Turismo
El municipio nariñense ideal para desconectarse del ruido y reencontrarse con la tierra al ritmo del campo
En las montañas de Nariño, en la región Centro Occidente, se encuentra este hermoso pueblo lleno de encanto, historia y belleza natural.
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En lo alto de las montañas nariñenses, en la región Centro Occidente del departamento, existe un municipio que enamora con su encantador paisaje natural, los aromas de la tierra húmeda y la calidez de su gente.
Este lugar es Ancuya, una tierra de historia, tradición y paisajes inolvidables, enclavado entre valles fértiles y montañas cubiertas de neblina. Visitar este destino significa desconectarse del ruido, reencontrarse con la tierra y vivir experiencias auténticas al ritmo del campo, la cultura y la hospitalidad de su población.
Allí los visitantes tienen el privilegio de sentir una conexión inigualable con la naturaleza y descubrir la belleza sencilla del campo: el aroma de sus tierras, el canto de las aves desde las primeras horas del día y el murmullo del viento entre los cultivos.
Desde su llegada este municipio sorprende con su camino que serpentea entre potreros, molinos antiguos, farallones verdes y paisaje agropecuario que se extiende al horizonte. Su ambiente de calma se ve reflejado en cada uno de los caseríos dispersos y fincas trabajadas a mano que lo componen.

Según menciona la Gobernación de Nariño por medio de su página web, Ancuya es privilegiado por su geografía andina, por lo que las montañas verdes, los caminos de piedra y los campos cultivados crean un paisaje que inspira tranquilidad y admiración.
En este pueblo los turistas suelen quedar sorprendidos por la armonía que se percibe entre su entorno natural y las actividades cotidianas de su gente, siendo el turismo ecológico y rural su enfoque principal.
Las caminatas por senderos, recorridos en bicicleta por veredas, visitas a fuentes hídricas y paseos a miradores naturales hacen de Ancuya un destino nariñense perfecto para conectarse con la naturaleza a través de quebradas y nacimientos de agua que surcan el territorio y son refugios de biodiversidad.

Estos espacios son ideales para quienes buscan un espacio para la contemplación y el descanso, donde solo se escucha el sonido del agua y el canto de las aves, lo que se mezcla de manera única con su paisaje dibujado por varias tonalidades de verde.
En las zonas rurales de este municipio, las familias campesinas siempre están dispuestas a abrir sus puertas para ofrecer alojamiento, alimentación tradicional y actividades de turismo comunitario.
Quienes se animan a vivir esta experiencia pueden participar en labores agrícolas, conocer cultivos de papa, maíz o café, aprender sobre técnicas de siembra y cosecha, así como descubrir la magia de lo sencillo en armonía con la naturaleza.