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'Making a Murderer': realidad que supera la ficción

Con solo un mes al aire, ‘Making a murderer’ (Fabricando un asesino), serie documental de Netflix, se convirtió en un éxito que ha trascendido desde las redes sociales hasta la Casa Blanca.

16 de enero de 2016

'Fabricando un asesino', un documental de diez capítulos, retrata la historia de Steven Avery, un hombre que pagó, desde 1985, 18 años de cárcel en Wisconsin (Estados Unidos) por supuesto abuso sexual e intento de homicidio. En 2003 se comprobó su inocencia gracias a una prueba de ADN y salió libre. Poco después, Avery demandó al Estado por 36 millones de dólares, pero dos años más tarde las autoridades responsables del primer caso lo acusaron del asesinato de Teresa Halbach, una fotógrafa de 25 años, y lograron que resultara condenado. El programa muestra cómo manipularon las pruebas en su contra.

En 2005, las realizadoras Laura Ricciardi, de 45 años, y Moira Demos, de 42, entonces estudiantes de posgrado de cine de la Universidad de Columbia, buscaban un tema para su trabajo de grado. Al leer sobre el caso de Avery se les ocurrió realizar un documental, por lo que se mudaron a Manitowoc (Wisconsin), el condado donde ocurrieron los hechos, y durante diez años siguieron la historia, recopilaron documentos, notas de prensa, entrevistas y audiencias que dieron como resultado 700 horas de grabación. En 2011 le presentaron sin éxito la propuesta al canal HBO, pero Netflix la aceptó en 2013.

Estrenada el pasado 18 de diciembre, la serie ha tenido un impacto inusitado. A los pocos días surgió la campaña ‘Free Steven Avery’ (liberen a Steven Avery) en redes sociales. Además, el sitio Change.org acumuló más de 410.000 firmas por la libertad del protagonista. Y a la Casa Blanca llegó una petición que dice: “Steven Avery debe ser exonerado y los funcionarios del condado de Manitowoc (Wisconsin) cómplices de sus dos condenas injustas, deben rendir cuentas al más alto penal de Estados Unidos y de los sistemas de justicia civil”. No demoró mucho la respuesta de Ken Kratz, el fiscal del caso, quien en 2009 estuvo envuelto en un escándalo de acoso sexual vía mensajes de texto que lo llevó a retirarse del proceso y terminó de desprestigiar su imagen. El personaje dijo que la serie desinforma y que es una manipulación para exonerar a Avery.  

Brian Lowry, crítico de televisión y columnista de la revista Variety, le dijo a SEMANA: “Creo que su narración es muy fuerte, por lo que es comprensible que las personas reaccionen a lo que se percibe como una gran injusticia. Con todo, siempre hay dudas de si las cineastas podrían haber manipulado el material para construir su narración. Así que la efusividad pública puede ser un problema también”. Y Margaret Lyons, de The New York Magazine, también le dijo a esta revista que Fabricando un asesino es un himno a la desesperanza. Es tan impactante como devastadora. “No sé lo que pasa después de documentales de este tipo, ni el tipo de respuesta social al que debemos aspirar. Engendra el deseo de correr a la calle y gritar”.

Los analistas coinciden en que el programa de Netflix logró conectarse con el público por la desconfianza general de los norteamericanos ante su sistema de justicia. Así se explica la cantidad de indignados con la historia de Avery: tienen la sensación de que cualquiera podría ser injustamente acusado como él.

A Daniel Fienberg, crítico de televisión de la revista The Hollywood Reporter, no le sorprende el éxito de Fabricando un asesino y considera que las sagas documentales pueden ser tan exitosas como las de ficción: “Cuando se trata de una historia con varios giros, como ‘Fabricando un asesino’, un buen documental siempre será superior a la imaginación de, incluso, el mejor escritor porque, aunque sea un cliché, la realidad supera la ficción”. 

Recientemente, las creadoras del documental han confesado que uno de los jurados de la corte de Manitowoc les había dicho que pensaba que Avery era inocente y que merecía otro juicio, pero que era necesario que se realizara lejos de Wisconsin ya que todo parece una conspiración en su contra.  Steven Avery, quien hoy en día tiene 53 años, seguirá en busca de su libertad, mientras la saga que cuenta su tragedia sigue triunfando en el mundo.