Entrevista
“Es necesario acabar esta guerra”: Meir Javedanfar, analista iraní-israelí, habla en SEMANA sobre el futuro del conflicto entre Israel y Hamás
Meir Javedanfar, analista político irano-israelí, habla en SEMANA acerca del futuro de la confrontación entre Israel y Hamás en Gaza. Se refiere al papel de Donald Trump, Benjamin Netanyahu y Gustavo Petro.
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SEMANA: Han pasado ya casi dos años desde el inicio de la guerra entre Israel y Hamás, y pareciera que el conflicto está totalmente estancado. ¿Qué evaluación hace de la situación actual?
Meir Javedanfar: Es una guerra que Hamás escogió y empezó. Israel no la eligió. Pero ya después de dos años es necesario acabar esta guerra. Alrededor del 90 por ciento de los comandantes de Hamás han sido eliminados. Entre 60 por ciento y 70 por ciento de sus combatientes han sido destruidos, con cerca de 20.000 muertos. Hoy Hamás es mucho más débil que el 7 de octubre de 2023. El otro factor clave son los rehenes: todavía hay unos 20 en Gaza y la única manera de liberarlos es mediante un acuerdo con Hamás. Para las fuerzas especiales israelíes, es prácticamente imposible rescatarlos. Por eso creo que hay que llegar a un acuerdo y terminar la guerra. A mí no me gusta que Hamás permanezca en Gaza, pero primero hay que liberar a los rehenes. Después, en uno o dos años, se podrán tomar otras medidas para evitar que sigan gobernando allí, porque es un desastre tanto para Israel como para la mayoría del pueblo gazatí, que está en contra de Hamás.
SEMANA: ¿Qué hace falta para ponerle fin a la guerra entre Israel y Hamás en Gaza?
M.J.: Flexibilidad de ambas partes, sobre todo de Hamás. Israel recientemente mostró disposición a un acuerdo, pero Hamás se negó a cambiar su posición. Esa fue una de las razones por las que vimos el ataque israelí contra líderes de Hamás en Doha, Catar: buscaban presionarlos para que aceptaran la oferta impulsada por el presidente Trump. Israel dijo sí, Hamás, no. Habrá que ver si ese ataque cambia algo. Puede que ahora los líderes de Hamás teman por su vida y se vuelvan más flexibles, o que, por el contrario, adopten una postura aún más radical.
SEMANA: A pesar de las pérdidas humanas y de sus líderes, ¿por qué Hamás sigue luchando?
M.J.: Porque no quiere dejar de gobernar Gaza. Ganaron las elecciones palestinas en 2006 y desde entonces no han soltado el poder. Los líderes de Hamás obtienen miles de millones de dólares mediante el contrabando: compran productos en Egipto, los introducen a través de túneles y los venden con sobreprecio en Gaza. Ese negocio les da dinero y control absoluto, y no están dispuestos a renunciar a él. Además, Hamás roba gran parte de la ayuda humanitaria. Según cifras de Naciones Unidas, se apropia de la mayoría de los camiones de alimentos para abastecer a sus soldados y luego revende lo que sobra. Entiendo que civiles de Gaza participaron en la masacre del 7 de octubre, pero hay que encontrar una forma de convivir en el futuro. No podemos seguir en esta guerra interminable, que ha sido un terremoto tanto para Israel como para Gaza. A largo plazo, Hamás no puede ser parte de la región, y ellos lo saben. Por eso se niegan a liberar a todos los rehenes, como exige Israel.

