MANO DURA
Los antioqueños, con el gobernador Alvaro Uribe Vélez a la cabeza, deciden jugársela toda para derrotar a la guerrilla.
Siga las noticias de SEMANA en Google Discover y manténgase informado
El domingo 15 de septiembre 500 guerrilleros de las Farc se  tomaron la carretera al mar a la altura del túnel de La  Llorona, entre Dabeiba y Mutatá, en Antioquia, e impidieron  el paso de todo tipo de vehículos. En ese punto la carretera  se encuentra entre dos empinadas cadenas de montañas. Cuatro  días después, y ante la imposibilidad de llegar por tierra, las Fuerzas Armadas decidieron bombardear la zona para contrarrestar la acción de los  subversivos y comenzaron a tender un cerco sobre los guerrilleros desde diferentes frentes. Cuando arreciaron los enfrentamientos, el Comité Internacional de la Cruz Roja  solicitó una tregua con el fin de evacuar a varias  comunidades indígenas que habitan en la zona.  A pesar de que ese bloqueo estaba produciendo escasez de alimentos en la región de Urabá, el gobernador del departamento, Alvaro Uribe Vélez, dijo que no."La solicitud  de la Cruz Roja de suspender las operaciones militares no es  posible porque comprendemos que detrás de la bondad del  organismo se escuda la mala fe de la guerrilla, que ahora  quiere simplemente valerse de un sector inocente de la  población civil para poder evitar las operaciones de la  Fuerza Pública y fugarse de la región", aseguró Uribe Vélez. Y ordenó continuar con la ofensiva militar, que terminó el  26 de septiembre con la toma de la región por el Ejército y un elevado número de guerrilleros muertos. Afortunadamente  ningún indígena salió lesionado, pero el riesgo existió. Uribe Vélez lo asumió consciente de que la solución de los  problemas de orden público siempre puede tener un costo. El episodio es una muestra de la decisión con la cual está  enfrentando el gobernador de Antioquia el problema de la  subversión. Una postura que le ha valido la oposición de las  organizaciones no gubernamentales vinculadas con el tema de  los derechos humanos y el respaldo incondicional de agricultores, ganaderos y empresarios como Alberto León  Mejía, presidente de Uniban, la mayor empresa exportadora de  banano de Urabá, que ven en su gestión una prueba de que los  problemas de orden público se pueden enfrentar si existe  voluntad política. Según Mejía, "Alvaro Uribe es un hombre convencido de que la pusilanimidad medio ingenua de muchos líderes no ha servido sino para fortalecer a los violentos,  y ha decidido asumir actitudes recias y transparentes, aun a  riesgo de su prestigio político".  La firmeza con que ha enfrentado Uribe Vélez a la subversión  le ha dado un gran prestigio entre la clase dirigente de su departamento. Según José Gutiérrez, el más venerable de los  patriarcas antioqueños _que a sus 80 y tantos años se  mantiene en plena actividad_ "el gobernador ha demostrado un  gran valor civil al tomar una actitud decidida frente a las  necesidades de orden público y ha logrado reducir los  efectos nocivos de la violencia". Esa admiración no se  circunscribe, sin embargo, a los empresarios. Según una  serie de encuestas de Gallup de Colombia, la aprobación del  gobernador, que comenzó en un 64 por ciento en marzo de 1995  y bajó al 55 por ciento en julio del mismo año, subió al 73  por ciento en marzo de 1996 a nivel nacional. Y según una  encuesta de Teledatos, llegó al 74 por ciento en Medellín en  julio. Esta última encuesta arrojó, además, dos cifras  significativas: el 68 por ciento de la población de Urabá  _la más afectada por la violencia_ considera buena la  gestión de Uribe Vélez y el 85 por ciento piensa que ha  contribuido a mejorar la situación de seguridad.  Represión y pedagogía No todo el mundo, sin embargo, está de acuerdo con él. Algunas personalidades, como el ex gobernador Ramiro  Valencia Cossio, piensan que Uribe Vélez ha concentrado  todas sus energías en el problema de cómo combatir la  subversión, habiendo muchos otros asuntos por resolver.  Tanto que, según Valencia Cossio, en Antioquia hay un buen  gobernador y un mal gobierno: "El gobernador se dedicó al  orden público y no ha habido quien lo ayude en lo demás, no  hay coordinación entre los secretarios y los entes de  gobierno, cada secretario es una isla que maneja sus propios  intereses, y eso se manifiesta en la ejecución presupuestal  que ha sido muy bajita".  