
Opinión
Colores del Caribe: cuando el arte educa el corazón
En las salas del Museo de Arte Moderno de Barranquilla, la exposición Colores del Caribe demuestra que el arte y la educación pueden encontrarse para transformar vidas. Fe y Alegría celebra 70 años de una misión que sigue educando corazones y sembrando esperanza en los rincones más olvidados del país.
Hay escenas que devuelven la fe en el poder de la educación. Una de ellas ocurre en Barranquilla, en las salas del Museo de Arte Moderno donde los colores, las formas y los trazos de niños y niñas del Caribe colombiano se convierten en protagonistas de una exposición que celebra el talento y la esperanza.
La muestra Colores del Caribe nace de una alianza entre intenciones, decisiones y acciones. La directora del Museo de Arte Moderno de Barranquilla (MAMB), Diana Acosta, se sumó al propósito que tengo desde la Dirección Nacional de Sostenibilidad de Fe y Alegría y de mi colega, Paola Sierra, de la Regional Caribe. La coyuntura son los 70 años de nuestro Movimiento Internacional Fe y Alegría, inspirado por la Compañía de Jesús.
Esta iniciativa, más que una exposición, es un encuentro entre dos mundos que pocas veces dialogan con tanta fuerza: el arte contemporáneo y la educación popular.
Ver a los niños de los colegios de Fe y Alegría del Caribe, exhibir sus obras junto a nombres consagrados del arte colombiano como Fernando Botero o Alejandro Obregón es un recordatorio de que la sensibilidad estética también florece en los territorios más desafiantes. El arte, en este caso, no es un lujo, sino un lenguaje de dignidad. Cada pintura cuenta una historia de barrio, de familia, de sueños; historias donde la cotidianidad se pinta con la luz de la esperanza.
En tiempos en que la educación pública enfrenta enormes desafíos, Colores del Caribe nos recuerda que educar no solo significa enseñar a leer y escribir, sino formar el alma para la belleza, la empatía y la transformación. Esa es precisamente la misión que Fe y Alegría encarna y refleja en este evento que reúne a aliados, artistas, educadores y donantes en una celebración del compromiso compartido.
No es solo una exposición: es un manifiesto vivo sobre la posibilidad de construir país desde la ternura y la creatividad. La experiencia bautizada ‘¿A qué me sabe la obra?’ tiene un recorrido gastronómico que explora los sentidos. Mientras los asistentes recorren las obras, disfrutarán de un exquisito menú preparado por Luz Elena Kassab y su empresa Worldwide Trading, una mujer que hace parte del Círculo de Mujeres Semana Dinero. Además, con un increíble maridaje guiado por Andrés Rueda de Gastro Wine y vinos seleccionados por Alejandra Barrientos de Global Wine & Spirits. Así, se experimenta un acto compartido, una vivencia que une sensibilidades y recuerda que la cultura también alimenta.
Como organizadora del encuentro, tengo el privilegio de ver cómo se tejen conversaciones que van más allá de la estética. Se habla de inclusión, de equidad, de cómo las alianzas entre cultura y educación abren nuevas rutas de desarrollo humano. En medio de los trazos de color, muchos comprendemos que el arte no cambia el mundo por sí solo, pero sí transforma a las personas que lo habitan, y son ellas quienes finalmente lo cambian todo.
Hoy, mientras Fe y Alegría celebra 70 años “educando corazones y transformando vidas”, cada dibujo infantil, cada trazo hecho con ilusión, se convierte en una promesa de futuro. Colores del Caribe no es solo una exposición: es una metáfora viva de lo que sucede cuando la educación se encuentra con la belleza y la esperanza se hace visible.
Porque en el Caribe, como en el arte y en la vida, los colores siempre vencen a la sombra.
Alejandra Paredes Goicochea, directora de Sostenibilidad a nivel nacional de Fe y Alegría Colombia