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Vicky Dávila

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Sigo firme

Como periodista y como ciudadana quisiera saber quién nos grabó y quién dio las órdenes. ¿Hubo políticos y dinero de por medio? ¿Alguien de SEMANA participó?

Vicky Dávila
17 de octubre de 2020

Escribo esta columna con un dolor profundo. Digna, un poco aturdida por los hechos, pero firme, denuncio que hoy NO tengo garantías para ejercer como periodista en Colombia. Existe un plan macabro para presionarme, intimidarme y callarme. Quienes están detrás de este sucio ataque contra la libertad de prensa han utilizado todos los mecanismos para silenciarme: desde una persecución judicial con procesos civiles y fallos absurdos, hasta la grabación ilegal de mis conversaciones editoriales con los periodistas de la redacción de SEMANA, los ataques infames en las redes y las llamadas de ciertos políticos a los dueños para pedir mi cabeza.

A mí me están persiguiendo porque me atreví, con el equipo periodístico, a publicar el expediente Uribe completo. Eso no me lo van a perdonar. No nos lo van a perdonar. No me victimizo. Solo me veo obligada a denunciarlo públicamente. Se trata de una persecución ideológica de gran poder destructivo, en medio de la polarización que vive el país. Tristemente hay involucrada gente que trabaja conmigo.

Desde que llegué a SEMANA he soportado ataques soterrados y directos de algunos de mis colegas compañeros que no toleran mi presencia ni mis posiciones editoriales. Quiero referirme a la grabación ilegal publicada por un portal de izquierda en la que el periodista Jairo Lozano y yo NO hablamos nada irregular. Quienes la escucharon lo saben. Solo se trató de una conversación cotidiana entre un reportero y su directora. El periodista me advirtió que su noticia aún no podía publicarse y entendí que no tenía los elementos para sustentarla. Mi instrucción fue estar atentos y hacer el seguimiento y las verificaciones del caso. Eso pasa todos los días en todas las redacciones.

Aquí no hay nada turbio como algunos quisieron mostrarlo tergiversando la verdad. El senador Gustavo Petro escribe una columna en el portal que publicó retorcidamente la grabación ilegal. Petro dijo en su Twitter: ““pero… no se puede decir”, la frase que refleja toda la triste realidad de la prensa colombiana”. Petro sabe que no estábamos haciendo nada indebido. Pero utiliza intencionalmente una frase fuera de contexto para atacar a los periodistas. Ese es uno de los rasgos que más me asustan de él. Petro quiere ser presidente con una prensa de bolsillo, hecha a su medida, que no lo contradiga, ni lo critique. Muy chavista. Solo le sirven los medios de baja calaña, militantes de sus causas. Petro critica la prensa que llama “tradicional”, pero se ha valido de ella para hacer su carrera política. Aún recuerdo cuántas veces le abrí los micrófonos en la campaña presidencial y aun después. Entonces, yo le parecía una periodista profesional. Yo he respetado a Petro en la diferencia. Petro no respeta a nadie que piense distinto a él. Típico de un líder autoritario y tirano.

Con el senador santista Roy Barreras me decepcioné. Su agresividad da lástima. Lo prefiero en modo poema, aunque no sea un buen poeta. Muy acucioso trinó: “¿Y por qué el periodista dice que no se puede decir? ¿Porque es otro intocable? ¿Porque es embajador uribista? O porque fue el director de la Aeronáutica que informó sobre el accidente de Pedro Juan Moreno?”.

No, senador, todo lo que usted sugiere es una fantasía dañina. No se podía decir, porque no estaba confirmado. Porque aún hoy no tengo información veraz contra el exembajador Fernando Sanclemente. Eso lo dirá la justicia. Si yo hubiera dicho algo contra él sin sustento me habría exigido una rectificación, con toda la razón y hasta demandado. Como lo habría hecho usted, si yo irresponsablemente hubiese publicado tantas denuncias que han llegado a la redacción en contra suya y de otros políticos sobre Caprecom, la salud, la DNE, el DPS y la paz. Pero yo no lo he hecho, ni lo haré, mientras no tenga certeza de que las denuncias son reales.

Todos los días nos llegan noticias ciertas y falsas, datos que hay que corroborar, investigaciones que no llegan a nada. Otras que publicamos con todo el rigor nos generan consecuencias tenaces. Pero ese es nuestro trabajo. Así que no nos meta en su torbellino de intereses políticos que nada tiene que ver con nosotros. El congresista Inti Asprilla, a quien he tratado con respeto, también reaccionó en su Twitter violentamente contra mí. Inti, usted no se puede comportar igual que esa caterva de tuiteros irresponsables y agresivos con los que anda en las redes. La dignidad que usted representa es muy grande y su obligación es estar a la altura. Entre tanto, no quiero pensar que nos grabaron ilegalmente porque hay intereses oscuros detrás.

Como periodista y como ciudadana quisiera saber quién nos grabó y quién dio las órdenes. ¿Hubo políticos y dinero de por medio? ¿Alguien de SEMANA participó? He ejercido mi labor con decisión y transparencia y he sufrido persecuciones agudas que siguen vivas. Igual sucedió cuando fui capaz de jugármela por las víctimas y denuncié la corrupción en la policía durante el Gobierno Santos. Todos saben lo que me pasó. Desde entonces la única que ha tenido que acudir una y otra vez a los estrados judiciales he sido yo. Los denunciados siguen tranquilos.

También me han cobrado muy caro mi determinación para denunciar lo que pasó con Juan Manuel Santos, Odebrecht, sus campañas y su entorno más cercano. Lo que quieren es arrinconarme, sacarme a sombrerazos de SEMANA, que me calle y se silencie mi columna para que no interfiera en una agenda determinada. Espero tener el valor para resistir de pie y sin bajar la cabeza. No quiero huir. Quiero estar a salvo haciendo lo que más me gusta: periodismo. Gracias eternas a los que nos apoyan y siguen confiando en nuestra integridad periodística y nuestra rectitud personal.