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CRISIS FINANCIERA ¿QUE PASO?

El sistema financiero colombiano ha vivido en los últimos 15 días una de sus más duras crisis. ¿Cuál es su verdadero alcance?.

9 de agosto de 1982

"Afortunadamente fue sólo un deslizamiento porque pudo haber sido una avalancha". Esta frase, utilizada por un comentarista de televisión en relación con el problema presentado en la región de Santamaría (Boyacá), donde unas presuntas fallas de construcción en la represa de Chivor amenazaban con echar abajo una montaña, bien pudiera ser aplicada a la crisis que atravesaba nuestro sistema financiero.
Las intervenciones de que fueron objeto tres entidades del Grupo Colombia desencadenaron en pocos días uno de los mayores pánicos financieros que haya vivido el país en muchos años (ver p. ). Pocas veces una ola de rumores, consejas y especulaciones había golpeado con tanta fuerza al sistema financiero, o, por lo menos, a la credibilidad del público en éste. Como sucede invariablemente en estos casos, justos pagaron por pecadores. Fue una verdadera bola de nieve de la cual no muchos salieron ilesos. Día tras día aumentaba el número de entidades que estarían al borde de una "crisis". Y cada rumor iba siempre respaldado por una fuente "segura".
Transitorias dificultades de liquidez, creadas por el mismo pánico, eran objeto de interpretaciones que iban mucho más allá de su verdadero alcance. De esta maldición no se escapaban ni siquiera algunas de las entidades más sólidas del país. Inclusive simples coincidencias de sigla comercial o de apellido eran cobradas. ¿Qué había pasado realmente? ¿Era todo especulación?
Crónica de una quiebra anunciada
El problema que dio origen a la crisis fue real. Múltiples anomalías fueron descubiertas en el manejo de las entidades controladas por el señor Félix Correa. El recuento de los hechos es poco alentador en todas sus etapas. En escasos nueve años, ese hombre enigmático, de pelo blanco y anteojos oscuros, se había convertido en lo que muchos consideraban el cuarto hombre más poderoso del sector privado colombiano.
Su ascenso coincidió con la irrupción en la economía colombiana de nuevas sumas de dinero que dieron origen a grandes fortunas, las cuales, a su vez, entraron a disputarse el control de los sectores claves de la economía colombiana por medio de prácticas poco ortodoxas. Fue la época de los famosos "capitales emergentes".
Correa fue una de aquellas personas que ensayaron, a su manera, una serie de prácticas novedosas en nuestro medio (aunque desechadas ya en otras latitudes), mediante las cuales se buscaba controlar lo existente más que contribuir a crear empresas nuevas. Confiando en la prolongación de la atropellada liquidez que vivía el país a finales de la década pasada, Correa se dedicó, por ejemplo, a la compra de empresas en mala situación financiera, recurriendo para ello a los dineros depositados en sus firmas financieras por un gran número de ahorradores. Pero, finalmente, se vio enfrentado a circunstancias desfavorables, causadas por la prolongación de los problemas en las firmas adquiridas. A finales de 1981, su Grupo casi entra en insolvencia por falta de liquidez ante la pérdida registrada por la firma Fabricato, una de sus últimas adquisiciones.
Comenzaron a circular, por la misma fecha, una serie de rumores sobre la existencia de posibles irregularidades en una de las entidades financieras más importantes del grupo: Furatena. Ante tales rumores, la superintendencia Bancaria practicó tres visitas a la Financiera, la última de las cuales se hizo en diciembre de 1981. Las investigaciones revelaron una gran concentración de créditos en manos del propio Correa, además de la existencia de una gran cantidad de pagarés que a la postre resultaron falsos. Al terminar el proceso investigativo, la Superintendencia decidió intervenir la financiera, primera ficha del dominó que ahora se derrumba. La intervención de Furatena afectó a cerca de 24.000 personas que habían depositado en ella sus dineros.
