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Chucho Mercancía tiene su retaguardia en la agreste geografía de la Sierra, donde sus hombres controlan antiguas rutas de las AUC.

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La banda que aterroriza la Sierra Nevada

Los Pachenca, comandados por Chucho Mercancía, dominan desde 2013 el narcotráfico y las extorsiones en Santa Marta. Pese a sonados golpes, aún son el azote de la región.

13 de octubre de 2018

En una gigantesca operación realizada en abril de 2012, comandos Jungla de la Policía detuvieron por orden presidencial a Jesús María Aguirre (Chucho Mercancía), uno de los más sanguinarios cabecillas del Clan del Golfo. Cayó en las escarpadas lomas del corregimiento de Machete Pelado, en pleno Parque Tayrona (Magdalena). Lo señalaban de ordenar un paro armado que paralizó 48 horas a Santa Marta cuatro meses antes.

Al cabecilla, de 43 años y natural de Sonsón (Antioquia), lo conocían sus compinches como el ‘zar de las extorsiones’. Se inició como miembro raso de los Chamizos, banda del exjefe paramilitar Hernán Giraldo, y pasó luego al bloque Resistencia Tayrona de las AUC, que tras su desmovilización mutó en los ‘Nevados’ –de los mellizos Mejía Múnera–, a cuyos hombres luego sometió el Clan Úsuga.

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Esta experiencia le permitió a Chucho –quien pasó apenas 14 meses tras las rejas– darle forma a los Pachenca, grupo delincuencial que azota a Santa Marta por sus extorsiones a comerciantes y a empresarios, narcotráfico y contrabando de combustible, entre otros ilícitos. La banda, que enfrentó al Clan del Golfo y recuperó el predominio en la Sierra Nevada, se mueve por la Troncal del Caribe en el eje Ciénaga-Santa Marta-Riohacha, así como en las costas aledañas, puertos naturales de aguas profundas.

En esa área, el negocio floreciente consiste en “acopiar y dar seguridad a los cargamentos de cocaína que llegan desde el sur del país y el Catatumbo antes de enviarlos al Caribe y Centroamérica en su ruta a EE. UU. y Europa”, según detalla Luis Trejos, director de UNCaribe de la Uninorte. Dicho ilícito crece a causa de la producción récord de cocaína en Colombia que, según cifras de Estados Unidos, alcanzó 921 toneladas en 2017.

Ello multiplicó las rutas y redujo la eficacia de las interdicciones. “Es el combustible que impulsa desde hace dos años el crecimiento de los Pachenca”, destaca Ariel Ávila, subdirector de la Fundación Paz y Reconciliación. Adicionalmente, según datos de inteligencia, la banda incursionó en la minería ilegal, fatal para un entorno ambiental tan delicado como la Sierra.

Policía y Ejército han asestado duros golpes a esta organización, al punto que el entonces ministro de Defensa Luis Carlos Villegas afirmó en marzo que los Pachenca estaban reducidos a una tercera parte de lo que eran dos años atrás. Aun así, Chucho todavía encabeza la lista de los más buscados. En una columna en semana.com, Ávila escribió que “todos saben dónde está, por dónde se mueve, cuáles son sus finanzas, quiénes son sus subalternos y cuáles sus vínculos con el narcotráfico. Pero no lo persiguen”.

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Su retaguardia está en la agreste geografía de la Sierra, donde sus hombres controlan antiguas rutas de las AUC. Por ellas habría pasado Melisa Martínez García, sobrina nieta de Gabriel García Márquez, a quien habrían secuestrado en agosto. La estructura tendría 150 hombres comandados por cinco lugartenientes, a los que se suman unos 300 miembros de grupos que brindan servicios de cobro, vigilancia, logística e información.


Chucho Mercancía tiene su retaguardia en la agreste geografía de la Sierra, donde sus hombres controlan antiguas rutas de las AUC.

El alcalde de Santa Marta, Rafael Martínez, aseveró que le han cerrado el paso a este grupo y solo a finales de agosto detuvieron a 24 integrantes. Mientras Ávila habló de que la extorsión llega al 60 por ciento de la zona rural y el 30 por ciento del casco urbano de Santa Marta, el mandatario reconoció el fenómeno pero no en esa magnitud: afirma que se concentra en tres focos urbanos deprimidos y “se ha empezado a sentir en la zona rural”. Insiste en que se ha impedido que la banda “imponga el terror”.

Los comerciantes reconocen la labor de las autoridades, pero dicen que han resurgido la extorsión y el secuestro. “Siempre hemos pedido incrementar el pie de fuerza”, expresó un integrante del gremio que pidió el anonimato. Preocupa, además, que numerosos desmovilizados de las AUC en la región, con experiencia criminal y pocas oportunidades laborales, estén disponibles.

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Hay alerta también por las muertes violentas: “Cifras preliminares de 2018 muestran que podríamos alcanzar los 100 homicidios este año, un techo que no pasábamos hace cinco años”, señala la iniciativa ‘Santa Marta cómo vamos’. La mayoría corresponde a casos de sicariato, 57 en 2017 y 37 en lo que va corrido de este año.

Ávila y Trejos convergen en que, a mediano plazo, los Pachenca podrían disputarle el poder regional al Clan del Golfo, lo que desataría una guerra sin cuartel en la Costa. Lo cierto es que Chucho Mercancía y sus hombres llevan cinco años imponiéndose en la Sierra Nevada, donde pese a la presencia permanente de la fuerza pública, se mantienen como principal preocupación de una ciudad que añora vivir en paz.