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Cine imperdible que pone la lupa en campañas y gobiernos

Las dos películas de ficción y los dos documentales recomendados esta semana exploran los retos de la democracia en tiempos de redes sociales y el valor de la estabilidad institucional.

15 de agosto de 2020

Get Me Roger Stone - Muy Buena

Directores: Dylan Bank, Morgan Pehme, Daniel DiMauro País: Estados Unidos Año: 2017 Duración: 100 min

Disponible en Netflix

Este perfil de un consultor político que se autodenomina “un príncipe negro”, que se regodea de su mala fama, que ha asesorado a toda clase de dictadores y que ayudó no solo a la elección de Donald Trump, sino a que contemplara postularse muestra la política como una cuestión espectacular, más cercana a la lucha libre estadounidense –con personajes coloridos, insultos que van y vienen, gritos y exclamaciones– que a un debate racional de ideales y programas estatales. Hay algo entretenido en la picardía de este señor fastidiosamente bien vestido y que se hizo un tatuaje del rostro de Richard Nixon en el medio de la espalda; pero la conclusión tras ver este documental, que lo sigue durante la campaña que terminó con Trump en la Casa Blanca, es que ese entretenimiento que se dedica a movilizar votantes a punta de indignación, paranoia y odio es un riesgo para el funcionamiento mismo de la democracia.

Al filo de la democracia - Buena

Directora: Petra Costa País: Brasil

Año: 2019 Duración: 121 min

Disponible en Netflix

Petra Costa, la directora de este documental, hila acá su historia personal con la historia política reciente de Brasil: comienza con los dos periodos presidenciales de Lula, sigue con los dos de Dilma Rousseff –que terminaron abruptamente con un impeachment de dudosa legalidad– y concluye con la elección de Bolsonaro. El diálogo entre los testimonios personales y los hechos noticiosos deja ver un país fracturado irreconciliablemente entre visiones opuestas del mundo que su sistema democrático no logra conciliar. Transmitiendo la impotencia de sentirse regresando a un pasado autoritario que la directora y sus padres progresistas creían haber superado, es una muestra de cómo la combinación de descontento popular, corrupción generalizada y partidos políticos con más voracidad que ideología han llevado a Brasil al borde de una nueva dictadura, gracias a un movimiento popular instrumentalizado por las grandes empresas, en el que se combinan desconfianza de las élites, cinismo sobre los políticos y una añoranza de un pasado idealizado.

The Hater - Buena

Director: Jan Komasa País: Polonia

Año: 2020 Duración: 129 min

Disponible en Netflix

Drama polaco, ganador en Tribeca de 2020, que también examina cómo la desinformación, alimentada por la desconfianza y el desempoderamiento generalizados, es una poderosa herramienta en un mundo interconectado. Su personaje central es un tipo rubio, pálido y delgado que, tras ser descubierto plagiando, es expulsado de la carrera de Derecho. Enamorado de la hija menor de una familia refinada, termina trabajando para una consultora, especializada en enlodar reputaciones, discreta y viralmente en redes sociales, que tiene en su mira a un candidato a alcalde. En el personaje central la psicopatía no tiene los destellos de humor retorcido de Stone, y el tono de la película es sombrío y gris, como él. Observando su subida sinuosa, el filme hace un retrato desesperanzado, con distancia y controladamente, de cómo las mismas estrategias de manipulación masiva sirven para encumbrar o destruir lo que sea –una bebida, un influencer, un candidato a alcalde–.

The Report - Buena

Director: Scott Z. Burns

País: Estados Unidos Año: 2019

Duración: 118 min

Disponible en Amazon Prime

De los recomendados esta semana, esta es la única película que no trata con elecciones, sino con sus consecuencias, con el manejo poco vistoso de los asuntos estatales, y los tiempos particulares de una burocracia que, mal que bien, funciona como se supone. El asunto central es el programa de tortura que la CIA creó tras los ataques de septiembre 11 de 2001 con la idea de que los prisioneros capturados en las múltiples incursiones estadounidenses en Oriente Medio tenían datos que solo revelarían bajo lo que llamaron, eufemísticamente, “interrogatorios aumentados”. El protagonista es un empleado de una senadora demócrata, encargado de revisar el programa, su legalidad y efectividad. Con tonos apagados y sin grandes giros, el filme es una oda al trabajo metódico de oficina, a los funcionarios que, sin ansias de figurar, perseveran en sus labores de largo aliento para que las distintas ramas del poder se controlen entre sí.