La crisis se extendió rápidamente a otras entidades. Cuatro días después fue intervenido el Banco Nacional Inicialmente se dijo que la razón de dicha intervención había sido el cierre de sus puertas los días 24 y 25 de junio, cierre que las directivas del Banco explicaron en el pánico desatado por la intervención de Furatena y los grandes retiros que se hicieron a raíz de ésta. Después se supo, sin embargo, que en el banco se registraba una situación similar (o peor) a la de la Compañía de Financiamiento Comercial. Los créditos estaban concentrados en una sola persona o entidad y no tenían el respaldo necesario. Debido a esto la institución presentaba un desencaje crónico. Y como si esto fuera poco, el 63 por ciento de la cartera estaba vencida.
Es más, los problemas de esta institución venían de varios meses atrás. En diciembre de 1981, el grupo Correa había repuesto cerca de 800 millones de pesos, pero estos eran una parte relativamente insignificante de los cuantiosos pasivos que figuraban a su nombre en el Banco Nacional. En el momento de la intervención, incluso, se estaba negociando un fideicomiso para dotar a la entidad de las garantías indispensables sobre las deudas del Grupo Colombia. Como se supo en una de las cartas dirigidas por el superintendente Morris Ordóñez al señor Correa, el total de obligaciones a su cargo superaba los 9.000 millones de pesos.
Legislación obsolets
De los hechos anteriormente descritos, que constituyen el origen inmediato del problema, han salido a la luz pública diversos elementos que complementan el cuadro de la crisis. En primer lugar, parece obvio que la legislación en torno al sistema financiero es obsoleta. El solo hecho de que en esta época de computadores y cajeros automáticos el sistema financiero colombiano esté reglamentado por una ley de 1923, es suficientemente ilustrativo. Efectivamente, en lo fundamental, la actividad de los intermediarios financieros del país está regida por la ley 45 de dicho año.
Si la estructura económica del país ha variado radicalmente en los últimos diez años, cómo será en relación con la Colombia parroquial de hace medio siglo, cuando no solo estaba en pañales la actividad bancaria sino que no se vislumbraba la existencia de los poderosos grupos económicos de hoy en día. No obstante múltiples llamados, realizados por voceros de los diferentes sectores, sobre la necesidad de adecuar y modernizar esta legislación, es muy poco lo que hasta ahora se ha hecho en este sentido. El propio Superintendente Bancario, Francisco Morris, se había pronunciado sobre el tema. Es obvio que el primer paso tendría que ser el reconocimiento, por parte del legislador, de los grupos financieros como entes diferentes de la simple suma de las organizaciones que amparan. A este respecto, habría que contemplar la posibilidad de incorporar instrumentos innovadores, como balances consolidados, responsabilidad compartida y otros. Paralelamente se podría poner en práctica un sistema de seguro de depósitos como el que existe en Estados Unidos y muchos otros países. Tampoco hay por qué descartar mecanismos de autodefensa del sistema, como el que, en medio de gran controversia, está proponiendo el presidente del Banco del Estado Jaime Mosquera.
El gobierno:
Exceso de benevolencia
Independientemente del aspecto legislación, está también en tela de juicio la actuación del gobierno, y en particular del Superintendente Bancario. La mayoría de los observadores coinciden en calificar de inconsistentes algunas medidas del gobierno. En particular señalan cómo, mientras el 21 de junio se intervenía una de las entidades del Grupo Colombia acusándola entre otras de haber utilizado los recursos de los ahorradores para autofinanciarse, al día siguiente se institucionalizaba esta misma práctica mediante la nueva reglamentación para las compañías de autofinanciamiento comercial. Ha llamado también la atención, dada la gravedad de la situación, la ausencia del Ministro de Hacienda. Ningún compromiso internacional podía ser más importante que la defensa del sistema financiero colombiano. Afirma un crítico: "Durante toda esta tormenta no se ha visto al capitán". Pero el centro de las controversias en torno a la actuación del gobierno ha sido el papel jugado por el Superintendente Bancario. Francisco Morris Ordóñez, hombre amable y deferente, de 37 años de edad y uno de los funcionarios más allegados a la familia Turbay, ha sido blanco de numerosas críticas desde el momento en que se inició la crisis. La más común ha girado alrededor de su tardanza para actuar dados los elementos de juicio que él mismo reconoce que tenía desde hacía varios meses. A esto, sus defensores sostienen que la demora obedeció no tanto a tolerancia con las anomalías como al intento de tratar de evitar hasta el último momento lo que finalmente sucedió.
