Home

Mundo

Artículo

LA CAPTURA DE LOS 9 GORDOS

El FBI arresta los capos de las familias mafiosas más importantes

8 de abril de 1985

Tienen aspecto de banqueros. Abrigo de cachemir sombrero elegante, automóvil de lujo, buenos modales y un inglés perfecto. Son los nueve "padrinos" de Cosa Nostra, la mafia italo-americana, que hace pocos días fueron arrestados en Nueva York por el FBI. Son los capos de las 5 familias más poderosas de Nueva York, sin contar las de Detroit, Chicago, Filadelfia y Bufalo. Un total de 24 familias que componen la llamada Onorata Societa y que mueven millones de dólares al año. Se calculan, según los expertos, que mueven cifras mayores de las de la compañía de petróleos Esso. Sin embargo, un minúsculo micrófono espía escondido en el lujoso Jaguar de uno de los capos, Tony Corallo, jefe de la familia Lucchese, los traicionó. Más de 5 mil horas de grabación revelan los secretos e indiscresiones de la famosa Comisión una especie de comité ejecutivo compuesto por los jefes máximos de cada familia.
Arrestados, todos menos uno, se han inspirado en las precisas y estrictas reglas de la mafia: "Si te arrestan hay dos modos de salir, pagar la caución y eliminar los testigos o si no fingirse enfermo del corazón y al máximo, loco". La regla ha sido perfectamente aplicada. Cosa Nostra pagó 10 millones de dólares como fianza por la libertad de los capo-familia y ha encontrado un cómodo lecho en hospital para sus asistentes, con el diagnóstico de "sufre de las coronarias". Jamás han sido internadas tantas personas juntas de un mismo proceso por enfermedades del corazón. Un golpe de todos modos duro y costoso contra la vigorosa "Cosa Nostra que en realidad es una sola familia unida por un antiguo vinculo de pobreza y miseria que viene del siglo pasado, y de la lejana y olvidada isla de Sicilia.
Cuando a finales del 1800 don Vito Cascio Ferro, ante la arrogante riqueza de los nobles latifundistas sicilianos que se paseaban por los lujosos salones dorados de sus "villas" (basta recordar el film el Gatopardo), reaccionaba en el bar del pueblo declarando que había llegado la hora de salir de la miseria e interpretaba las leyes de la Omertá: nadie vio, oyó o dijo, un sistema de protección entre amigos, de ayuda de los amigos de los amigos. Don Vito se convirtió así en una potencia política y financiera. Ya a inicios de este siglo lo sucede don Caló, que gracias al tráfico de armas durante la primera guerra mundial dicta las férreas reglas de comportamiento de la mafia: silencio, lealtad y el pago con la vida en caso de traición y de errores. Un código secreto que sigue vigente hoy a pesar de los casos de "arrepentimiento". Pero el momento seguramente más importante en la historia del desarrollo de la mafia y de la Cosa Nostra remonta a los años de las grandes emigraciones de italianos desesperados a Estados Unidos.
Mientras Europa se está desmoronando en guerras y crisis económicas, millones de italianos y en particular sicilianos, emigran a la tierra del futuro. Allí surgen como protagonistas don Caló y más tarde en 1931 Lucky Luciano. En 1943 desde un avión de caza americano, una bandera color oro con la letra grande "L" se pasea por los cielos de Sicilia. Así quizo Lucky Luciano demostrar la afirmación del poder de la mafia norteamericana sobre Sicilia. Es el gran salto que la mafia ha dado, la proclamación del carácter de industria del crimen organizado, eficiente y empresarial. Luciano, "boss de los bosses", con su lunar al lado de la boca, frío y calculador inventa "el consejo de familia" que divide Nueva York en distintas áreas de influencia para cada familia. Por otro lado crea la Anónima Asesina, una institución independiente de asesinos profesionales que se encarga de eliminar los personajes "incómodos". Estos reciben órdenes sólo y directamente del "consejo de familia". Son años de gran desarrollo económico industrial y político para la Cosa Nostra y también de relativa calma con respecto a las intensas luchas internas por el poder de zonas de influencia, cosa que Luciano sabiamente se encargó de solucionar mandando asesinar los dos padrinos que lo precedían.
Con la nueva división, varias familias asumen posiciones de prestigio y poder: la de Vito Genovese, Frank Costello (que más tarde se retiró), Joe Profaci Carlo Gambino, Thomas Lucchese, Joe Bonanno, llamado Joe Bananas e inventor del "ataúd doble": encima el muerto legal y de bajo el cadáver incómodo. Cada familia tiene su propio territorio, sus negocios que van desde la prostitución, usura, subastas falsas, juegos de azar, ventas de carnes, supermercados, extorsión, etc., hasta el jugoso tráfico de droga. Y a pesar de la extradición de Luciano a Italia considerado "persona indeseable" en Estados Unidos, la mafia con o sin él, continúa su extensión de Nueva York a Chicago, a Detroit, a Atlantic City, al punto que llegan a constituir más de 20 mil afiliados. Las familias crecen a la sombra de los rascacielos, mientras los arreglos de cuentas, atentados, restaurantes que vuelan, envenanamientos, balaceras, continuan para asegurarse el enorme manejo del mercado de los estupefacientes, sobre todo de la heroína.
En los años 80, cinco poderosas familias sobreviven: la de Gambino Genovese, Colombo, Bonanno, Luchese. Estos cuentan con negocios de proporciones enormes, millones de millones. La sucesión va de padre a hijo, de abuelo a nieto, etc. Se dice que una de las familias más fuertes es la de Gambino. Este mediador indiscutible, gran capo, partió de Sicilia en 1921 hacia Virginia. Es uno de los pocos padrinos que han muerto de muerte natural y uno de los últimos nacidos en Sicilia. Gambino mandó matar en 1972 a Colombo, un italoameircano de Brooklyn que fundó la Liga por los Derechos Civiles en defensa de los dos millones de italoamericanos que constituyen la "Comunidad" de Nueva York. Su poder popular era tan enorme que Gambino lo tuvo que "suprimir". Pero el asesino erró el tiro y la agonía de Colombo se prolongó por 8 años.
La muerte de estos dos últimos "padrinos" en los años 70 significó, para muchos, la muerte de esa mafia de origen latino. Los nuevos "padrinos", arrestados hace poco y liberados, rechazan el título de "Don", no hablan dialecto siciliano, tienen más el aspecto de industriales y banqueros que de gansters. Y aunque con los clanes de Palermo en Sicilia tienen todavía muchos intereses, estos respetables señores continuan repitiendo "que la mafia no existe, es un invento de los diarios".--
Kelly Velásquez