Esa crítica tiene razón en un aspecto. Aunque Uribe se  niegue a reconocerlo, su gran prioridad ha sido enfrentar a  la guerrilla. Esto no quiere decir que los otros frentes  estén desatendidos (ver recuadro). Pero sí significa que el gobernador de Antioquia se está jugando una carta muy  riesgosa que no dejará satisfechos a todos: reconocer que  para resolver los problemas sociales de Antioquia hay que  solucionar primero el del orden público. Trabajando en llave  con su secretario de Gobierno, Pedro Juan Moreno, el  gobernador está aplicando una estrategia integral contra la  violencia, que, según él, debe combatirse simultáneamente en muchos frentes. Además del apoyo decidido a la Fuerza  Pública está aplicando dos programas que son una verdadera  innovación en Colombia: el impulso a las asociaciones de  vigilancia ciudadana, Convivir, y la Pedagogía de la  Tolerancia.  Las Convivir fueron propuestas originalmente por el ex  ministro de Defensa, Fernando Botero, para ser establecidas  en todo el país con el nombre de Cooperativas de Seguridad.  Como ese nombre producía reservas, por las malas  experiencias con los grupos paramilitares, se le cambió al  de Convivir, que tiene connotaciones más positivas. Su  función es informar a las autoridades de las irregularidades  que se presentan en su área de acción con el fin de  facilitar la captura de los delincuentes y ayudar en la judicialización de los procesos. Están conformadas por una agrupación de ciudadanos, un comité coordinador y una central privada de comunicaciones, y obran en estrecha  colaboración con la Policía, el Ejército, la Fiscalía y la  Procuraduría. Su papel es de inteligencia y comunicación, y  por el momento sólo cuentan con armas de corto alcance.  En días pasados, sin embargo, Uribe Vélez levantó una gran  polvareda al proponer que se dotara a las Convivir con armas  de largo alcance con el fin de convertirlas en grupos de reacción inmediata en apoyo de las Fuerzas Armadas. Pedir  armas de largo alcance era regresar a la idea original de Botero. Pero eso era precisamente lo que consideraba necesario el gobernador. Y lo que provocó la protesta de sus  opositores, encabezados por el ex gobernador Ramiro Valencia  Cossio, quien dijo que la idea de armarlas desnudaba la verdadera naturaleza de tales asociaciones. Pero Uribe se  muestra muy seguro de lo que está haciendo y por eso no le  molestan las críticas. "Este año hemos recibido visitas de Amnistía Internacional y de Americas Watch, y ninguna de las dos organizaciones ha encontrado nada irregular en el  funcionamiento de las Convivir. Desde que fueron creadas las  asociaciones sólo se ha registrado un caso de extorsión, que  fue rápidamente neutralizado. Hay consenso, en cambio, en el  papel tan positivo que han jugado en materia de seguridad. Y  no son pocos los finqueros que han regresado a sus fincas  gracias a la existencia de las asociaciones", dijo el  gobernador a SEMANA.  En el momento existen 48 Convivir en 46 municipios de  Antioquia, y lo cierto es que la colaboración entre la  ciudadanía y la Fuerza Pública ha empezado a dar resultados.  Uno de ellos es la entrega en las últimas semanas de 75 guerrilleros del EPL y de las Farc. Otro, la muerte del  comandante 'Juan Pablo' del ELN, tristemente célebre en  Antioquia por su sevicia e historial delictivo, y de otros  cuatro subversivos, gracias a la información de una  Convivir. Este comandante guerrillero era un hombre de  confianza del cura Manuel Pérez y uno de los principales  recolectores de dinero para el ELN. En los últimos dos años había cobrado 10.000 millones de pesos por rescates. Pero no todo es guerra para Uribe Vélez. Partiendo de las  cifras del Informe Nacional de Salud, que muestran que el 85  por ciento de la violencia en Colombia se genera en la vida  cotidiana y sólo el 15 por ciento en problemas relacionados con el conflicto armado, está aplicando, con asesoría de la Universidad de Harvard, el Programa de Paz y Convivencia  Ciudadanas, basado en la llamada Pedagogía de la Tolerancia,  cuya filosofía esencial es que la violencia no sólo se  combate sino que es posible prevenirla. En Antioquia, donde  las disputas suelen resolverse a bala o machete, hablar de  cambiar esa realidad suena utópico, pero el gobernador,  desafiando a muchos escépticos, cree tanto en la pedagogía  como en la represión. A través de un plan intensivo de  educación en prevención y resolución de conflictos hasta el momento se han capacitado en talleres de paz 21.000 personas  en el departamento, 5.000 de las cuales viven en la región  de Urabá.
