movimientos y partidos políticos y de campañas, que actualmente tiene el Consejo Nacional Electoral. Tampoco me gustó la idea de que la nueva entidad que propone la Misión esté dirigida por cinco personas porque la organización electoral lo que requiere es un gerente.

SEMANA: Frente a la idea concreta de eliminar la Registraduría, ¿qué opina?

J.C.G.: La Registraduría tiene debilidades en las que estamos trabajando, pero no por ello hay que arrasarla. Esta institución lleva 68 años haciendo elecciones en el país, hemos llevado a cabo más de 1.271 elecciones en toda su historia y hemos sido reconocidos a nivel internacional por la preparación y realización de procesos electorales. Somos una de las entidades con mayor independencia, lo cual no fue reconocido por la Misión. Es más, los expertos propusieron que el nuevo Consejo Electoral esté dirigido por cinco personas a partir de ternas que presentaría el presidente y votaría la Cámara. Un proceso como ese, político, sí afectaría la independencia de la autoridad electoral.

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SEMANA: Desde su experiencia práctica, ¿cuál debe ser el espíritu que guíe esa transformación del sistema electoral?

J.C.G.: Entiendo que la Misión hasta ahora ha dado ideas preliminares. Por eso, no quiero descalificarla. Sin embargo, quiero llamar la atención en que los verdaderos problemas del sistema electoral colombiano no están solo en la institucionalidad electoral que hoy existe. Para hacerles frente a los delitos electorales se requiere un trabajo de todas las autoridades de control, de los partidos y movimientos políticos y de la sociedad en general. Y en cuanto a la Misión, no debe limitarse a arrasar con la institucionalidad.

SEMANA: Según usted, ¿en dónde están los principales problemas del sistema electoral?

J.C.G.: Primero, en la financiación de las campañas. Quienes hacen política aseguran que una campaña a Senado puede estar costando 15.000 millones de pesos y una a la Cámara 5.000 millones. Es absurdo que una campaña cueste tanto dinero y que no haya mecanismos eficientes y oportunos de control de los recursos que entran. Segundo, en la compraventa de votos y el trasteo de electores. Tercero, en la abstención. Cuarto, en la existencia de un Código Electoral anticuado. Y quinto, en el sistema de voto preferente que no permite la cohesión partidista. Temas como la financiación ilegal y la compraventa de votos exigen ir más allá de la actuación de la Registraduría y necesitan el apoyo de la Fiscalía y la Procuraduría.

SEMANA: La Misión Electoral planteó una regulación más precisa en la financiación de las campañas. ¿Cómo vio esa recomendación?

J.C.G.: El tema de financiación de las campañas no pasa solo por definir si esta es pública, privada o mixta como propone la Misión, sino por contar con la capacidad institucional de determinar cuándo se sobrepasan los topes o no, y cuándo entra plata por debajo a las campañas. Necesitamos trabajar con otras entidades en seguirle la pista a la plata que se gastan los candidatos. En México, por ejemplo, hay un sistema que se está implementado desde hace un año y es un control en tiempo real con supervisores en todo el país que llevan registros de las vallas, cuñas, avisos y gastos de las campañas. En Colombia hay un sistema que se llama Cuentas Claras, que busca hacerle seguimiento a la contabilidad de las campañas, pero que está basado en lo que ellas registran. Estamos trabajando con la Procuraduría, la Contraloría y la Fiscalía, en unir esfuerzos para, de cara a las elecciones de 2018, lograr algunos controles. A mediano plazo y para hacerle contrapeso a la financiación ilegal, a ese esfuerzo también debe unirse la Uiaf (Unidad de Investigación y Análisis Financiero).

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SEMANA: ¿Cómo ve la propuesta de la Misión de ampliar el tamaño de la Cámara?

J.C.G.: La Misión planteó ampliar en 34 el número de representantes y crear circunscripciones uninominales para darles representación a zonas tradicionalmente excluidas del poder. Esto genera controversia por los costos que tendría y el impacto que significaría en la actividad del Congreso. Más aún si se considera que habrá circunscripciones de paz para las Farc. Pero insisto, los problemasde nuestra democracia, más que en las instituciones, están en la financiación de las campañas, el clientelismo y la abstención. ¿Cómo es que este último tema, por ejemplo, ni siquiera mereció un bloque de recomendaciones por parte de la Misión?

SEMANA: ¿Qué hacer con la compraventa de votos?

J.C.G.: En las últimas elecciones, en ese tema ya se han visto actuaciones eficaces de la Fiscalía. En varios lugares se detuvieron personas con dinero en efectivo y con mercados. Incluso, para las elecciones atípicas de La Guajira, al mes o mes y medio de haber sido elegido el nuevo gobernador lo llamaron a juicio por interceptaciones telefónicas que daban cuenta de una presunta compraventa de votos. Eso lo que demuestra es que si hay acciones de control, habrá resultado.

SEMANA: En el caso de la Registraduría, ¿qué temas hay por solucionar?

J.C.G.: Soy el primero en reconocer las debilidades que tiene la Registraduría. Me reuní con la Misión en el mes de febrero y les hice una exposición de cómo veía la organización electoral, especialmente la Registraduría. En esa reunión les expresé que la primera debilidad es que tenemos una estructura orgánica que viene del Frente Nacional, cuando había alternación en el poder y paridad partidista. En la entidad todavía tenemos dos delegados departamentales del registrador, tenemos dos registradores especiales, ya obviamente sin el tinte político del bipartidismo, en una estructura que no se ajusta a las necesidades del panorama actual. De otra parte, tampoco hemos podido poner a andar la carrera administrativa por falta de recursos. A nivel regional tenemos unas Registradurías con un presupuesto lamentable, lo cual hace difícil la articulación con la sede central. Estamos trabajando en una recomposición administrativa para mejorar este último aspecto.

SEMANA: En síntesis, ¿qué mensaje le envía a la Misión Electoral antes de que entregue sus recomendaciones esta semana?

J.C.G.: Aunque están terminando sus recomendaciones, creo que la Misión debe plantear temas prácticos a partir de diagnósticos concretos. La historia reciente de la política en Colombia demuestra que sin controles a la financiación de las campañas, sin talanqueras a la abstención y al clientelismo y sin una mirada al funcionamiento de los partidos, las soluciones se quedarán en arreglos institucionales y no cambiarán el fondo. Respeto el carácter académico de la mayoría de los miembros de la Misión, pero repito: en el día a día de nuestra democracia, en esos aspectos se concentra la mayoría de problemas.