Economía

El milagro argentino en materia energética: hoy, es superavitario en todos sus combustibles, advierte experto

Pedro Cascales, presidente del gremio de empresas de gas licuado de petróleo en ese país, destaca el papel de Vaca Muerta, uno de los yacimientos más grandes de fracking en el mundo, en Argentina y la transformación de las regulaciones en el mercado.

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19 de agosto de 2025, 9:35 p. m.
Congreso Internacional del GLP – GASNOVA “Gas para el progreso”
Pedro Cascales, presidente la Cámara de Empresas Argentinas de Gas Licuado (Cegla), participará en el Séptimo Congreso Internacional del GLP – GasNova. | Foto: GASNOVA

Mientras Colombia enfrenta una compleja situación en el sector petrolero y de gas, con una vida útil entre seis y siete años, respectivamente; con un déficit de gas natural que ya empezó a pasar cuenta de cobro por la necesidad de importarlo para atender la demanda local, lo que se ha visto reflejado en los precios a los consumidores, y de espaldas al desarrollo de fracking, el caso argentino se convierte en un ejemplo para el mercado nacional.

Hoy, Argentina vive un boom en materia de hidrocarburos, gracias al aporte que hace la cuenca de Vaca Muerta, en la región de Neuquén: es el tercer yacimiento de petróleo no convencional (fracking) más grande del mundo y el segundo a nivel global de gas natural, bajo esta misma técnica.

NEUQUEN, ARGENTINA - SEPTEMBER 15: AÑELO, NEUQUEN - SEPTEMBER 01:  at Vaca Muerta on September 15, 2914 in Añelo, Argentina. Vaca Muerta is a shale geological formation originally discovered by Charles Edwin Weaver in 1931 and confirmed by YPF in 2011. Several oil companies have presented projects to extract shale oil and shale gas. (Photo by Ricardo Ceppi/Getty Images)
Vaca Muerta es el tercer yacimiento de petróleo no convencional (fracking) más grande del mundo y el segundo a nivel global de gas natural, bajo esta misma técnica. (Photo by Ricardo Ceppi/Getty Images) | Foto: Photo by Ricardo Ceppi/Getty Images

Vaca Muerta llegó en momentos en que los pozos tradicionales de Argentina entraban en declinación. El aporte en shale gas y shale oil le permitieron al país enfrentar no solo un déficit energético, producto de restricciones de precios e intervenciones, sino uno comercial, cercano a los 10.000 millones de dólares.

“Ahora, ya Argentina tiene un superávit exportable de energía (petróleo y gas) y se calcula que en breve el país va a poder llegar a exportar más de 20.000 millones de dólares”, explica Pedro Cascales, presidente de la Cámara de Empresas Argentinas de Gas Licuado (Cegla), quien será uno de los principales participantes del Séptimo Congreso Internacional del GLP (gas licuado de petróleo) GasNova, que se realizará entre el 26 y 27 de agosto en el Club El Nogal, en Bogotá.

En los años setenta y ochenta, Argentina se encontraba en una situación de reservas y de producción comprometida; incluso —recuerda Cascales—, “no éramos autosuficientes en GLP, Argentina tenía que importarlo, y también tenía que importar gas natural de Bolivia. Estábamos en una situación crítica. Cuando llega la época de los noventa, se abre el mercado del petróleo y del gas, y Argentina recibe las inversiones internacionales, empieza a ser superavitaria, tanto en gas natural (con algunas restricciones por temas de transporte para atender su amplia geografía, sobre todo en los meses de invierno), en petróleo y sobre todo en GLP. Hoy, Argentina es superavitaria en prácticamente todos los combustibles, en especial por el descubrimiento de Vaca Muerta”.

De hecho, ya al gasoducto que se utilizaba para importar gas de Bolivia se le hizo un trabajo de reversión para mandar gas argentino a Brasil a través de Bolivia.

Además, se está planificando para, en un par de años, terminar un nuevo gasoducto para llevar gas de Vaca Muerta al Atlántico y de ahí se va a licuar para empezar a exportar gas natural licuado.

Y al tiempo -señala Cascales- se están volviendo a poner operativos los gasoductos que conectaban a Argentina con Chile y con Uruguay para empezar a mandar gas a esos países.

“Es decir, la inversión privada ha generado no solo mayor cantidad de reservas, sino mayor cantidad de producción y no solo autosuficiencia, sino saldos exportables”, dice el dirigente gremial.

Congreso Internacional del GLP – GASNOVA “Gas para el progreso”
Argentina, según cálculos de Cegla, tiene su matriz energética de gas compuesta por 55% de gas natural y el 45% es gas licuado de petróleo (GLP, conocido como el de los cilindros). | Foto: GASNOVA

El caso del GLP

Argentina, según cálculos de Cegla, tiene su matriz energética de gas compuesta por 55 % de gas natural y el 45 % es gas licuado de petróleo (GLP, conocido como el de los cilindros). Es decir, unos 20 millones de argentinos usan gas envasado o gas a granel GLP, y el resto, unos 24 millones, usan gas natural.