SEMANA: En Israel, Benjamin Netanyahu se mantiene en el poder pese a acusaciones de corrupción y a su creciente impopularidad. ¿Por qué no ha sido posible removerlo?
M.J.: Porque Israel es una democracia. Legalmente, no hay forma de sacarlo antes de las próximas elecciones, y mociones de censura contra él no han prosperado. Netanyahu ganó con 64 de 120 escaños, prometiendo reducir el alto costo de vida, la vivienda y los alimentos. Pero hoy no lograría más de 50, quizá menos, porque la próxima elección girará en torno a un tema muy sensible: los ultraortodoxos, sus aliados, no hacen el servicio militar. Mientras que las familias seculares envían a sus hijos tres años al Ejército y pagan impuestos, los ultraortodoxos no solo están exentos, sino que reciben subsidios de alrededor de 1.000 dólares por familia. Esto genera una percepción de injusticia que ha debilitado enormemente a Netanyahu.
SEMANA: ¿Cómo está la imagen internacional de Israel tras las decisiones de Netanyahu?
M.J.: Siempre habrá países que nos condenen, no importa lo que hagamos. Pero lo preocupante es que ahora son nuestros aliados quienes están cansados de esta guerra. Destruir por completo a Hamás es imposible, sería como pedirle a Colombia acabar con cada guerrillero del ELN o las Farc; habría que entrar a cada casa. Por eso, cuando los países que siempre nos han apoyado, como los europeos y sectores del Partido Demócrata en EE. UU., nos dicen “ya no más”, el aislamiento se vuelve real. Hoy, en Estados Unidos, solo el presidente Trump mantiene un apoyo firme a Israel.
SEMANA: ¿Qué piensa de los planes de expandir asentamientos en Cisjordania y Jerusalén?
M.J.: Nos preocupa mucho. Después de una guerra así ya es difícil hablar de paz. El pueblo israelí vio cómo Hamás masacró a comunidades que eran de las más propaz, que incluso ayudaban a gazatíes con tratamientos médicos. Hoy de lo máximo que se puede hablar es de convivencia y mejores condiciones económicas para reconstruir Gaza, no de un acuerdo de paz. En este contexto, Netanyahu impulsa la construcción en el área E1, que destruiría la continuidad territorial de un futuro Estado palestino. Esto nos aislaría aún más justo cuando más apoyo internacional necesitamos. Israel tiene derecho a defenderse, pero debe hacerlo con inteligencia.

SEMANA: ¿Cuál es su opinión sobre la posición del presidente Donald Trump frente al conflicto?
M.J.: Trump es un gran aliado de Israel. Pero, al igual que otros líderes, debería presionar más a Hamás y también a Netanyahu para que ambos muestren flexibilidad. Israel no puede aceptar un acuerdo que comprometa su seguridad, pero sí es necesario avanzar. Trump ya ha presionado, pero tiene que hacerlo con más fuerza, sobre todo hacia Hamás y sus patrocinadores en Catar.
SEMANA: Háblenos de Irán. Tras los ataques israelíes, ¿cómo está su posición frente a Israel?
M.J.: Irán es una de las principales razones por las que no hemos alcanzado la paz con los palestinos. Israel se retiró de Gaza y desmanteló los asentamientos, pero, en lugar de construir instituciones y prosperidad, Hamás y la Yihad Islámica, con apoyo iraní, invirtieron en túneles y terrorismo. Cada vez que Israel cedió territorio, Irán patrocinó atentados. Eso minó la confianza del pueblo israelí en el proceso de paz. El régimen iraní es un peligro no solo para Israel, sino también para su propio pueblo y para la región. Oprime a los iraníes, desvía recursos hacia grupos terroristas y utiliza a Venezuela como base para el narcotráfico y el terrorismo de Hezbolá en América Latina y Europa.
SEMANA: ¿Ve posible un cambio de régimen en Irán?
M.J.: Ojalá. Es el sueño del 80 por ciento de los iraníes dentro del país y de casi todos los que están en el exilio. Pero el régimen es muy fuerte, tiene monopolio del poder, armas y redes económicas que dependen de su supervivencia. Hay intereses enormes en juego y sus defensores están dispuestos a matar para no perderlos.

SEMANA: En Colombia, el presidente Gustavo Petro rompió relaciones diplomáticas y comerciales con Israel. ¿Cómo lo ve?
M.J.: Romper relaciones no ayuda ni a Colombia ni a la paz. Criticar está bien; en Israel también lo hacemos cada semana. Pero expulsar al embajador y cortar todo vínculo no es constructivo. El pueblo colombiano quiere paz y estabilidad, no la desaparición de Israel. Los lazos entre ambos pueblos son muy fuertes: miles de israelíes conocen Colombia, muchos viajan aquí tras el servicio militar y yo mismo me casé con una colombiana en 2011. Mi recomendación es restablecer relaciones con Israel, mantener vínculos con palestinos moderados y usar la posición de Colombia como un país neutral para facilitar el diálogo. Eso sería mucho más útil que romper relaciones.
SEMANA: ¿Cree que algún día los israelíes podrán perdonar a los terroristas de Hamás por lo ocurrido?
M.J.: Perdonar a Hamás sería como perdonar a Hitler. No es posible. Pero debemos mantener relaciones con el pueblo palestino. No tendremos paz en los próximos diez años: lo ocurrido fue un terremoto. Primero hay que reconstruir Gaza y asegurar que Hamás no vuelva a gobernar. Si los gazatíes pudieran responder sin miedo, la mayoría diría que no quiere a Hamás porque destruyó su futuro. Israel nunca pensó que serían capaces de sacrificar a su propio pueblo en un ataque suicida contra nosotros. Por eso no pusimos más tropas en la frontera el 7 de octubre. No fue por falta de fuerzas, sino porque creímos que al menos valorarían a su gente.