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La estruendosa caída de Andrés de Inglaterra: de duque a plebeyo

En el episodio más bochornoso para la familia real en años, Carlos III despojó a su hermano de los títulos de príncipe y duque de York, castigo definitivo por su amistad con el convicto pedófilo Jeffrey Epstein. Ahora, vivirá como plebeyo.

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26 de noviembre de 2025, 3:37 p. m.

La presión sobre el trono británico por acciones tajantes contra su miembro más díscolo, finalmente ganó. Tras una intensa racha de nuevas revelaciones sobre la relación de Andrés con el abusador de menores Jeffrey Epstein y otras malas conductas, el rey despojó a su hermano del título de duque de York y de su condición de príncipe de la sangre, entre otras sanciones.

En adelante, será conocido como Andrés Mountbatten Windsor. El escrutinio al tercer hijo de Isabel II arreció a mediados del año. Primero, la BBC publicó un mensaje electrónico que mostraría que él mintió en la desastrosa entrevista que le concedió en 2019 al programa Newsnight, al decir que su último contacto con el pedófilo fue en 2010.

En esos días su criterio ya era mal visto, pues el millonario había sido condenado en 2008 por solicitud de prostitución con una niña. Según los nuevos descubrimientos, Andrés le escribió en febrero de 2011, tras conocerse su foto con Virginia Giuffre, la joven de 17 años que Epstein le habría procurado para que abusara sexualmente de ella en 2001. Fue la primera vez que a Andrés se le conectó con los ilícitos del estadounidense, a quien le decía en el mensaje: “Estamos juntos en esto (…) Mantengámonos en contacto ¡y volveremos a jugar!”.

Luego, una investigación de The Sunday Times arrojó que el trato se prolongó al menos hasta 2015, a juzgar por comunicaciones en que Epstein escribía haber obtenido información de negocios en China por parte de Andrés, entonces enviado comercial del Reino Unido.

Documentos del magnate liberados por el Congreso de Estados Unidos expusieron que el príncipe viajó en su avión privado, así como pagos de masajes para él con cheques de 200 dólares.

Otro catalizador para que la opinión y el Parlamento estuvieran cada vez más contra Andrés fue la aparición de la biografía Entitled: The Rise and Fall of the House of York, de Andrew Lownie. Ya se sabía que era el típico niño rico malcriado, con una obsesión por el sexo que le valió el apodo de Randy Andy (Andy el Cachondo) y la obra rescató aspectos desconocidos de esa comedia negra y tragedia que es su vida, según el autor.

Su extravagancia es descrita por la copiosa colección de peluches que, a sus 65 años, adornan su cama. Como el orden en que deben ubicarse es muy precisa y se pone iracundo si las mucamas lo rompen, ellas toman una foto para no errar.

A propósito del personal, Lownie cuenta que es capaz de reducir a las lágrimas a los empleados con epítetos como “maldito imbécil”, por faltas simples como decir mal un título real. El libro afirma que ha dormido con unas 1.000 mujeres, que llevaba tartas en forma de senos a las fiestas de la reina Isabel y que las invitadas a palacio eran sorprendidas por sus manos traviesas explorando sus rodillas por debajo de la mesa.

La reina Isabel sabía de los manejos poco éticos de Andrés, su hijo favorito, y no lo detuvo. En 1979 fueron fotografiados durante un evento hípico en Gloucestershire.
La reina Isabel sabía de los manejos poco éticos de Andrés, su hijo favorito, y no lo detuvo. En 1979 fueron fotografiados durante un evento hípico en Gloucestershire. | Foto: Getty Images

Durante una misión a Tailandia llegaron 40 prostitutas a su habitación. “El príncipe fue un idiota útil que les dio respetabilidad y acceso a líderes políticos y oportunidades de negocios”, cuenta Low nie sobre su relación con Epstein, quien se suicidó en 2019, a punto de ser condenado por tráfico de menores para prostitución.

El historiador halló una entrevista inédita en la que declara sobre ambos: “Nos parecemos mucho. Somos adictos al sexo seriales. A él le gusta involucrarse en cosas que, incluso para mí, son muy pervertidas. Y yo soy el rey de la perversidad”.

La biografía afirma que usó su trabajo como representante comercial del Reino Unido para favorecer sus propios negocios. En esos periplos se hizo amigo de hombres de fortuna indeseables como el kazajo Timur Kulibayev, cuya compra de una mansión de Andrés, en 2007, fue dudosa, pues le pagó 15 millones de libras esterlinas, 3 millones por encima del precio comercial.

También tiene estrechos vínculos con oligarcas de otras naciones de la antigua URSS y Oriente Medio, quienes le dan cuantiosos regalos en efectivo, que requiere para cubrir una vida de lujos que no puede darse por sí solo. También es amigo de un chino acusado de espiar para su gobierno en Inglaterra.

La fallecida Isabel II sabía todo esto y dejó que pasara, anota Lownie, una aparente confirmación de que tenía una debilidad por él. De hecho, se dice que ella pagó los 16 millones de dólares que Andrés le dio a Virginia Giuffre en 2022 por el acuerdo extrajudicial que firmaron, luego de que lo acusara formalmente por abuso sexual.

También es cierto que, a causa del escándalo, la monarca suspendió su misión comercial y le quitó sus títulos militares, su carácter de miembro de la familia real en funciones y el tratamiento de alteza real.

Giuffre se suicidó en abril pasado, pero hace poco su autobiografía póstuma le echó más sal a la herida. De sus encuentros con Andrés relató que él se acostaba con ella “como si fuera un derecho de nacimiento”. Luego trascendió que había ordenado a uno de sus escoltas investigar si Giuffre tenía historial criminal. Mountbatten Windsor niega las acusaciones, pero no está exento aun de ir a la cárcel por estos hechos, apunta la prensa local.

Carlos también desalojó a su hermano del Royal Lodge, un caserón de 30 cuartos que fue hogar de la reina madre, en medio de la indignación por el confuso leasing por el cual lleva 20 años sin pagar arriendo en una propiedad del Crown Estate, es decir, pública.

Con Mountbatten Windsor también se va a pique su exesposa Sarah Ferguson, con quien tiene una rara relación. Se divorciaron en 1996, pero compartían techo en el Royal Lodge.

Ella también ha sido puesta en vergüenza por la amistad con Epstein, que pagó parte de sus deudas por despilfarros como compras por 25.000 libras en una hora en Bloomingdales. Cuando Epstein quedó en evidencia como pedófilo, Ferguson, autora de libros para niños, lo repudió en la prensa.

Pero recientemente se conoció que enseguida le escribió disculpándose y llamándolo “amigo supremo”. En consecuencia, siete fundaciones la retiraron como su patrocinadora. “Inquieta yace la cabeza que lleva una corona”, dijo Shakespeare de los reyes y así lo vive Carlos III, al tener que mostrarse implacable con su hermano.

No actuar habría sido peor por el riesgo que Andrés se volvió para la reputación de la monarquía, una institución frágil, cuyo prestigio, por su naturaleza dinástica, depende mucho del comportamiento de los miembros de la familia real.