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Esta es el restaurante escolar de la institución María Auxiliadora de la vereda Santa María, de Unguía. Las sillas para los niños, son el piso en tierra.

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En Unguía quieren esconder la crisis de los restaurantes escolares

El Ministerio de Educación y Semana.com recorrieron algunas instituciones de este municipio chocoano. Las condiciones no son las mejores y los alimentos son pocos.

29 de julio de 2015

El pasado domingo SEMANA denunció que en varios municipios de Chocó los alimentos no llegaban a los niños de las escuelas y, en algunos casos, llegaban en mal estado. Así ocurre, por ejemplo, en el resguardo indígena Cuti de Unguía, donde mandan sólo un kilo de carne y una libra de pollo para alimentar 12 niños en 15 días.

Eso no es todo. Hay instituciones en donde los niños no tienen ni siquiera una silla donde sentarse y, además, las porciones servidas son “dos cucharaditas de arroz, un poquitico de fríjoles, cualquier poquitico de carne y cualquier poquitico de jugo. Con eso aguantan de 6:30 a. m. a 4:30 p. m.”, como le contó a SEMANA un inspector que selló un restaurante escolar en Tadó.

Después de la denuncia, la ministra de Educación, Gina Parody, decidió ponerse las botas e ir a Chocó para saber qué pasaba con los 11.000 millones que el gobierno nacional envió en el primer semestre del 2015 para el desarrollo del Programa de Alimentación Escolar (PAE) en los municipios de Chocó.

Se supone que la cartera envía el dinero para que diariamente en los municipios de este departamento se entreguen más de 45.000 almuerzos y más de 50.000 complementos a los niños de 169 instituciones y 1.063 sedes que existen.

El recorrido empezó en Unguía. “Voy a mostrar que las denuncias sobre la situación de las escuelas no es verdad”, sentenció el alcalde de este municipio, Víctor Manuel Gómez, a la periodista de Semana.com que acompañó el recorrido.

La primera institución que se visitó fue la sede urbana de la Escuela Sagrada Familia. A primera vista todo parecía normal. Aunque las condiciones no son excelentes, los niños tienen buenas raciones de comida e incluso -contaron- repiten cuando quieren.

Una de las cocineras respondió, un poco intimidada, unas cuantas preguntas sobre cómo manipulaba los alimentos y las porciones que servía a los más de 400 niños que tiene en la institución. Sin embargo, lo que dijo no fue mucho. No es fácil hablar cuando hay tantas personas rodeándola, como una ministra, el alcalde y el gobernador de Chocó, Efrén Palacios.


De izquierda a derecha: el viceministro de Educación, Luis Enrique García; la ministra de Educación, Gina Parody; el gobernador de Chocó, Efrén Palacios, y el alcalde de Unguía, Víctor Manuel Gómez.

Sin presión

Sin embargo, un día después y sin la presión institucional, Semana.com buscó a las cocineras de la institución para que contaran, con más calma, cómo era la situación y explicaran los detalles que quedaron en el tintero.

“Menos mal llamó. Ayer (martes) no pude ni mostrarle a la ministra la dificultad que teníamos para sacar el agua. No dejaron hablar”, dijo.

Una de las cocineras contó que en horas de la mañana de este martes les avisaron que iban a recibir la visita de la ministra y que debían tener todo bien organizado. Sin embargo, ella desde el pasado domingo sospechó que algo pasaría, pues –según contó- ese día pintaron las instalaciones.

Aunque el colegio Sagrada Familia era el que el alcalde tenía para mostrar y recalcar que todo andaba bien, las cocineras están cansadas. En su día a día no tienen agua potable, sino que les toca traerla desde el acueducto y luego hervirla.

“Pero el problema es que las ollas para hervir el agua están rotas (…) A nosotros nos toca tapar los huequitos con cáscaras de plátano. Donde está el rotico uno lo pone a calentar y lo va tapando. Desde el año pasado estamos en esas”, narró.

