Nación
Ni siquiera Anapoima en Cundinamarca se salva del tráfico de estupefacientes. Una banda delinquía al lado de la alcaldía
El municipio, que se destacó por su tranquilidad, terminó sometido a los traficantes de drogas.
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El entonces fiscal, Néstor Humberto Martínez, advirtió, casi como una profecía, que llegaría el momento en Colombia donde todos los municipios tendrían, además de la estación de policía, la iglesia y la alcaldía, una olla de microtráfico de estupefacientes. Los traficantes le ganaron tanto espacio a las autoridades, que se metieron en cada rincón del país.
El negocio criminal no respetó ni los espacios que hace apenas unos años estaban vetados, incluso moralmente, para los traficantes. Así ocurrió en municipios como Anapoima, donde buena parte de la población es adulta mayor y el tráfico de drogas era un negocio criminal destinado al fracaso.

La población creció y, así mismo, las oportunidades criminales. Los delincuentes aprovecharon el espacio que las autoridades dejaron, mientras ignoraron que en barrios y en el centro del municipio, para que creciera la tragedia que ataca al país: el tráfico de estupefacientes.
En los últimos días, la Fiscalía entregó detalles de un operativo que resultó de una larga investigación en ese municipio y que reveló lo que estaba a la vista de todas las autoridades, que denunciaron los ciudadanos y que creció conforme aumentó el número de habitantes. Nueve personas fueron capturadas en los operativos.
“Según las actividades investigativas realizadas de manera coordinada con la Sijin de la Policía Nacional, los procesados, al parecer, se encargaban de la venta y distribución de marihuana, perico, bazuco y cannabis en menores cantidades, bajo las modalidades de puntos fijos, a domicilio y vía telefónica”, señaló el ente acusador.
Las actividades criminales de esta banda de traficantes estaban concentradas en los barrios Nueva Colombia, San José, Villas de Santiago, Las Palmas, La Estrella y el centro de Anapoima, así como en las veredas El Triunfo, Patio Bonito y San Antonio. Los mismos espacios que estaban libres hasta de basura.
“En ese sentido, se evidenció que José Norberto Cano Ortiz, alias Beto, sería el líder y encargado de abastecer al grupo delincuencial, así como de definir los roles de los demás presuntos integrantes. Por su parte, José Alejandro Portela Cubillos, alias Chapulín, sería el segundo al mando, y Víctor Hugo Cano Valbuena, alias El Crespo, es señalado como distribuidor y expendedor”, advirtió la Fiscalía.
Una fiscal de la Estructura de Apoyo (EDA) de la Seccional Cundinamarca les imputó, de acuerdo con sus responsabilidades individuales, los delitos de concierto para delinquir agravado y tráfico, fabricación o porte de estupefacientes. Ocho de los detenidos negaron los cargos que les fueron imputados.

“En las audiencias concentradas, ocho de los procesados no aceptaron los cargos y siete de ellos fueron afectados con medida de aseguramiento en centro carcelario. Arias Vélez continuará vinculado a la investigación”, explicaron desde la Fiscalía, luego de cumplirse las audiencias preliminares.
La Fiscalía aseguró que tiene todas las pruebas para probar la responsabilidad de los capturados en los hechos que fueron investigados, que ocurrían muy cerca de la estación de Policía y la Alcaldía de Anapoima, el otrora paraíso para la tercera edad.