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Los actores no se limitan a los lugares comunes y se las arreglan para darles nuevos matices a los personajes.

CINE

El hombre irracional

En su nueva película Woody Allen usa la historia de un profesor que atraviesa una crisis existencial para encontrarle un nuevo sentido a sus elementos habituales. ***1/2

Manuel Kalmanovitz G.
5 de septiembre de 2015

Título original: Irrational Man
País: Estados Unidos
Año: 2015
Director: Woody Allen
Guion: Woody Allen
Actores: Joaquin Phoenix, Emma Stone
Duración: 95 min


La carrera tardía de Woody Allen se balancea entre dos polos. De un lado están las fantasías ligeras e inocentonas (Magia bajo la luz de la luna, Medianoche en París) y del otro están los dramas que, si bien tienen algo inocente, también despliegan un cinismo complicado (Blue Jasmine, El sueño de Casandra).

El hombre irracional comienza pareciendo una versión ligera de esa segunda vertiente y, de hecho, comparte con Match Point la preocupación por el peso abrumador del azar.

La diferencia entre las fantasías y los dramas está en su tono, porque los personajes de ambas tienen mucho en común: son hombres que se quejan constantemente del tormento interior que viven y mujeres bastante más jóvenes que los escuchan con la esperanza de que su comprensión les alivie el sufrimiento.

En general, la gracia de estas películas tardías está no tanto en la sopresa de nuevos temas, sino en ver a grandes actores encontrando nuevos matices y acentos en unas dinámicas tantas veces repetidas.

El hombre irracional parece seguir el mismo esquema. Hay un hombre llamado Abe (Joaquin Phoenix), un profesor de filosofía borracho, barrigón y con fama de mujeriego que llega a una universidad del noreste de Estados Unidos en medio de una crisis existencial: su vida le parece profundamente absurda.

Aunque ha tratado de involucrarse, ayudando en grandes catástrofes (Nueva Orleans, Darfur), solo ha encontrado miseria, mezquindad y opresión. Incluso la filosofía que enseña, dice en clase, es una actividad que “empaña los problemas con palabras”, una cosa diseñada para hacernos olvidar que la vida no tiene sentido, que todo es aleatorio.

La muchacha joven que lo encuentra enloquecedor complementa el esquema: Jill (Emma Stone), una de sus estudiantes, se siente emocionada ante su malestar. “Es tan autodestructivo y tan brillante”, dice.

Phoenix le aporta un sentido de vulnerabilidad a su personaje. A diferencia de otros protagonistas de las películas de Allen, que parecen quejarse solamente para seducir jovencitas con tendencias caritativas, Abe parece genuinamente atascado por tanto pensamiento sin digerir y acá es donde El hombre irracional se separa de sus predecesores.

La salida que el profesor encuentra es pasar a la acción, retomando las riendas de su vida y demostrando que detrás de un tipo quejumbroso puede esconderse un megalómano que no se ha manifestado aún. Esa monstruosidad agazapada detrás de los lamentos es un hallazgo sutil e inesperado. Phoenix transmite de forma aterradora la coexistencia de ambas caras, y nos convence de que es posible que un tipo pase de lloriquear y considerarse el ser más abyecto del planeta a creerse una criatura superior a cualquiera.

En el fondo, esta película reexamina y encuentra el horror en esta figura que el cine de Allen ha venido definiendo estos últimos años. Es un horror profundo que el tono ligero de esta película camufla parcialmente: que tras todos estos hombres quejumbrosos se esconde una terrorífica y absoluta falta de empatía.

Cartelera
**** Excelente  ***½ Muy buena   *** Buena   **½ Aceptable  ** Regular  * Mala


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