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Cada vez más gordos

Los índices de obesidad o sobrepeso tienden a ensancharse, por lo que este problema ya se convirtió en un asunto de política pública en los diferentes países y una prioridad para la Organización Mundial de la Salud, que ha venido creando estrategias para combatirlo. Aunque todo esto contribuye a acabar con el problema, la clave está en comenzar por cada uno.

6 de junio de 2004

Según estudios, cerca de 250 millones de adultos sufren de obesidad y la cifra tiende a aumentar si se tiene en cuenta que en la población infantil y adolescente las dimensiones se hacen cada vez más anchas. La Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres publicó hace poco un estudio donde dice que el 10 por ciento de los niños del mundo padecen este problema, es decir, 155 millones de menores aproximadamente. Los países desarrollados ya están tomando cartas en el asunto y para que los tercermundistas no se queden atrás y se dejen coger más ventaja, la Organización Mundial de la Salud (OMS) creó la Estrategia Mundial sobre Régimen Alimentario, Actividad Física y Salud, firmada por los estados miembros como política mundial de salud pública, cuyo fin es controlar la carga de morbilidad de las enfermedades no transmisibles (ENT), que en muchos casos son producto de la obesidad.

Pedro ha sufrido de sobrepeso toda su vida. En el colegio, donde siempre hay un flaco, negro o mono, él era 'el gordo', incluso muchos desconocían su nombre. Su mamá, preocupada por su apariencia, lo llevaba constantemente al nutricionista, al endocrinólogo y hasta el psicólogo, que siempre le recomendaban una buena alimentación. Pero el sobrepeso o la obesidad es más que un problema estético, tanto así que se ha llegado a decir que mata a más personas en el mundo que el tabaquismo y que es un factor de riesgo para cuatro de las seis causas más frecuentes de muerte. Nadie se muere de gordura sino por las consecuencias que trae.

El exceso de grasa en el organismo, sobre todo si se acumula desde la niñez, puede desencadenar una o varias enfermedades a la vez. Las ENT más conocidas son las cardiacas, pues el corazón trabaja en exceso por la elevación de la presión arterial, los triglicéridos y el famoso colesterol en la sangre. Otros riesgos que se corren son padecer de diabetes tipo 2, es decir, la que no depende de la insulina, problema que también puede afectar el corazón y hasta el cerebro. Eso, sin nombrar su relación con otros males como la osteoartritis, diferentes tipos de cáncer, desórdenes de la vesícula biliar y apnea de sueño.

Aunque para muchos los altos niveles de pobreza son sinónimo de hambre y desnutrición, y van en contravía de este problema, hay que tener en cuenta que la mala alimentación, muchas veces por falta de recursos, es otro de los factores para estar en el mundo de los gordos.

Las comidas rápidas también son cómplices de la obesidad, y lo primero que sugieren los médicos es eliminarlas de la dieta. La alta densidad calórica en este tipo de alimentos está contribuyendo a una mala nutrición y al aumento indiscriminado de peso. Los niños prefieren una hamburguesa con papas y gaseosa, que acompañan con mayonesa o salsa de tomate, a alimentos preparados en casa, donde las aburridas verduras y las frutas, la carne simple o papas al vapor, que para muchos no saben a nada, hacen parte del plato principal. Pero como la palabra eliminar puede sonar un poco drástica, sobre todo si se trata de niños, se sugiere comer alimentos con alto contenido calórico en menores proporciones. Por ejemplo. Si va a un sitio de comidas rápidas, no pedir la superhamburguesa doble carne con queso y tocineta acompañada de papas fritas y gaseosa. Sería mejor un tamaño normal y si es posible eliminar las papas o los anillos de cebolla. Tampoco se trata de seguir estrictas dietas donde el hambre sea el pan de cada día, minuto o segundo que está en pensando en lo que le gustaría comer y que por lo general engorda y no alimenta. Se trata entonces de bajar el número de calorías y tratar de crear en los niños desde pequeños la responsabilidad de que se tienen que alimentar bien.