Otra crítica ha sido hecha a la forma gradual como han sido intervenidas las entidades del Grupo Colombia. Si bien, para los enterados las tres entidades son obviamente parte de la misma organización, para el ciudadano desprevenido este proceso de intervenciones espaciadas acentúa la impresión de una extensión de la crisis a nuevas fronteras. Indudablemente, hubiera sido más lógica una medida que afectara simultáneamente a todo el grupo, dados los elementos de juicio que la Superintendencia tenía en sus manos.

No obstante algunas de las posiciones asumidas por las entidades oficiales pueden ser justificadas en aras de evitar la crisis, el mosaico general de las relaciones entre el gobierno y el Grupo Colombia deja la impresión de un exceso de benevolencia. Se ha comentado, por ejemplo, el hecho de que a pesar de las conocidas dificultades del grupo, se hubieran dado excelentes referencias al Bank of America para que le aprobara un crédito por 3 millones de dólares. También, el que se hubiera otorgado autorización al Banco Nacional para invertir en el exterior no menos de 6 millones de dólares, en el Bank of Perrien de Miami, inversión que finalmente no se realizó pero que, según se dice fue hecha finalmente no se realizó pero que según se dice fue hecha finalmente, por el propio Félix Correa, con dineros obtenidos en el exterior.
Desfiguración
Pero obviamente, justa o injustamente, el gran enjuiciado de todo el proceso recientemente vivido ha sido el sistema financiero. Al terminar la semana todo parecía indicar que el sistema había soportado el chaparrón.
El caso del grupo Colombia parece tratarse de un caso aislado y su incidencia dentro del contexto global muy reducida (ver p.28). Sin embargo, el hecho indiscutible es que el sector financiero colombiano ha crecido enormemente en la última década. Y este, como todo proceso de crecimiento, ha estado acompañado de distorsiones. En opinión de Carlos Ardila Lulle, destacado vocero del sector industrial, "hay una desfiguración en Colombia entre el sector financiero y el sector productivo a favor del primero. En países como Estados Unidos la empresa industrial que más utilidades da equivale a la de los veinte bancos más importantes las diez principales empresas industriales ganan más que todo el sistema financiero americano". Es difícil evaluar, a estas alturas, el balance definitivo de los acontecimientos del último mes. Las repercusiones a corto plazo no son pocas. La desconfianza que presumiblemente permanecerá durante algún tiempo entre los ahorradores es probable que tienda a canalizar recursos a nuevos destinatarios, como papeles oficiales, dólares negros y finca raíz. De mayor importancia es la intensificación del proceso de concentración en el mismo sector financiero, resultado del traslado de fondos de los pequeños a los grandes como consecuencia del pánico. Varios mitos han quedado tendidos en el camino, empezando por lo que se consideraba el renacimiento del sector financiero antioqueño.
Muchas son las lecciones que se han aprendido en la crisis financiera de junio de 1982. El paciente sobrevivió pero las cicatrices están aún muy frescas.--
*Solidez y confianza
Fragmento de una entrevista de la revista "Cosas" de marzo pasado, a Hernán Arizmendi Posada, gerente de Financiera Furatena.
¿Cuáles son las principales ventajas de la financiera con respecto a otras? Es fácil señalarlas, una de ellas podría ser la agilidad y facilidad en el otorgamiento del crédito. Nosotros podemos otorgar créditos más o menos hasta tres años, a diferentes actividades económicas. Para el cliente son básicos tres factores determinantes. La solidez la confianza y la tasa de interés, que es lo que nosotros entregamos, con el respaldo de todo un grupo económico que da al cliente una gran tranquilidad.
