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La revolución de los parques

Desde hace dos años, la Alcaldía de Bogotá se dio a la tarea de renovar y remodelar sus parques y espacios recreativos. Esa decisión ha mejorado la seguridad y ha multiplicado los espacios para el encuentro y la convivencia.

29 de septiembre de 2018

Hasta hace unos años el Parque La Victoria, ubicado en la localidad de San Cristóbal, en el sur de Bogotá, era un potrero con dos canchas de cemento deterioradas en las que los jóvenes se dedicaban al vicio y los jíbaros hacían su agosto. Hacia las ocho de la noche, cuando la oscuridad caía sobre la ciudad, era un espacio prohibido, inseguro y sin iluminación, que las familias del barrio evitaban y al que ningún niño se acercaba.

Pero desde noviembre del año pasado todo es diferente. El mismo espacio tiene ahora dos canchas sintéticas de fútbol 5, otras dos de baloncesto, gimnasios al aire libre, cafetería, senderos, zonas de juegos infantiles que no tienen nada que envidiarle a las de otros parques de la ciudad y mucha iluminación. Las familias van con sus niños y los equipos del barrio aprovechan las canchas, que permanecen cuidadas y cercadas. Ya no hay jíbaros ni drogadictos en los potreros y el parque permanece abierto hasta las 10 de la noche.

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No es un caso aislado. En los últimos dos años una revolución, muchas veces silenciosa, ha venido transformando los barrios de Bogotá a partir de sus parques y sitios recreativos. Una estrategia completa que ha traído mejoras en la seguridad –debido a la iluminación– y muchos más espacios para la convivencia y el deporte.

Y es que hasta agosto de 2018 la Alcaldía, por medio del Instituto Distrital de Recreación y Deportes, IDRD, había intervenido 365 parques, la mayoría de ellos vecinales –espacios de los barrios en donde disfrutan las familias y los vecinos–, pero también zonales (un poco más grandes) y metropolitanos, como el Simón Bolívar.

El Instituto no solo ha arreglado el mobiliario de muchos de ellos, que ya se había quedado obsoleto (o no existía), sino que los han modernizado con infraestructura deportiva de primer nivel, iluminación e instalaciones inclusivas que permiten que personas discapacitadas disfruten junto con otros ciudadanos.

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“En el parque todos somos iguales y es el sitio de encuentro por excelencia de los ciudadanos –explica Pedro Orlando Molano, director del IDRD–. Con estas intervenciones nosotros buscamos que la comunidad vuelva a ellos, porque cuando no hay buenos parques, la gente deja de ir y se llenan de vendedores y consumidores de drogas”.

Lo cierto es que de los 5.029 parques de la ciudad, 2.168 son lotes en los que no hay prácticamente nada, y toca armarlos a partir de cero. Hasta hace tres años la mayor parte de los demás estaban abandonados y sin mantenimiento, más allá de podarlos. En cualquier caso es un tema costoso; arreglar todos los parques de la ciudad requeriría 14 billones de pesos. Por eso, la Alcaldía dio el primer paso al fortalecer el presupuesto del Instituto, que pasó de tener 2.400 millones de pesos a 700.000 millones en el año.

Lo siguiente consistió en focalizar bien la inversión. Para decidir qué lugares intervenir, las autoridades armaron una matriz a fin de identificar los parques con más problemas de seguridad, los más cercanos a los colegios o los ubicados en barrios o localidades que casi no tienen sitios de recreación. Así, poco a poco, han ido llegando a todos los rincones de la ciudad. Y aunque es claro que hasta enero de 2020 –cuando termina esta administración– no van a alcanzar a arreglar todos, sí quedarán renovados los más importantes y habrá un camino trazado para los próximos años.

La ciudad, además, no renueva los parques a la ligera. Para definir cómo adaptar la zona de juegos infantiles, por ejemplo, la Alcaldía descubrió que en Colombia no había metodologías ni manuales actualizados sobre cómo instalar parques infantiles. Así que con un experto de la Organización Bloomberg estudiaron casos de todo el mundo y definieron el mobiliario y el tipo de juegos a instalar en la ciudad. “Miramos no solo los mejores en términos de recreación, sino cuáles desarrollan destrezas en los niños como movilidad, motricidad, atención o equilibrio –cuenta Molano–. Así empezamos a hacer los circuitos infantiles que hoy se ven en los parques”.

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También, tanto en los parques como en los gimnasios al aire libre –instalados cada vez en más lugares para que los ciudadanos hagan ejercicio– decidieron poner módulos para personas con discapacidad. Por eso, algunas máquinas de los gimnasios en los parques se adaptan a sillas de ruedas y en los juegos infantiles hay instalaciones para niños con problemas de movilidad.

En cuanto a las instalaciones deportivas, otro aspecto importante, las canchas de fútbol sintéticas requieren menos mantenimiento que las de grama y duran unos 10 años. Hasta 2015 había 14 de ese tipo en la ciudad, actualmente hay 98, pero al finalizar el año habrá 100. Se trata de canchas avaladas por la FIFA, muchas de ellas cerradas, iluminadas y gratuitas para que la comunidad las disfrute (solo pagan por utilizarlas las escuelas deportivas que cobran por inscripción). Además, están hechas con caucho sintético, así como los pisos de las zonas infantiles. Ese material proviene de llantas usadas y recicladas, lo que ayuda al medioambiente. Para una cancha de fútbol, por ejemplo, se usan 11.000 llantas recicladas. A la par de las canchas, hay otro tipo de instalaciones, como pistas de patinaje (profesionales y no profesionales), piscinas y circuitos de BMX en algunos parques de la ciudad.

Intervenir los parques transforma a la ciudad. No solo estéticamente, sino desde el fondo, desde la convivencia, la seguridad y la apropiación del espacio público. Al final, los parques pertenecen a todos y cuanto más cuidados y bonitos permanezcan, más los disfrutan los capitalinos.