La palma de cera del Quindío es el Árbol Nacional de Colombia. Foto: Rodrigo Bernal | Foto: Rodrigo Bernal

Día Nacional del Árbol

Día del Árbol en el país de la palma de cera, un llamado a proteger y reforestar

La palma de cera del Quindío es el árbol nacional de Colombia y cumple una función fundamental para ecosistemas y comunidades. Lo mismo ocurre con otros -robles, cedros, encenillos- que hacen parte de las más de 25.000 especies de flora registradas en territorio nacional.

29 de abril de 2021

Los árboles cumplen múltiples funciones en la naturaleza, pero su tala indiscriminada en el mundo genera preocupación. En Colombi,a cada 29 de abril se celebra el Día Nacional del Árbol para generar conciencia en torno a la necesidad de proteger las superficies arboladas.

Los árboles son los mejores aliados, no solo de la naturaleza sino del hombre, pues captan y recargan las fuentes de agua, liberan el oxígeno y capturan el dióxido de carbono. Por esa razón es importante crear conciencia de la protección, conservación y restauración de los bosques.

Ahora, cuando el mundo se enfrenta a una crisis climática, proteger los árboles toma más relevancia, pues el planeta vive situaciones ambientales que afectan a la humanidad. El calentamiento global y la disminución de la calidad y cantidad de agua, son dos aspectos que le están pasando factura al ser humano.

Por esta razón y ante su importancia, destacamos algunas especies que son clave en el territorio colombiano y que juegan un papel determinante en las regiones en las que habitan tanto para los ecosistemas, como para las comunidades.

Palma de cera, el árbol nacional

La palma de cera del Quindío (Ceroxylon quindiuense) es el árbol nacional de Colombia. Cuando José Celestino Mutis conoció este árbol, los habitantes de la región ya lo denominaban como “chuapa”. En las montañas del Tolima y del Quindío crece esta especie única en el mundo.

Es endémica de los Andes colombianos, y reconocida por su longevidad, robustez y fortaleza. En promedio puede alcanzar hasta los 70 metros de altura. Según el texto “Palma de cera, árbol nacional”, de Santiago Díaz Piedrahita, la adopción de la palma de cera como emblema, se debió a una propuesta de Armando Dugand, entonces director del Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Colombia, y reconocido especialista en palmas, quien en julio de 1949, la propuso como tal al comité organizador del Tercer Congreso Suramericano de Botánica.

Valle de Cocora
Palma de Cera en el Valle de Cocora. Foto: Getty. | Foto: Getty Images/iStockphoto

Ese comité estaba presidido por Enrique Pérez Arbeláez, el naturalista más destacado del siglo XX en Colombia, fundador del Herbario Nacional Colombiano y del Instituto de Ciencias Naturales, y promotor de la publicación de la “Flora de la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada. Pero solo sería nombrado oficialmente como símbolo patrio mediante la ley 61 de 1985.

Con 256 especies, Colombia es el tercer país con mayor diversidad de palmas en el mundo. Su distribución está en casi todo el territorio, desde las orillas del mar hasta las zonas altas de la cordillera. Son componentes importantes de los bosques tropicales por su variedad de especies, su abundancia y por ser importantes fuentes de alimento para la fauna silvestre. A su vez, las palmas son la familia de plantas silvestres más usada por las comunidades rurales y selváticas de Colombia, y se han registrado para ellas 192 usos diferentes, que involucran a 160 especies.

Árboles de la Amazonia colombiana

La región amazónica posee la mayor superficie boscosa del planeta, y abarca una de las mayores diversidades de plantas y animales, gracias a su amplia extensión y la diversidad de sus paisajes.

En los bosques colombianos la diversidad de especies arbóreas es inmensa. Foto: archivo particular. | Foto: archivo particular

Aunque a Colombia sólo le corresponde el 7 % de la región, su ubicación dentro de los refugios del Napo y el piedemonte de la cordillera de los Andes, le confiere características especiales en su riqueza biológica, con una alta diversidad en muchos grupos, entre ellos las plantas leñosas.

Amalia Díaz, directora del Herbario Federico Meden Bogotá e investigadora adjunta de la Subdirección de Investigaciones del Instituto Humboldt, quien junto con su equipo ha trabajado en este tema, explica que las exploraciones botánicas en el sur de la Amazonia colombiana comenzaron en el siglo XIX con las expediciones en búsqueda de nuevas plantas medicinales, y continuaron durante los siglos siguientes a través de investigadores europeos, principalmente. Esto llevó a que gran parte del conocimiento inicial de la flora amazónica se encuentre depositado en herbarios de otros países.

A partir de 1930 se comenzaron a generar colecciones botánicas de la Amazonia colombiana donde participaron investigadores nacionales, y de allí surgen las generaciones de botánicos que actualmente avanzan y contribuyen a fortalecer y aumentar la información de la flora de la región. Herbarios nacionales como el de la Universidad Nacional de Colombia, el Amazónico Colombiano, el de la Universidad de Antioquia y el Federico Medem Bogotá, poseen gran parte de las colecciones botánicas de la Amazonia, recolectadas a partir del siglo XX.

La colección del Herbario Amazónico (COAH) está compuesta por 1.204 géneros, 31 % de los cuales se distribuyen entre las diez familias con mayor número de géneros. La alta diversidad florística de la Amazonia colombiana, está sustentada en la dominancia de pocos grupos taxonómicos que recogen la mayor parte de la riqueza de especies.

