Home

Cultura

Artículo

EL MEXICO DE LA RUPTURA

Con la exposición 'Pintores en México del siglo XX', la Biblioteca Luis Angel Arango, de Bogotà, presenta una completa selecciòn del arte mexicano de los ùltimos 50 años.

6 de junio de 1994

EN 1944 EL ARTISTA mexicano Raúl Alfredo Siqueiros, refirièndose a la evolución del arte en su país, sentenció: "No hay otro camino que el nuestro". La frase, que en la práctica había sido acuñada desde los años 20 por quienes, al igual que Siqueiros, pugnaban por una ruptura con el academicismo exasperante de comienzos de siglo, sirvió no sólo para poner en claro lo que pretendían los pintores de su generación, sino para que años más tarde los jóvenes artistas la tomaran como blanco de su lucha contra una aparente renovación que se había ahogado en la rigidez de sus propios preceptos.
En efecto, pintores como José Clemente Orozco, Diego Rivera y Raúl Alfredo Siqueiros conformaron en la década de los 20 un influyente grupo de artistas que se caracterizó, precisamente, por ir en contra del academicismo imperante. El descubrimiento -o, mejor, la búsqueda- de nuevos elementos estéticos, de una nueva expresión, le dio fuerza inusitada al arte mexicano. Rivera, Orozco, Siqueiros y sus discípulos habían roto con el pasado, inaugurando lo que más tarde se llamaría la Escuela Mexicana, una escuela que marcaría por muchos años los senderos de la plástica del país azteca. Pero, como toda innovación, la Escuela Mexicana conocería el agotamiento. Después de 30 años de dinastía, los artífices del cambio habían caído en un academicismo quizás aún mayor que el de comienzos de siglo. Para muchos, el mensaje eminentemente social de los exponentes de la Escuela Mexicana había dejado a un lado la búsqueda plástica. En pocas palabras, era inminente otra renovación.
Fue cuando apareció una generación de jóvenes artistas que habría de darle un nuevo impulso al arte mexicano. En la década de los 50, las figuras de Rufino Tamayo, el guatemalteco Carlos Mérida y el berlinés Mathias Goeritz sirvieron de inspiradores de esta nueva corriente, que los especialistas bautizarían con el nombre de "generación de ruptura". La idea era apartarse del nacionalismo de la pintura oficial, propiciado por la Escuela Mexicana, para explorar caminos renovadores. Imbuidos en su propio mundo, sus antecesores no habían abierto los ojos a los vientos de cambio. Muchos de los jóvenes, en cambio, habían viajado a Europa y respirado la libertad de una expresión plástica que sólo era posible seguir soltándose de las amarras del oficialismo.
A partir de entonces, los artistas mexicanos buscaron a toda costa la independencia. Y la encontraron. Fruto de estos aires renovadores, que fecundaron en la segunda mitad de este siglo, es la exposición que por estos días presenta la Biblioteca Luis Angel Arango, en la sala Luis López de Mesa, con el nombre de 'Pintores en México del siglo XX'.
La muestra, que pertenece a la colección del Museo de Arte Moderno de México, reúne a 29 de los principales exponentes de la "generación de ruptura". En un total de 60 cuadros están representadas las diferentes tendencias que señalan el camino del arte mexicano durante la última mitad del siglo: desde la expresión abstracta (bien sea geométrica, lírica o configurada), hasta el figurativismo y el arte pop. Artistas de la talla de José Luis Cuevas, Francisco Toledo y Rufino Tamayo, encabezan la lista de participantes.
Sin duda, es una excelente ocasión para recorrer el panorama pictórico mexicano de las últimas décadas, matizado por una multiplicidad de vertientes artísticas que dan cuenta del talento creador de un país que, de cierta manera, ha marcado la historia del arte en América Latina.