El GLP tiene tres eslabones: los productores, que generalmente son grandes empresas, todas privadas, excepto YPF Ga, que tiene participación del Estado; después está la etapa del fraccionado, en el cual las empresas que toman físicamente el gas de los productores lo transportan a las plantas de envasado y de distribución, donde lo envasan y lo entregan a los clientes, comercios o directamente a los clientes finales; también hay un último eslabón, que hace distribución.

Haciendo un rápido recorrido por la historia, Cascales señala que, originalmente, Gas del Estado, una empresa estatal, se hacía cargo de la producción, en las décadas de los cincuenta, sesenta y setenta, hasta que llegó el gobierno de Carlos Menem, en la época de los noventa.

También hacía fraccionado del gas y dejaba en manos de terceros la distribución. Después se fue retirando, dejó que los privados hicieran el fraccionado y después se retiró del todo.

Luego hubo un cambio con la llegada de los gobiernos de Néstor Kirchner, Cristina Fernández de Kirchner y Alberto Fernández, que iniciaron una serie de reglamentaciones y empezaron a copar la esfera privada, en especial en materia de precios, en materia de GLP.

“Empezaban a regular y a controlar, a decir a cuánto tenía que comprar cada distribuidor de su fraccionador, a cuánto tenía que comprar el público o el comercio de su distribuidor y a cuánto le tenía que vender el productor a un fraccionador. Y obviamente ese cuánto era, en el caso del productor, por debajo de los precios internacionales, y muchas veces, tanto en el caso del fraccionador como del distribuidor, a precios que no cubrían los costos operativos, con lo cual las empresas se iban comiendo el capital. Es decir, habían regulado los precios de una manera muy estricta”, señala Cascales.

Pero no solo regulaban los precios: el Estado llegó a limitar cuánto gas tenía que comprar cada empresa en función de la cantidad de envases o cilindros, dónde tenía que comprar ese gas, en qué productor tenía que comprarlo y cuánto gas le tenía que vender cada productor a cada fraccionador.

“Llegamos a situaciones donde la garrafa (cilindro) en Argentina se vendía a menos de la mitad de precio que en los países limítrofes. Ponían precios máximos autorizados. Primero se decía que los precios eran de referencia, después con estas regulaciones se puso la palabra máximo de referencia, lo cual es un contrasentido en sí mismo, porque si es de referencia no puede ser máximo”, afirma Cascales.

También había que determinar por la vasta geografía argentina cuánto tenía que valer el gas en cada estado de la Argentina, pues periódicamente tenían que hacer los ajustes de esos valores.

Congreso Internacional del GLP – GASNOVA “Gas para el progreso”
La administración Milei modificó la regulación en materia de precios para el mercado de gas. | Foto: GASNOVA

“Eso generó, básicamente, que muchas empresas no tuvieran interés en invertir a lo largo de la década entre los años 2010 y 2020. Dos empresas multinacionales grandes, Shell y Total, se retiraron del negocio de gas licuado de petróleo fraccionado -no así de producción- y después otras empresas más pequeñas también fueron vendiendo su negocio, porque el Estado tenía tanta injerencia que podía hacer que un negocio pasara de ganar a ser negativo”, advirtió el dirigente gremial argentino.

Eso, a juicio de Cascales, “denota que las regulaciones no generaban un ámbito propicio para la inversión”.

Ahora, en la administración Milei, se modificó esa ley y se eliminó todo lo que tiene que ver con regulaciones de precios. Fue desregulando todas las etapas, incluida la del productor, que estaba obligado a vender a un precio por debajo del precio internacional. Todo esto hizo que el Estado terminara solo regulando temas en materia de seguridad y no de precios.

“Acá lo interesante es que, a pesar de que se han liberado los precios, en términos reales no han subido a lo largo de este año: en febrero del año pasado, una garrafa (cilindro) de 10 kilos estaba a 6.500 pesos (argentinos, algo así como 20.200 pesos colombianos), hasta la semana pasada estaba en el orden de los 13.000 pesos (40.000 colombianos). Cuando se ajustan por inflación, los 6.500 pesos deberían dar más que los 13.000, cerca de 14.000 o 15.000 pesos. Con ello, a pesar de la liberación, a diferencia de lo que mucha gente piensa, los precios no subieron, sino que incluso, en términos reales, bajaron”, explica Cascales.

Argentina tiene superávit de producto, es decir, produce más del doble de GLP del que consume. | Foto: Getty

Argentina tiene superávit de producto, es decir, produce más del doble de GLP del que consume. En su momento -agrega Cascales-, cuando los precios estaban, de alguna manera, restringidos, en el sentido que el productor estaba obligado a vender por debajo del precio internacional, por supuesto que el productor vendía lo que el local le pedía, pero un poco reticentemente, porque ese negocio no le era rentable.

Ahora, como los precios son iguales a los internacionales, no tiene problema hacer una venta local o internacional, porque es indistinto, no es una venta a menor margen o incluso eventualmente a pérdida.

“Entonces, eso también, de alguna manera, liberó esa tensión que existía en el precio local y el precio internacional, siendo que el precio local era más bajo que el internacional”, explica.

En el caso argentino, al ser ya todo el precio internacional, favorece que siga siendo para el productor interesante separar el gas y venderlo, porque tiene una retribución que le compensa hacer todo ese esfuerzo y toda esa inversión, que de otra manera podría no serlo, puntualiza el presidente de Cegla.