¿Cuáles son sus usos?

Hay muchas especies arbóreas que además de presentar usos maderables, también son utilizadas como plantas medicinales, comestibles y otras tienen un uso mágico- religioso. Dentro de los maderables destacan: charapilla (Dipteryx odorata), cumala (Virola sp.), olla de mono (Lecythis pisonis), cedro (Cedrela odorata), la caoba (Swietenia macrophylla), el achiote (Bixa orellana), y la jagua (Genipa americana).

En lo referente a los medicinales está el algarrobo (Hymenea courbaril), chitato o majagüito (Muntingia calabura), clavo de olor (Syzygium aromaticum), chuchuhuasa (Maytenus macrocarpa), cumaceba (Swartzia polyphylla) y huacapú (Minquartia guianensis).

En el grupo de los mágico-religiosos está la ceiba o Kapok (Ceiba pentranda) y en los frutales la achachairú (Garcinia gardneriana), achiote (Bixa orellana), anón (Annona cherimola), arazá (Eugenia stipitata), borojó (Borojoa patinoi), cacao (Theobroma cacao), camu-camu (Myrciaria dubia), copoazú (Theobroma grandiflorum), guaraná (Paullinia cupana), jobo (Spondias mombin), nuez del Brasil (Bertholletia excelsa).

La riqueza de Los Andes

Pero si bien en la Amazonia hay una gran riqueza de árboles, en Los Andes también existe una gran diversidad. La gran riqueza de flora y vegetación de la zona andina colombiana y de las altas montañas tropicales, es el resultado de múltiples fenómenos ocurridos en el pasado, que contribuyeron a conformar un escenario con alta heterogeneidad ambiental y diversidad regional.

Según Díaz, los Andes tropicales han sido considerados como uno de los principales centros de diversidad y especiación en el mundo, además de que concentran gran cantidad de endemismos. De esta forma, se convierten en un área crítica para la conservación a nivel mundial, pues se estima que el 50 % de las especies de plantas presentes en esta región no se encuentran en ningún otro lugar del planeta.

Los Andes de Colombia albergan una de las biotas más diversas y endémicas del planeta. El Macizo Colombiano ubicado en los departamentos de Cauca y Huila sobresale por la gran riqueza de plantas que se encuentran en su territorio y esto pudo ser corroborado durante una expedición científica realizada a comienzos del 2021 en los bosques altoandinos y páramos del norte de esta zona.

El conflicto armado en la región no permitía estudiar a profundidad la flora local. Sin embargo, con la firma del acuerdo de paz, una comisión de científicos podo ingresar y dentro de los resultados más sobresalientes está el registro de relictos de bosques de niebla dominados por árboles de Weinmannia, conocidos comúnmente como encenillos y su madera es aprovechada para elaborar vigas y postes. “El hallazgo de ecosistemas con un alto número de individuos de gran tamaño de una especie que históricamente ha sido explotada se convierte en una razón de peso a la hora de tomar de decisiones en pro de la conservación de esta importante región del país”, dice Díaz.

Encenillo
El encenillo es una de las especies más importantes de los Andes colombianos. | Foto: César Marín/Instituto Humboldt

La región Andina ha sido el soporte del desarrollo económico y cultural del país, lo que ha generado un incremento demográfico, acompañado de una evidente falta de planificación y destrucción de sus ecosistemas naturales.

Debido a una acelerada expansión de la frontera agrícola y ganadera con los consecuentes procesos de agotamiento del recurso hídrico, empobrecimiento de los suelos, aumento de la erosión y desaparición de muchos elementos de la biota se estima que en Colombia perduran menos del 10 % de los bosques andinos originales y menos del 5 % de los bosques altoandinos, encontrándose principalmente restringidos a fragmentos de diferentes tamaños y grados de aislamiento.

En un estudio de caso, realizado en los remanentes de bosque andino de una reserva natural que hace parte de la zona de amortiguación del Parque Nacional Natural Los Nevados (PNNN), se encontró que las especies andinas que dominan y que incluso emergen después de los 16 metros de altura son: son Alnus acuminata, Chrysochlamys colombiana, Citharexylum subflavescens, Cordia barbata, Lozanella enantiophylla y Weinmania pubescens.

Datos relevantes

De la flora conocida para el país, 25.000 especies, el 15 % corresponde a plantas con un hábito de crecimiento arbóreo. De esta proporción cerca de una quinta parte se encuentra restringida a Colombia, donde la mitad de éstas pueden ser consideradas especies “raras”, ya que solo son conocidas por cinco o menos registros en un único departamento.

Roble
El roble es una de las especies maderables más importantes del país. | Foto: Federico Pardo/Instituto Humboldt

Entre las familias con más especies arbóreas “raras” se pueden destacar las de gran porte y ampliamente usadas por sus maderas finas como las fabáceas y lauráceas con 20 especies, seguidas por las magnoliáceas con 18 especies.

Así mismo, se evidencian 45 especies en alguna categoría de amenaza de extinción entre las que se destacan ocho especies de Magnolia, cuatro de Licania y tres de Sloanea, las cuales se pueden considerar al borde de la extinción, siendo categorizadas En Peligro Crítico.