Sentimiento colectivo
Tal vez lo que más le llama la atención a cualquiera que  visita Antioquia no es tanto la actitud del gobernador, sino  la coincidencia de ésta con la de la ciudadanía. No se sabe  si Alvaro Uribe Vélez interpreta el sentimiento colectivo o  si con su liderazgo lo ha impuesto. Pero el hecho es que los  antioqueños, conocidos por su empuje y eficiencia, están  canalizando esas virtudes hacia la solución de sus problemas de orden público.  La realidad es que la clase dirigente paisa, tal vez la más  sofisticada y pacífica del país, está en pie de guerra. La  palabra no gusta, pero no hay una mejor. No es una guerra  ofensiva sino defensiva. Pero Antioquia tiene claro que  después de haber sufrido, soportado y derrotado el narcoterrorismo, no se dejará amedrentar por la escalada  subversiva que está viviendo el departamento. No es una  decisión improvisada ni emotiva. Los antioqueños, con su  gobernador a la cabeza, han llegado a la conclusión de que  sin paz no podrá haber desarrollo. En este sentido el  departamento se ha convertido en un caso piloto y el resto  de los colombianos están mirando con atención este  experimento.  Hasta el momento los resultados han sido bastante  halagadores. Medellín, capital del narcoterrorismo hace  apenas cinco años, es hoy la capital con mejor calidad de  vida y de mayor dinamismo del país. Después de superar muchos problemas, tiene hoy un tren metropolitano que es  orgullo de todos sus habitantes, unos servicios públicos que  son la envidia del resto de los colombianos y un desarrollo  urbano organizado. Si el estado de ánimo de los bogotanos es  el de que su ciudad es un infierno con pocas posibilidades  de cambiar, los paisas piensan exactamente lo contrario:  Medellín funciona y cada vez va a ser mejor. Otra región que está cambiando es Urabá. Después de 12 años Empresarios bananeros están regresando paulatinamente a sus fincas. Nadie desconoce la incidencia de los grupos  paramilitares en la retirada de la guerrilla de la zona. Pero la acción del Estado también ha sido importante. Una  estrecha coordinación entre la Fuerza Pública, la gobernación y la ciudadanía se ha traducido en la captura de  más de 300 personas y se ha comenzado a respirar un nuevo  ambiente. Como dice Adolfo Arango, el discreto e influyente  presidente de Cemento Argos y una de las cabezas del  Sindicato Antioqueño, "la manera tan positiva como ha  manejado el gobernador las relaciones entre la autoridad  civil y la autoridad militar, con reuniones permanentes y colaboración de unos con otros, sin duda alguna ha traído  beneficios, como vemos en Urabá, donde ya se nota cierta  pacificación y cierto comienzo de orden. Pero todavía falta  mucho por hacer".  Uribe, quien trabaja siete días a la semana, 18 horas  diarias y espera el mismo rendimiento de su gabinete, se encuentra en el ojo del huracán por su política de "mano  dura". En el manejo del orden público es donde se ha jugado  todo su prestigio. Aquí los empresarios son unánimes en  resaltar su valentía en "ponerle el pecho" a un problema con  enormes costos personales y políticos. Hace unos meses la  guerrilla incendió la finca de la familia Uribe, su mamá y  sus hermanos, y asesinó al mayordomo. El año pasado, en el municipio de Vegachí, el gobernador y su comitiva presidían  un consejo comunitario regional cuando fueron atacados por  guerrilleros del ELN que buscaban tomarse el pueblo.  