CINE
Los viajes del viento
La segunda película de Ciro Guerra es una suma de imágenes hermosas que invita a reparar el pasado. ***1/2?
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Título original: Los viajes del viento.
Año de estreno: 2009.
Dirección: Ciro Guerra.
Actores: Marciano Martínez, Yull Núñez, Rosendo Romero, Beto Rada, Guillermo Arzuaga, José Luis Torres, Agustín Nieves.
Ya está claro que el cine criollo no es un género. Y que la patria de un cineasta, nazca en donde nazca, es la suma de las películas que se han filmado en todo el planeta. Pero no deja de ser un alivio que Los viajes del viento sea un largometraje notable que se salva del adjetivo 'colombiano' (que solemos usar como sinónimo de 'incompleto') porque tiene clarísimo que un director enseña a ver el mundo a su manera, que un encuadre de un relato cinematográfico equivale a una frase de un texto literario y que quien cuenta una historia entra a hacer parte de un coro que viene del principio de los tiempos.
Los viajes del viento respeta la tradición, repasa el viaje mítico que emprenden los héroes, asume las convenciones de las películas de carretera, sigue los pasos que dieron los juglares vallenatos hasta 1968 y convierte la cámara en un testigo de lo pequeños que somos, pero también, al mismo tiempo, se atreve a ver las cosas como si las viéramos por primera vez. Y esa combinación de "lo ya visto" con "lo nuevo" es lo que la hace memorable.
Los viajes del viento es un libro de imágenes hermosas. Pasamos sus páginas, una por una, con la boca abierta. Pero como lo que nos lleva del principio al final no es el suspenso de su trama sino la precisión de sus encuadres, cuesta saber, a la salida del teatro, si los personajes están bien construidos, si de verdad logra contar la historia que quería contar, si alguna lección nos da sobre la realidad.
Sabemos que el triste juglar Ignacio Carrillo viaja desde Majagual, en Sucre, hasta Taroa, en La Guajira, para devolverle a su maestro un acordeón cornudo que ya no quiere tener en sus manos. Sabemos que al principio del camino se tropieza con Fermín, una especie de ayudante que quiere aprenderle el oficio, y que en algo recuerda al Juan Preciado de Pedro Páramo. Somos testigos de que recorre, junto con su discípulo impaciente, los estados del viaje del héroe (sobrevive "la separación", enfrenta "la iniciación", experimenta "el retorno") por los parajes sobrecogedores de la costa caribe.
Pero ¿por qué hace lo que hace?, ¿de qué "vida ordinaria" escapa?, ¿cuál es el enemigo que debe vencer para alcanzar lo que desea? No se nos muestra. Y nos sentimos, desde las primeras escenas, como aquel que ha llegado a la película 10 minutos tarde.
A pesar de su arranque apurado, no obstante sus dos héroes borrosos, Los viajes del viento es una experiencia estética que en verdad vale la pena. Confirma a su director, el mismo Ciro Guerra que en 2004 presentó la perturbadora La sombra del caminante, como un artista que se la juega toda por la inteligencia de su público, como un cineasta que no les teme a los géneros de siempre y como un hombre empeñado en decirnos -he aquí la lección que buscábamos- que no dejaremos de viajar hasta que reparemos el daño que hemos hecho.