Cultura
Una orquesta sinfónica de venezolanos y colombianos que convirtió la música en instrumento de solidaridad
La Orquesta Sinfónica de la Juventud cumple dos años en el territorio nacional. El músico Eduardo Ortiz es el artífice de este proyecto gracias al cual artistas afectados económicamente por la pandemia han logrado subsistir.
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El venezolano Eduardo Ortiz levantó sus manos levemente y luego de mirar por unos segundos a su alrededor, se concentró en el grupo de violines que dará las primeras tonadas de Va, Pensiero, el coro de la ópera de Giuseppe Verdi, Nabucco. Más de 100 músicos colombianos y venezolanos siguieron su batuta en una noche de gala que convocó la Orquesta Sinfónica de la Juventud, que él creó hace dos años.
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“Soy músico desde que tenía cinco años en El Sistema de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, bajo la tutela del maestro José Antonio Abreu”, recuerda. Ortiz se inclinó por el violín como instrumento de formación. Muy joven emigró desde San Carlos, en el estado venezolano de Cojedes, hacia Caracas, para continuar su carrera como solista. Una vez instalado en la capital venezolana fue diagnosticado con artritis y tuvo que dejar de tocar su instrumento.
Abreu le planteó la posibilidad de hacer una carrera como director de orquesta, en un grupo de siete jóvenes que se formaron en los principales escenarios del mundo, como Gustavo Dudamel. A principios de 2019 Ortiz llegó a Bogotá en busca de mejores oportunidades musicales. En la ciudad se reencontró con un grupo de músicos venezolanos con quienes había compartido escenario en Europa. “Los vi tocando en Transmilenio”, cuenta todavía con asombro.
Con 14 de ellos conformó una agrupación. Su primer concierto fue en abril de ese mismo año en el teatro La Victoria, al sur de Bogotá. “Tocamos la Sinfonía 88 de Hayden y el Barbero de Sevilla de Rossini en un evento para niños”, cuenta Ortiz. A partir de ese día comenzaron a unirse más de 100 músicos colombianos y venezolanos con quienes conformó la Orquesta Sinfónica de la Juventud y el Coro de la Juventud.
Erick Sánchez es uno de esos músicos. Hace 15 años que toca el violín. En Venezuela ejercía el cargo de profesor en la cátedra de viola de Caripito. Fue miembro de la Orquesta Sinfónica Juvenil de Caripito, la Orquesta Regional y la Orquesta del Estado Monagas. Hace casi cuatro años está viviendo en Bogotá, donde se ha dedicado a tocar en las calles.
Una historia similar ha vivido Daniel Toledo, quien llegó a Colombia sin conocer a nadie. “Mi primer contacto con gente colombiana fue la orquesta, porque aquí no tenía familiares. Gracias a ella poco a poco me he ido desenvolviendo”. Toledo recalca que la música siempre ha sido su vida. Su papá también tocó en una orquesta, así que desde pequeño ha estado cerca de un escenario.
El debut de la orquesta que dirige Ortiz fue en el Auditorio Fabio Lozano, ante 200 personas, bajo la batuta del maestro Manuel López Gómez, con la Sinfonía del Nuevo Mundo de Antonín Dvorak, una de las más elogiadas después de la Quinta Sinfonía de Beethoven.
“Después de esa noche seguimos ensayando, buscando oportunidades y fue así como decidimos crear junto a Arex Aragon, Eugenio Duarte, Rhomy López, Álvaro Carrillo, Graciela Miranda, Juan Vera, Manuel López, Evelio Barazarte y Sara Catarine, Fundimusicol”, detalla Ortiz. Se trata de un programa que busca integrar todo ese talento que tiene Bogotá con la música como medio de inclusión social, basados en el modelo con el que se formó Ortiz en Venezuela.
Hasta el momento, a través de esta iniciativa, han apoyado con mercados, artículos de higiene personal y medicinas, entre otros insumos de primera necesidad, a artistas afectados por los confinamientos que ha impuesto la pandemia. “Tenemos una base de datos de 500 artistas migrantes en todo el país”.
La emergencia sanitaria les ha impedido darle continuidad a los ensayos, pero no los ha vencido. El pasado mes de diciembre, con el apoyo del Instituto Distrital de las Artes (Idartes), amenizaron el Gran Fiestón de Navidad que transmitió en Nochebuena Canal Capital. Ortiz cuenta que les cayó de sorpresa “porque llevamos todo el año buscando un espacio para ensayar”. De 150 músicos, finalmente solo pudieron participar 60. Aún así la producción fue impecable. “Hicimos un tributo a la Billo’s Caracas Boys, no queríamos que se acabara nunca”.
Gerardo Ardila, del grupo Puentes Ciudadanos Colombia-Venezuela, destaca que “esta es una orquesta compuesta por músicos venezolanos de primer nivel que forman parte de esa tradición tan importante de la música en este país, y junto a un grupo de muchachos colombianos forman la armonía que se requiere”.
Actualmente la orquesta se concentra en seguir convocando músicos de distintas edades, nacionalidades y condiciones socioeconómicas “para quienes la actividad musical sea primordial en su vida”, precisa Ortiz. El siguiente objetivo, concluye, es “estudiar obras como la Quinta Sinfonía de Tchaikovsky para celebrar los dos años de la orquesta en Colombia y agradecer el anuncio del Estatuto Temporal de Protección”.