El sedentarismo es otro de los graves problemas. Tanto así, que la OMS lo ha catalogado como uno de las 10 causas frecuentes de mortalidad y discapacidad en el mundo. Las personas pasan más tiempo frente al computador o al televisor que en actividades que requieren ejercicio. Según estudios, una persona se considera sedentaria cuando deja de hacer 30 minutos diarios de ejercicio y menos de tres días a la semana. Esto constituye un alto riesgo de mortalidad en comparación con los que practican algún deporte, y además refleja signos de envejecimiento a más temprana edad. En las mujeres los casos son más frecuentes y a su vez es más notorio pues pierden más rápido tejido muscular y van acumulando más tejido adiposo. En los niños y adolescentes también es un problema, y más si se tiene en cuenta el entretenimiento que ofrece el mundo moderno con la televisión, Internet y los videojuegos. Una encuesta realizada el año pasado en Valencia, España, publicada por el Diario El País, señala que en jóvenes mayores de 15 años la situación es grave, pero no deja de ser peor en niños que están entre los 5 y los 15 años. "El 47,4 por ciento no hace ejercicio o practica alguna actividad física ocasional", y agrega que el 10 por ciento de los niños entre 11 y 15 años están delante de la pantalla más de tres horas, y el 26,5 por ciento la ven entre dos y tres horas.

Qué se recomienda

Hablar de una mejor alimentación y más ejercicio puede sonar repetitivo. Pero más allá de las políticas públicas y campañas contra la obesidad y el sobrepeso, el evitarlo o controlarlo está en cada cual. Por eso hay que tener en cuenta qué se come y cuánto se come. Adquirir mejores hábitos alimentarios es clave, sobre todo si se enseñan desde la niñez. En los menores es básico inculcar el gusto por las verduras y las frutas e irlos acostumbrando a consumir las tres comidas al día. No premiarlos con golosinas o evitar al máximo que las consuman es otro punto importante, que muy rápido se va a reflejar en una mejor salud. La lactancia es otro factor positivo. Estudios realizados por organizaciones de salud estadounidenses han comprobado que en ese país los niños amamantados no suben de peso tan rápido como los que son alimentados artificialmente, quienes son más propensos a presentar enfermedades crónicas, algunas relacionadas con la obesidad.

Con este problema no solo se afecta la salud física: la obesidad generalmente va acompañada de trastornos síquicos que influyen en el comportamiento social y en la misma enfermedad. Muchas personas con sobrepeso tienden a tener problemas emocionales como depresión o ansiedad, lo que los lleva a consumir alimentos con un alto contenido calórico de forma desaforada. En muchos casos también sufren de insomnio, lo que hace que durante la noche, al no poder dormir recurran a la mezcla de golosinas y televisión. Thomas Wadden, sicólogo de la Universidad de Pennsylvania, recomienda, antes de tratar de bajar de peso, controlar este problema y después sí comenzar un programa para perder unos kilos de más, siempre bajo la supervisión de un especialista. La expectativa es otro de los puntos que resalta Wadden, pues hay que tener en cuenta que los resultados no son inmediatos, por lo que no hay que rendirse en el primer intento y tener en cuenta que posiblemente no se recupere el peso que se tenía en la juventud.

Gordura a la colombiana

En Colombia la cifra de personas con sobrepeso u obesidad alcanza el 30 por ciento. Y aunque el país está dentro del grupo de naciones que firmó la estrategia promovida por la OMS, hasta ahora las medidas en torno al tema se limitan casi que a la consulta médica. El pasado mes de abril se creó la Fundación Colombiana de Obesidad, Funcobes, cuyo fin es luchar contra este problema y promover acciones que lo contrarresten, para lo que han comenzado por profundizar en el mensaje de que este problema no es solamente estético sino de salud.