Pero eso no es todo. Durante mucho tiempo han tenido que aguantar que les paguen 250.000 pesos cada dos meses por su trabajo, además de tener que arreglárselas con los pocos instrumentos que tienen para preparar los alimentos.

- En la visita el gobernador dijo que ustedes ya tenían uniformes para trabajar. ¿Es así?

- Nos dijeron que fuéramos por ellos ayer temprano (martes), que ya los habían comprado. Pero yo dije que estábamos muy ocupadas. Después de que vino la ministra, nos los entregaron y nos los pusimos porque teníamos que tomarnos la foto con el alcalde -explicó-.


Las cocineras de la sede urbana de la Sagrada Familia en Unguía hacen aseo al comedor. 

Una ayuda para María Auxiliadora

La ministra Gina Parody en su visita rompió los protocolos y decidió visitar la sede del colegio María Auxiliadora en la vereda Santa María de Unguía. Aunque eso no estaba planeado en el itinerario, el equipo del ministerio y los periodistas recorrieron las trochas y llegaron a la vereda.

En esa sede la situación no estaba bien. Tal como lo contó SEMANA en su edición del pasado domingo, los niños no tienen ni siquiera unas sillas para sentarse y les toca comer sobre el piso de tierra.

Los platos y las cucharas tampoco alcanzan. No hay ollas, no hay nevera, y tampoco hay casi comida. “El pollo lo traen los jueves y sólo son dos muslos para 40 niños. También mandan semanalmente una libra de lentejas”, contó indignada Marleni Suárez, cocinera de esta institución.

La mayoría de las veces los niños comen un poquito de arroz con queso. O con pasta, para variar. No comen proteína, ni verduras, ni un jugo. Aunque el hambre es latente, Marleni hace lo que puede por darles de comer a los pequeños. “Aquí ni me pagan. Mi último pago fue de 150.000 pesos por cuatro meses de trabajo”, dijo.

Según el rector, Óscar Quejada, han querido mejorar las condiciones y pasar la cocina a un aula de clases que está desocupada. Sin embargo, algunas personas de la comunidad no lo han permitido.

Gladys Miranda es la mujer que tenía la llave del candado con el que se prohibía el uso de este salón. “Ella siempre hace oposición al alcalde y por eso no ha dejado que la usen. Hay intereses políticos detrás, sobre todo en época de campaña”, dijo una fuente a Semana.com.

Aunque el aula no está diseñada para ser cocina, ese espacio tiene sillas que podrían ser usadas por los niños de la institución. Sin embargo, ha estado cerrada llenándose de polvo y telarañas.

Tristemente en estas situaciones los únicos afectados son los pequeños. Pues ni el restaurante escolar debería estar en esas condiciones, ni una persona debería impedir que los estudiantes usen las aulas que se construyeron para ellos.

La ministra Gina Parody le ordenó al alcalde disponer de forma temporal de esa infraestructura para adecuar el restaurante, mientras se construye uno digno para los pequeños.


Esta es la cocina del colegio Maria Auxiliadora en la vereda Santa María de Unguía.

Tanela, y otros

A la vereda Santa María llegaron también niños de otros corregimientos, como Tanela. Indignados y con pancartas en las manos manifestaron que se sienten olvidados.

Según contaron, en su colegio no tienen sanitarios y el techo está a punto de caerse. “Tampoco hay comida, ni un restaurante escolar digno. Nos toca esperar a que los chiquitos coman para poder usar los platos y las cucharas”, dijo una estudiante.

La situación no es alentadora. Aunque pareciera que las autoridades locales y departamentales no están invirtiendo en los alimentos de los pequeños, la gran pregunta que surge es: ¿Dónde está el dinero que el Ministerio de Educación asignó el primer semestre del 2015 para los restaurantes escolares de este departamento? Las consignaciones están, pero los alimentos no.