Palabras de Félix Correa Maya, dentro del mismo artículo de "Cosas". "Se debe, si no fortalecer los grupos, por lo menos no combatirlos, porque son necesarios. Hay muchos que se preocupan porque se están comprando empresas, pero quién sabe si esas empresas se salvarían si ese grupo no las comprara. Los pequeños y medianos accionistas pueden vender sus acciones y ponerle la plata al mismo grupo, a un mayor interés".*
*44 empresas*
Estas son las 44 empresas que integraron el Grupo Colombia a partir de agosto de 1978.
Cartex de Colombia Corporación Financiera Antioqueña Empaques de Antioquia "Corfiantioquia". Maderas Laminadas de Antioquia Banco Nacional Inmobiliaria Furatena Seguros Colombia Constructora Furatena Financiera Furatena Industrial de Plásticos Autofinanciera Colombia Cepillos de Antioquia Financiera e Inversiones S.A. Colapsibes de Antioquia Seguros de Vida Colombia Calcomanías de Antioquia Capitalizadora Colombia Ele-Decoración Fiduciaria Colombia Edifiquemos Propiedad Raíz Fabricato Prointer Vicuña Feltom Riotex Tejidos Calidad Texmeralda Concentrados La Estancia Confecciones Primavera Administradora de Inversión Colombia Mercantil Ajustadora Fábrica de Tejidos Santana Transcarga Hilanderías Procolombia Aerocolombia Urbanizadora del Sur Promotur Ajustadora Colombiana Colcepillos Maderal
El estado financiero de cuatro de esas empresas al final de 1981 era el siguiente.

Capital Activos Captaciones
Banco Nacional 450 millones 10.972 millones 6.170 millones Financiera Colombia 500 millones 3.500 millones 3.000 millones FinancieraFuratena 400 millones 3.686 millones 2.507 millones Financiera e Inversiones100 millones 260 millones 107 millones
*Uno de tantos
Delgada, de baja estatura, modestamente vestida como la mayoría de los colombianos de escasos recursos, doña Isabel hacía cola frente a la oficina de Furatena, para reclamar sus flacos ahorros. Con 40 años y un estado de salud en deterioro, debe sostener a cinco hijos menores de edad. Su situación, como la de miles de ahorradores y cuentahabientes de las empresas del Grupo Colombia, es angustiosa.
En enero, un año después de la muerte de su esposo, Juan Laguna Calderón empleado del Idema durante 12 años recibió un cheque de indemnización, por algo más de $300.000. Hizo de inmediato un depósito a término en Furatena. La había aconsejado Mario Casas, un pensionado que desde hacía un tiempo le sacaba un poquito más de jugo al dinero de su jubilación, porque Furatena pagaba intereses más altos. Doña Isabel se acercaba todos los meses, el día 13, para retirar los intereses de sus ahorros, $9.800, para el "mercadito", y las necesidades familiares. A raíz del escándalo publicado en la prensa y difundido por los demás medios de comunicación doña Isabel acudió presurosa a retirar sus intereses. "Si hubiera venido antes del 4 de julio por los intereses...", le dijo la delegada de la Superintendencia. Doña Isabel sintió un vacío en el estómago y dijo en voz alta: "Ahora qué voy a hacer. !Y con el televisor empeñado! Si estuviera mi compañero...".
Como doña Isabel, miles de ahorradores verán prorrogado el término de su depósito hasta después de octubre. Y con el agravante de que la liquidación de intereses sólo se hará hasta el primero de julio. La intervención a la financiera hará muy largos los meses de espera. En su casa del "Marco Fidel Suárez", al sur de Bogotá, doña Isabel seguirá esperando una solución a su problema y correrá el riesgo de una aguda crisis doméstica. Seguramente también tendrá que empeñar el radio.