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Claireece Precious Jones (la debutante Gabby Sibide) espera, a los 16 años, un segundo hijo producto de una violación

CINE

Precious

Un drama social cargado de patetismo que es, sobre todo, un monumento a dos actuaciones estupendas.

Ricardo Silva Romero
20 de febrero de 2010

Título original: Precious
Año de estreno: 2009
Género: Drama.
Dirección: Lee Daniels.
Guión: Geoffrey Fletcher, basado en la novela 'Push' de Sapphire.
Actores: Gabby Sidibe, Mo'Nique, Paula Patton, Mariah Carey, Lenny Kravitz.

Voy a describir una escena de Precious, quizá la escena más escalofriante de todas, para que ustedes piensen si tienen el estómago que se requiere para verla. No es una escena tramposa. No es una escena chantajista. Es, más bien, otros de los momentos dolorosísimos de realismo extremo que le dan forma a la película. Claireece Precious Jones, una negra obesa de 16 años que espera su segundo hijo, tras haber sido violada por su propio padre por enésima vez, trata de escaparse de la ira sudorosa de su madre por las peligrosas escaleras del edificio en el que viven, y la señora, que la odia a muerte porque "mi hombre la prefería a ella", y que suele decirle cosas como "desde que te tuve en mis brazos supe que eras un pedazo de mierda", le lanza un televisor gigantesco con la esperanza de aplastarla. Así es este largometraje.

Precious juega el juego de la superación personal, finge, mejor, que quien la vea saldrá con el espíritu restaurado y diciéndose a sí mismo: "Todo se puede superar en esta vida", pero la verdad es que su protagonista sufre tantos maltratos -desde que nace hasta que da con el colegio especial que la conducirá a la recuperación de su autoestima-, que la sensación que nos queda es de derrota: tiene razón Precious, llegamos a pensar, cuando se dice a sí misma "quisiera estar muerta". Es por eso, porque el dolor que transmite nos paraliza como espectadores, porque incluso sus brotes de humor cargan la trama de más y más patetismo, porque su redención no es tan reconfortante como, por ejemplo, la de Miss Celie en la versión cinematográfica de El color púrpura, que cuesta recomendar este trabajo como un buen plan de fin de semana.

Precious es un drama valiente -en la tradición de aquellos relatos de iniciación, de Oliver Twist a Tom Sawyer, que nos han formado a todos- sobre una niña que hace lo mejor que puede para no odiarse frente al espejo. Su director, Lee Daniels, recurre a todos los recursos posibles -una cámara temblorosa de documental, unos cortes brutales que nos ponen de pie sobre la tierra, una serie de secuencias luminosas que recrean la mente infantil de la heroína- para que no se nos escape ni un poco de la gravedad de los hechos. Pero lo que hace memorable esta producción, lo que la tiene en la carrera por el Oscar, es un elenco que le da verdadera vida a un grupo de personajes secundarios que en el guión no pasan de ser caras borrosas que la protagonista se encuentra por el camino.

Precious es, sobre todo, un monumento a sus dos actrices principales: la comediante Mo'Nique y la debutante Gabby Sibide. La primera encarna, con una rabia pocas veces vista en el cine, a esa madre que no logra escapar de sí misma. La segunda, en el papel de aquella hija que preferiría ser una huérfana, carga con la película desde la primera escena hasta la última: ella es, de hecho, la película.