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Juan Manuel Santos se dirigió a los colombianos por última vez en su calidad de presidente de la república. | Foto: Servicio Informativo del Gobierno (SIG)

POLÍTICA

“No seré un aguijón en la nuca de mi sucesor”: Santos

En su alocución de despedida, Juan Manuel Santos anunció su retiro de la política partidista, pidió proteger la paz como un niño pequeño en manos de “amorosos guardianes” y ofreció disculpas por sus equivocaciones.

6 de agosto de 2018

Juan Manuel Santos se dirigió a los colombianos por última vez en su calidad de presidente de la república. Este martes entregará el poder a sus sucesor Iván Duque, y antes de hacerlo, como es tradición, se despidió del país, más que para entregar balance de lo que fue su paso por la Casa de Nariño, para agradecer a los ciudadanos.

Santos dijo que se marcha con la “satisfacción” de haber avanzado en su propósito, entregar una Colombia en paz, con mayor equidad y mejor educada. “Será la historia la que dará el último veredicto”.

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Por eso prefirió hablar “desde el fondo del alma”, y aseguró que ser presidente fue un oficio “único y lleno de desafíos”, que le dejó “recuerdos maravillosos”, pero también “algunos sinsabores”. 

“Lo más importante –como siempre– ha sido la gente… Ese contacto diario y personal con los colombianos de todos los rincones: de nuestra alegre región Caribe; de nuestro vibrante Pacífico; de nuestra pujante zona Andina; de nuestros Santanderes y nuestros Llanos; de nuestra Orinoquía y Amazonía, verdaderos tesoros naturales que preservamos para la humanidad”.

Santos aseguró que enfrentó muchos retos, reconoció haber tenido aciertos pero que no le corresponde ser quien los destaque. También admitió algunas equivocaciones, humanas, por las cuales ofreció disculpas.

Santos aseguró que su propia conciencia fue el norte que orientó su gobierno. “Un gobernante puede perseguir la popularidad de corto plazo y las encuestas, o puede seguir el mandato de su voz interior, de su conciencia, que le dicta qué es lo correcto. Yo preferí el segundo camino.
Y mi conciencia me dijo: Colombia no puede resignarse a sufrir una guerra sin fin, como si fuéramos un país condenado a la violencia”.

El presidente saliente dijo que si existía una sola oportunidad de parar la guerra, había que intentarlo. “Y lo intenté, con el apoyo y la generosidad de la mayoría de los colombianos; y, sobre todo, de las víctimas de esa guerra, que fueron mis mayores maestras”.

Y agregó: “Cuánta generosidad; cuánta capacidad de perdón y de reconciliación; cuánto valor y coraje encontré en esos millones de colombianos que no quieren que otros sufran lo que ellos sufrieron.

Por las víctimas –por los campesinos desplazados de sus tierras, por las madres que han visto morir a sus hijos, por los que han perdido todo menos la esperanza– buscamos la paz”.

Santos aseguró ahora, cuando se terminó el conflicto con las Farc, “podemos, por fin, entre todos, comenzar a construir la paz: una paz duradera, una paz estable, una paz que evite el surgimiento de nuevas guerras”.

“Eso es lo que queremos todos los colombianos: vivir en un país normal donde los hijos entierren a sus padres y no al revés. Y eso es lo que ya estamos comenzando a ver”, agregó.

Santos aseguró que en un año y medio el país ha avanzado en la implementación de los acuerdos de paz. “Falta mucho, por supuesto. Ninguna paz es perfecta, ni fácil de consolidar y menos en nuestro país, afectado por tantas formas de violencia”.

Se refirió a los asesinatos de líderes sociales, los cuales calificó como “el dolor con el que me marcho”, y pidió a la sociedad colombiana “levantarse para protegerlos y para rechazar estos ataques. La defensa de la vida tiene que ser siempre nuestra cruzada”.

Santos aseguró que en Colombia hoy se respira un aire diferente pues las noticias de secuestros, atentados y bombas ya no están a la orden del día. “Los colombianos hemos recuperado el derecho y la alegría de recorrer nuestro maravilloso país”.

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También se refirió a la pobreza. Los colombianos, dijo “no podemos quedarnos indiferentes ante los compatriotas que sufren la pobreza, preocupados por no poder llevar sus hijos al colegio o al médico”. Para ello, reconoció, “nos falta camino aún para erradicar por completo la pobreza, para reducir las inaceptables diferencias entre los más ricos y los menos favorecidos. Pero en ese propósito orienté toda la capacidad del gobierno. Y lo cierto es que avanzamos con paso firme hacia una Colombia con mayor equidad y mejor educada.

Dijo que terminó sus ocho años de gobierno con serenidad: “Hice lo que me dictó mi conciencia, lo que consideré que era correcto, y hoy la paz queda en las mejores manos posibles: en manos de ustedes queridos colombianos. Siempre dije que la paz no era mía sino de ustedes. Y hoy la dejo a su cuidado, como quien deja a un niño pequeño en manos de amorosos guardianes”.

Y agregó “la paz es de ustedes. ¡Cuídenla! ¡Defiéndala! ¡Háganla crecer y multiplicarse por toda nuestra geografía… en nuestros campos y ciudades… en nuestras comunidades y familias… en el interior de nuestras almas!

Santos aseguró que se va tranquilo y anunció: “Me retiro de la política y de las veleidades partidistas y electorales. Pero seguiré trabajando –desde otros ámbitos– por las víctimas y por la paz.

Y me voy –lo digo con alegría– sin llevarme conmigo enemistades. Porque para pelear se necesitan dos, y yo –gracias a Dios– no albergo odios ni resentimientos en mi corazón”.

En su alocución, Santos dijo: “Hice lo que pude, de la mejor manera que supe hacerlo, acompañado por un equipo de gobierno entusiasta, por hombres y mujeres talentosos y buenos, a quienes agradezco”.

Y reconoció que falta mucho. “En un país como el nuestro siempre habrá mucho más por hacer. Se arregla un problema y aparecen diez. Pero creo –sinceramente– que Colombia está hoy mejor que antes. Y que en los tiempos futuros estará mucho mejor, porque la paz, el progreso, la reconciliación, llegaron para quedarse”.

En un mensaje a su sucesor, el presidente Iván Duque, le deseó lo mejor: “Todos los éxitos posibles, por el bien de nuestra patria. Yo seguiré la regla dorada, que ha marcado el camino de las grandes filosofías y religiones: Tratar a los demás como uno quisiera ser tratado”.

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Por esa razón dijo que cumplirá su promesa de no molestar, de no intervenir, de no ser un aguijón en la nuca de su sucesor. “Cada presidente manda en su tiempo. Y el mío termina mañana”.

Invitó al país a que busque la unión, a encontrar puntos de acuerdo sobre los temas fundamentales. “Colombia, cuando está unida, se hace más fuerte. Nuestro potencial es enorme: no dejemos que la polarización nos limite”.

Recordó la visita del papa para que los colombianos no se dejen robar la esperanza y piensen en grande. “No se dejen robar la paz... A eso los invito hoy también”.

“Muchas gracias por su confianza. Muchas gracias por su apoyo. Y muchas, muchas gracias por su paciencia. Buenas noches. Y hasta siempre”, se despidió.