OPINIÓN

Su palabra no vale un peso, senador Uribe

Con una votación que sorprendió incluso a sus más optimistas promotores, la consulta anticorrupción se quedó corta: por algo menos de 500.000 votos, no logró alcanzar el umbral requerido para volverla un mandato de obligatorio cumplimiento.

Federico Gómez Lara, Federico Gómez Lara
28 de agosto de 2018

Sin embargo, el hecho de que este ejercicio democrático no haya traído consigo implicaciones jurídicas, no le quita fuerza al contundente mensaje político que con su voto enviaron casi 12 millones de ciudadanos. 

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La gente está mamada de la corrupción y de la politiquería. Aun cuando queda la nostalgia de que siempre hace falta el centavo para el peso, es claro que estamos siendo testigos de un cambio en la manera de pensar y de participar de una buena parte de la población. El ascenso del volumen de sufragios que se hace evidente desde el plebiscito por la paz, pasando por las votaciones obtenidas por Gustavo Petro y Sergio Fajardo, hasta llegar a la de la consulta del domingo, es una prueba de que la gente cada vez más se distancia de las maquinarias, de la carreta y de los tamales, al momento de tomar sus decisiones políticas. 

Del llamado a las urnas del domingo quedan varias reflexiones. Unas positivas y esperanzadoras, otras no tanto. Soy de los que piensa que las grandes transformaciones que requiere Colombia pueden, en varios casos, materializarse implementando a plenitud las leyes que ya existen sin necesidad de estar redactando nuevas normas y medidas a merced de la coyuntura. 

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Por eso, no pienso entrar en el debate de si los mecanismos planteados en la consulta estaban ya, de una u otra manera, contemplados en la ley vigente. Lo cierto es que, independientemente de la minucia del contenido, el domingo la ciudadanía en pleno salió a darle una bofetada a la clase política tradicional. Es un hecho sin precedentes en Colombia el que, con una campaña de recursos tan limitados, y con un apoyo institucional casi inexistente, la consulta haya alcanzado una votación superior a la obtenida por cualquier candidato presidencial en el pasado. Eso, todos debemos celebrarlo. 

Ahora, para hablar de lo que no es tan bueno, es necesario decir que este mecanismo no llegó al umbral requerido, justamente por la intervención mezquina del mayor exponente de los antivalores que siguen reinando en la política nacional: el senador Álvaro Uribe Vélez. Queda la impresión de que cualquier iniciativa, llámese la paz, las curules para las víctimas, o la lucha contra la corrupción, será torpedeada sin importar las consecuencias, si no lleva consigo dos importantes requisitos: la firma del Centro Democrático y un triunfo político para su líder natural. 

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Para entender esa afirmación es necesario hacer un breve recuento de cómo llegamos hasta aquí. En un principio, los promotores de la consulta plantearon en el Congreso que las votaciones de esta coincidieran con las elecciones presidenciales. Así, se aprovechaba la infraestructura desplegada para esos comicios y la consulta terminaba saliendo barata. En ese momento, el senador Uribe enfiló a su bancada para que exigiera que se cambiara la fecha para después de elecciones, con el argumento de que la consulta podía incidir en los resultados de las presidenciales. Los promotores accedieron al cambio de fecha y el senador Uribe prometió que, bajo esas condiciones, apoyaría la iniciativa. 

Pues bien, Iván Duque ganó la presidencia y en su discurso de posesión no hizo mención a la consulta. En el video de ese día, obtenido por Noticias Uno, vimos al expresidente y a sus áulicos celebrando airosamente esa omisión. De ese momento en adelante, como es ya costumbre, Uribe dio un salto mortal triple y pasó de haber prometido apoyar la consulta, a convertirse en su más notorio opositor. ¿El argumento?: que no tenía sentido gastarse 300.000 millones de pesos en ese mecanismo.  

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Entonces, para dejar claro el tema, esta es la cronología de los eventos: 

1)    Se plantea hacer la consulta en las presidenciales para que salga barata.

2)    Uribe se opone a hacerla en esa fecha y promete apoyarla si se hace después.

3)    Se acepta el cambio de fecha y la consulta queda valiendo, por cuenta de ese cambio, 300.000 millones de pesos.

4)    Iván Duque gana la presidencia.

5)    Uribe se vuelve opositor de la consulta por que le parece el colmo que salga tan cara.

6)    Se le olvida decir que la consulta salió cara por su culpa y que independientemente de que la gente saliera o no a votar, ya esa plata estaba gastada. 

Así fue con la consulta y así es con todo. Hizo una campaña prometiendo cambiar todo el acuerdo de paz, cuando sabe que eso es imposible. Dijo que bajarían los impuestos, pero se le olvidó decir que esa reducción sería para las empresas y no para la gente que va a acabar pagando el doble. Renunció al Senado por cuestiones de moral, y retiró su renuncia por cuestiones de honor. Recusó a los magistrados que lo investigan y luego retiró la recusación, etc, etc…. 

Una sola pregunta sobre todo esto: senador Uribe, ¿todo lo que usted hace o deja de hacer tiene detrás un cálculo político y viene cargado de mezquindad, o es que simplemente su palabra no vale un peso?  

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Los colombianos están mamados de su oportunismo y de sus cambios de opinión. El domingo, 12 millones de personas salieron a dejárselo claro. Mire a ver qué hace, porque a este paso, hasta Iván Duque terminará aburriéndose de usted. 

En Twitter: @federicogomezla