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Aidagate

Vicky Dávila, Vicky Dávila
22 de febrero de 2020

Las declaraciones de Aida Merlano pusieron en jaque al país político y judicial. Su versión salpicó a los más poderosos. A un grupo de intocables. No puedo asegurar que todo lo que dice la excongresista sea cierto, tampoco creo que todo sea mentira. Pero lo que dice es tan grave que debería investigarse para llegar hasta las últimas consecuencias jurídicas contra ella, si está mintiendo, o contra sus acusados, si son culpables. A este país no le conviene hacerse el sordo con las denuncias de Merlano.

Colombia es un país en el que es más grave decir verdades que mentiras. La verdad nos asusta, y las consecuencias pueden ser más graves para quien se atreve a revelarla que para quien guarda silencio. No las mentiras sino las verdades de Aida tienen a más de uno en crisis de pánico. A tal punto que muchos han optado por ocultar su testimonio premeditadamente, ignorarlo y hasta borrarlo. Incluso, algunos medios de comunicación. Claro, a los poderosos les conviene que no se hable de lo que dijo Aida. Ellos necesitan que no se investigue para seguir cubiertos por la impunidad que han tenido por décadas. Que nadie busque esa verdad, que nadie la encuentre.

Aunque la descalifiquen y pordebajeen, los que convivieron con la Merlano en las más altas y putrefactas esferas de la política saben que ella es testigo de muchos torcidos que hicieron. La excongresista, condenada y fugitiva se les salió de las manos y los puso en evidencia durante 2 horas y 19 minutos de entrevista.

Ahora hay indignación. ¡Cómo creerle a una fugitiva que está en manos de Maduro!, ripostan. Entiendo el manto de duda que genera el hecho de que Aida Merlano esté en Venezuela, en medio de las tensiones entre la Casa de Nariño y Miraflores. Pero ¿no han pensado que quizás allá, paradójicamente, es más libre para contar todo lo que sabe, así sus verdades le sirvan a Maduro políticamente? Según Aida, cuando estaba en la cárcel del Buen Pastor en Bogotá, nunca dejó de tener presiones y amenazas. Tuvo que guardar su testimonio bajo llave. Ella se sostiene en que ninguna autoridad la escuchó. Y se llena de rabia diciendo que algunos de sus denunciados se encargaron de mantenerla controlada y callada. ¿No será que es mejor que investiguen lo que dice ahora?

No olviden que la Yidispolítica nació con una explosiva entrevista que Daniel Coronell le hizo a la exparlamentaria Yidis Medina. Ella se autoincriminó como lo hizo la Merlano y la justicia empezó a investigar. ¿Por qué ahora no jalan esta pita?

Valoro que la Corte Suprema haya decidido empezar a indagar por lo menos lo que tiene que ver con Arturo Char, próximo presidente del Congreso. Espero que la Fiscalía pueda encontrar un mecanismo que le permita interrogar a Merlano.

Hablemos de las pruebas. Aida Merlano aseguró que me enviaría los documentos que sustentaban su testimonio. Ya tengo en mi poder algunos elementos que no publicaré hasta tanto no termine una serie de verificaciones. Quizás me tome mucho tiempo. También me hizo saber que se frenó el envío de dichos documentos porque las amenazas contra sus hijos y toda su familia se habrían agudizado tras la publicación de la entrevista en Semana TV.

En Colombia nos acostumbramos a que la verdad se puede saber, mientras no comprometa a los intocables. Por eso, aun con el paso de los años, no concluyen las investigaciones por asesinatos como los de Luis Carlos Galán, Álvaro Gómez y Jaime Garzón. Seguimos hablando, como si nada, de la campaña samperista y los dineros del cartel de Cali… O qué tal el tapen tapen de la entrada de dineros de Odebrecht a la reelección de Juan Manuel Santos. Con el caudal de pruebas que recaudó la Fiscalía de Néstor Humberto Martínez en este caso, no pasó nada. Lo único que produce este hecho es asco. No les dio la gana investigar. Ojalá los fiscales le entreguen a Barbosa miles de horas de interceptaciones legales de la Fiscalía a Roberto Prieto para que él pueda contarle la verdad al país. Estoy segura de que ahora sí habrá voluntad para tomarse en serio la carta de Uribe y Pastrana en la que dan pistas precisas sobre la entrada de esos dineros de la multinacional de los sobornos a la segunda vuelta de la reelección de Santos. Quizás ahora Andrés SanMiguel y Esteban Moreno, fichas clave del entramado, tengan la oportunidad de ser testigos protegidos para que hablen tranquilos. Podríamos mencionar muchos casos más. No me alcanza esta página.

¿Será que las denuncias de Aida Merlano solo pasarán a engrosar esta lista de casos célebres que siguen gozando de impunidad?

También he escuchado con atención cómo algunos aseguran que un solo testimonio en contra no condena a nadie. Esto aplica para quienes pertenecen al establecimiento. En cambio, hay miles de personas en las cárceles purgando condenas pegadas con babas. Incluso, Uribe, que no hace parte de las castas políticas, está empapelado por el testimonio de Monsalve, el psicópata y condenado testigo estrella de la corte. ¿Por qué Monsalve sí vale como testigo y Aida Merlano no?

Muchas de las cosas que dijo Merlano eran vox populi. No sé por qué tanta turbulencia ahora. Algunos sorprendidos llevan décadas chupando de las mieles de la corrupción.

Sé que el colombiano de a pie está hastiado de esa clase política corrupta, enquistada durante décadas en el poder. La tolerancia se está acabando. Y para los que dudan: hice la entrevista de Aida Merlano, sin presiones, libre y le pregunté lo que quise, aunque estaba en Venezuela.

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