El gobernador Uribe es consciente del riesgo que está  tomando; por algo preside diariamente a las siete de la  mañana un consejo de seguridad. La pregunta es si, como  afirma el ex alcalde Luis Alfredo Ramos, le dedica demasiado  tiempo a ese problema, corriendo el peligro de descuidar  otros, o si, como lo afirma él, "no puede haber mayor  prioridad para Antioquia que la paz".  Del resultado final de toda esta política dependerá no  solamente la suerte del departamento sino del gobernador. A  los 44 años Alvaro Uribe Vélez es sin duda alguna una de las  cartas que tendrá el liberalismo para jugarse en las futuras  contiendas presidenciales. Hoy no es aún una figura nacional  reconocida. La gestión de un gobernador no califica todavía  para llamar la atención del país en materia de sucesión  presidencial. Sin embargo, si esta gestión resulta en la  pacificación de un departamento tan convulsionado y tan  importante para el desarrollo del país como Antioquia, este  criterio podría cambiar radicalmente.
LOS OTROS FRENTES 
Apesar de que sus críticos afirman que Alvaro Uribe Vélez ha  centrado toda su gestión en el problema de orden público y  ha descuidado los otros problemas del departamento, los  datos oficiales muestran otra cosa. En materia de educación  la administración Uribe ha creado 72.000 cupos nuevos en  primaria y secundaria, mediante un sistema de contratación  con entidades sin ánimo de lucro que le ha traído dificultades con las asociaciones de docentes que lo acusan  de privatizar la educación, pero que casi todo el mundo  reconoce como uno de sus mayores logros. Otra de sus obsesiones son las obras públicas. "Antioquia  _dice_ es un departamento muy pobre para darse el lujo de  tener carreteras tan malas". Por eso su meta es triplicar el  kilometraje de carreteras pavimentadas en Antioquia. Hasta  enero de 1995 existían 305 kilómetros de vías  departamentales con pavimento, y en este momento están en  gestión cerca de 600 kilómetros más, de los cuales 429 se  están financiando con el sistema de valorización. En salud ha logrado extender a los 124 municipios del  departamento la cobertura de las instituciones creadas por  la Ley 100 de 1993, de la cual fue ponente en el Senado. Su  meta es que 1.300.000 personas de los estratos más pobres de  Antioquia queden cubiertas por el régimen subsidiado de  salud, y hasta el momento ha logrado vincular a un poco más  de 500.000 personas. Ningún otro departamento del país ha  podido avanzar tanto en esa materia. Ha conseguido grandes avances, también, en materia de  desburocratización. Cuando recibió la gobernación había  14.000 empleados, hoy son 8.900 y al final de año se espera  que sean 7.100. Sus críticos consideran que eso no es un  logro sino una injusticia social, si se tiene en cuenta que  en Antioquia el desempleo está alrededor del 15 por ciento.  Son mayoría, sin embargo, quienes apoyan la poda. "Uribe se ha enfrentado con otros grupos políticos que creen que la  gobernación es una bolsa de empleos. Hay que aplaudirle su  actitud", dice Carlos Alberto Estrada, de la firma  antioqueña Inversionistas de Colombia.  La administración de Uribe Vélez ha desarrollado también  acciones ambiciosas en otros frentes, como la creación de un  programa de largo plazo en materia de ciencia y tecnología,  la capacitación para el trabajo _con prioridad en las madres  cabezas de hogar_, la apertura de bancos cooperativos de  ahorro y crédito, la construcción de polideportivos en las  zonas rurales del departamento y el desarrollo de un  ambiente cultural activo a nivel local, que incluye la  creación de una banda de música en cada uno de los 124  municipios del departamento. Todo, según él, como un  complemento necesario a la búsqueda de la paz, que es su  mayor prioridad.
