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El rey vive

Los fanáticos de Elvis Presley no se resignan a la pérdida del rey del 'rock and roll' y se preparan para celebrar a lo grande los 25 años de su muerte.

5 de agosto de 2002

Anthony Ciaglia nació en 1977, el mismo año en que murió Elvis Presley. Los dos pertenecen a generaciones distintas y sus referentes culturales no son iguales. Sin embargo eso no ha sido impedimento para que el joven se gane la vida en Las Vegas como uno de los 35.000 imitadores que se calcula existen del rey del rock and roll.

Anthony baila, camina, canta y mueve las caderas como Elvis. Pero no es un imitador cualquiera de esos que deambulan en los casinos y restaurantes de Nevada. El le debe la vida a Elvis. Así se lo dijo a los reporteros de la BBC que cubrían una peculiar subasta de objetos personales del cantante en Las Vegas en octubre de 1999.

A los 15 años Anthony sufrió un accidente que lo dejó en coma durante un mes y sus padres, en su deseo por reanimarlo, le pusieron los discos de Presley. Según el imitador, la voz de Elvis tuvo un efecto terapéutico y en cuestión de días recuperó la conciencia y comenzó su rehabilitación. Por eso no sorprende que en la subasta haya pagado 8.500 dólares por una camisa negra de poliéster que su ídolo uso alguna vez en los años 60.

Pero Anthony no es el único. Es más, se podría decir que el mundo está lleno de Anthonys que son capaces de pagar 32.500 dólares por un reloj, 25.000 dólares por una pijama de satín, 11.000 dólares por una tarjeta de crédito firmada y 8.000 dólares por el boletín de calificaciones de Elvis Aaron Presley, un hombre que nació en Tupelo, Misisipí, el 8 de enero de 1935, y que obtuvo su primera guitarra en 1946 gracias a que sus padres eran tan pobres que no pudieron regalarle una bicicleta.

Esos miles de Anthonys serán los que el próximo 15 de agosto a las 9 de la noche se reúnan en Graceland, la mansión de Elvis en Memphis y, dicho sea de paso, la residencia más visitada en Estados Unidos después de la Casa Blanca, para una vigilia de nueve horas en la que, veladora en mano, rezarán por el eterno descanso de su 'dios' de patillas generosas y trajes brillantes que el 16 de agosto de 1977 murió de una falla cardíaca, al parecer, relacionada con el abuso de drogas.

Son los mismos fanáticos que asistirán a un videoconcierto conmemorativo en el que se verá a Elvis interpretando sus grandes éxitos. Los mismos que comprarán los CD de colección y la docena de biografías autorizadas y no autorizadas que acaban de ser publicadas, los mismos que participarán en el desfile alegórico, los que asistirán a los foros especializados, los que reservarán sillas para el desfile de modas de la ropa de Elvis, los que participarán en la carrera de cinco kilómetros en su memoria y los que, obviamente, no se perderán el torneo de karate que este año llega a su décima edición.

Pero? ¿qué hizo este hombre para lograr que 25 años después de su muerte la gente siga hablando de él?

Estadísticamente hizo bastante. Se estima que en el mundo entero ha vendido 1.000 millones de discos, 131 álbumes y sencillos fueron discos de oro y platino, 149 de sus canciones se ubicaron en la lista 100 hot pop de Billboard, recibió 14 nominaciones a los Grammy, protagonizó más de 30 películas y su especial de televisión de 1973 desde Hawai fue visto en 40 países por más de 1.000 millones de personas. Fue el programa con más audiencia en Estados Unidos en esa época, incluso superó la transmisión de la llegada del hombre a la Luna. Nada mal para un hombre que no componía sus canciones y que, con excepción de tres presentaciones en Canadá, jamás realizó un concierto en el extranjero.

Para el crítico de música Juan Carlos Garay parte del encanto de Elvis radica en que logró transformar la música en un espectáculo, en algo físico, una vivencia que se podía palpar. Un chico blanco que cantaba como negro y movía las caderas con desenfado. Un chico malo con algo de bueno que abandonó dos años su carrera profesional para entrar al ejército y ser un simple soldado. Cuando sus detractores pensaron que el público lo había olvidado Elvis regresó, de la mano de Frank Sinatra, en un especial de bienvenida en el que el rey cobró la exorbitante suma de 150.000 dólares por cantar dos canciones. Elvis subió y bajó pero nunca cayó. Ni siquiera cuando su atractivo físico parecía una triste broma del pasado sus fanáticos lo abandonaron. Ser ídolo es un trabajo duro pero alguien tiene que hacerlo y Elvis sabía mejor que nadie cómo hacerlo: "La imagen es una cosa y el ser humano otra. Es muy duro vivir a la altura de una imagen".

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