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Eric Dale (Stanley Tucci) recibe la pésima noticia de que se ha quedado sin trabajo en la firma a la que le ha dedicado la mitad de su vida.

CINE

El precio de la codicia

El documentalista J. C. Chandor logra lo imposible en su debut: ponerse en el lugar de los 'yuppies' de Wall Street.

Ricardo Silva Romero
5 de mayo de 2012

Título original: Margin Call
Año de estreno: 2011 
Guion y Dirección: J.C. Chandor
Actores: Kevin Spacey, Paul Bettany, Jeremy Irons

Sucede en Wall Street en plena crisis de 2008. Se nota, desde el primer plano, que todo va a estallar. Un par de funcionarias de 'recursos humanos' avanzan, igual que un escuadrón de fusilamiento, por las oficinas de aquella firma sin nombre. Es día de recortes de personal y no miran a nadie a los ojos. Recorren el piso de los analistas de riesgos -se trata de una empresa de servicios financieros semejante a la desaparecida Lehman

Brothers- en busca de un hombre llamado Eric Dale. Dale hace lo posible para no explotar mientras lo echan como a un enemigo y lo escoltan hacia la salida como a un criminal. Pero antes de meterse en el ascensor de salida le entrega a uno de sus asistentes, Peter Sullivan, una USB con toda la información necesaria para entender que la firma está en el precipicio de la quiebra y que tienen poco tiempo para salvarse del desastre: "Ten cuidado", le dice.

A partir de ese momento somos testigos de un catálogo de personajes que, abrumados por sus salarios desproporcionados, perdidos en sus pantallas plagadas de cifras, se han empeñado en la muy humana labor de alejarse de lo humano: el corredor Will Emerson confiesa que en los últimos días ha gastado 7.500 dólares en prostitutas porque no tiene más en qué gastar; la jefa de departamento, Sarah Robertson, se resigna a ser el chivo expiatorio mientras la empresa se va evaporando; y el ejecutivo Sam Rogers, pendiente de la posible muerte de su perro, trata de animar a los pocos empleados que quedan explicándoles que siguen teniendo trabajo porque son los mejores.

Quizás lo más sorprendente de El precio de la codicia, aparte de que se trate del debut del documentalista norteamericano J. C. Chandor, es que evita caer en la tentación de retratar a sus protagonistas como seres despiadados. Su nefasto título en español niega su capacidad para ponerse en el lugar de estos hombres comunes y corrientes que se han dejado devorar por el mundo financiero. Pero la verdad es que, más allá de sus diálogos ingeniosos, de sus planos de thriller y de sus actuaciones estupendas (qué bueno ver a Kevin Spacey y a Jeremy Irons en papeles dignos de sus talentos), esa es su gran virtud: ver en aquellas personas, que juegan con el dinero de todos como quien juega Risk o Monopolio, los dramas de cada día.

Se han hecho películas fascinantes, de todos los géneros, sobre las desalmadas sectas de los negocios: Wall Street (1987), Secretaria ejecutiva (1988), Glengarry Glen Ross (1992). También se han filmado documentales, que dejan sin palabras, sobre los horrores del mundo de las finanzas: Capitalismo: una historia de amor (2009) y Trabajo confidencial (2010). Pero solo El precio de la codicia, que en verdad se llama Margin Call, se ha atrevido a comprobar que lo más aterrador de aquellos monstruos es que son personas comunes y corrientes.