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Greta Thunberg, la líder de esta generación

Su emotivo discurso de apertura en la Cumbre de Cambio Climático de Naciones Unidas se ha vuelto viral en las redes sociales, y la joven sueca se ha convertido en la gran líder —mujer, vegana, ambientalista— de un movimiento que pide a los gobierno actuar ya ante la inminencia del cambio climático.

23 de septiembre de 2019

Greta Thunberg (Estocolmo, 2003) solo habla cuando es necesario, cuando tenía once años cayó en una depresión tan profunda que dejó de comer y perdió diez kilogramos en tan solo dos meses. Fue diagnosticada con síndrome de Asperger y mutismo selectivo, lo que significa —según sus propias palabras— que solo habla cuando lo cree necesario. Y ahora, lo es.

En video: Estremecedor discurso de Greta Thunberg en la ONU

“Mi mensaje es que los estamos vigilando. Esto está todo mal. No debería estar aquí, debería estar en el colegio, al otro lado del Océano. Sin embargo, ustedes vienen a nosotros los jóvenes en búsqueda de esperanza, cómo se atreven. Me han robado mis sueños, mi niñez, con sus palabras vacías, y aun así, soy una de las afortunadas. Las personas están sufriendo, las personas están muriendo, hay ecosistemas que están colapsando. Estamos en el inicio de una extinción masiva y lo único de lo que pueden hablar es sobre dinero y crecimiento económico, ¿cómo se atreven?”, dijo Greta en el discurso de apertura de la Cumbre de Cambio Climático de Naciones Unidas en la tarde de este lunes, casi entre lágrimas de vehemencia.  

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Pasó a la acción en agosto del año pasado, cuando decidió que era hora de dejar de ir a la escuela para protestar. Se ubicó en las afueras del parlamento sueco sosteniendo un cartel que pedía verdaderas acciones para evitar el cambio climático, tiempo después diría que no entendía porque los titulares no hablaban de otra cosa que no fuera la catástrofe inminente si el ser humano no cambiaba sus hábitos.  

¿Qué se podía esperar de una adolescente a las afueras del parlamento sueco? Ella respondió esa pregunta el 4 de diciembre del año pasado en la Cumbre del Clima de las Naciones Unidas (COP 24): “Mucha gente dice que Suecia es solo un país pequeño y no importa lo que hagamos. Pero he aprendido que nunca eres demasiado pequeño para marcar la diferencia. Y si algunos niños pueden generar titulares en todo el mundo simplemente por no ir a la escuela, entonces imaginen lo que todos podríamos hacer juntos si realmente quisiéramos. Pero para hacer eso, tenemos que hablar con claridad, no importa lo incómodo que pueda ser”.

Su liderazgo ha dado sus primeros frutos. El viernes 20 de septiembre miles salieron a protestar por la falta de eficacia —y ganas— de los gobiernos del mundo para luchar contra el cambio climático. Greta dijo entonces: “Las cifras son increíbles, es difícil de creer. Nunca hubiera previsto o creído que esto iba a pasar, y tan rápido, en solo 15 meses". Lo que había empezado con su pequeño gesto un año atrás, ahora recibía el respaldo de miles en el mundo. Su bandera es una: los estudios están, los científicos tienen un corpus investigativo vigoroso y contundente, los gobiernos hacen poco: la protesta nunca había sido tan necesaria.

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Aunque algunos han reducido la protesta de Greta, ella no habla solo con su propia voz, siempre tiene cifras, datos desesperanzadores que buscan un efecto en la audiencia, como lo hizo en la cumbre este lunes: “Reducir nuestras emisiones de gases de efecto invernadero a la mitad en 10 años solo nos da un chance de 15 por ciento de que  la temperatura global no suba más de 1.5 grados, y de que el mundo no sufra reacciones en cadena, irreversibles e imposibles de controlar por mano humana. Ese 15 por ciento podrá ser aceptable para ustedes, pero esos números no incluyen puntos de "no retorno", calentamiento global añadido por polución de aire tóxico o variables como la inequidad social o la justicia climática. Esa cifra también depende de que mi generación aspire miles, billones de toneladas de su dióxido de carbono de la atmósfera con tecnología que apenas existe. Esa cifra simplemente no es aceptable para nosotros, que tenemos que vivir con las consecuencias”.

El discurso continuó —durante la jornada se cruzaría a Donald Trump, a quien miraría con evidente disgusto—: “Para tener 67% de chances de mantener el aumento de la temperatura global por debajo de los 1,5 grados (según los consejos entregados por el IPCC) tendríamos que haber dejado de emitir 420 gigatones de Co2 para el primero de enero de 2019. Hoy esa cifra ya bajó a 350 gigatones. ¿Cómo se atreven a pretender que esto se puede resolver haciendo lo mismo de siempre y algunas soluciones técnicas? Los planes de máximo de emisiones de gases de efecto invernadero que proponen hoy les van a durar ocho años y medio. Después, no habrá soluciones o planes que sirvan porque estas cifras son demasiado incómodas, y no han sido lo suficiente maduros para decir las cosas como son”.

Hace unos cuantos meses, en mayo, la revista Time le dio portada a Greta, anunciándola como la “líder de la próxima generación”, sin embargo parece que es la líder hoy, encarnando todos los movimiento que apuntan a una vida diferente en la Tierra para garantizar la sostenibilidad: es vegana, ambientalista y es mujer, una bandera del feminismo: la gran bandera de una esperanza política.

Además, Greta ha demostrado principios inquebrantables, pues decidió dejar de viajar en avión para no ser parte de las grandes emisiones que dejan las aeronaves. Así, cruzó el Atlántico en un velero ecológico después de dos semanas de viaje y llegó Nueva York. En su paso por Estados Unidos se ha reunido con líderes políticos como Barack Obama. Su cruzada por el clima ha despertado conciencia en Norteamérica, en el mundo, ha provocado las mismas respuestas complacientes de los poderosos. Greta, la líder de esta generación.