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¿QUIEN MATO A ANA MARIA?

El gobierno sandinista afirma tener evidencia que la CIA asesinó a la comandante guerrillera salvadoreña.

16 de mayo de 1983

Tras estudiar al terreno, los seis hombres entraron en la casa sin violentar la puerta. Rápidamente se deslizaron al interior de la habitación, sin hacer ruido alguno, tan silenciosamente como se lo permitían los zapatos que calzaban, especialmente diseñados para desplazamientos sigilosos. Instantes después, habían rodeado la cama donde una mujer, de casi 60 años dormía profundamente. Transcurrían las primeras horas de la madrugada del 6 de abril pasado, y el lugar, una modesta casa a varios kilómetros de Managua, no presagiaba albergar necesariamente a alguien de importancia. Sin embargo, lo que sucedería allí segundos más tarde trascendería internacionalmente.
Los asaltantes, usando guantes especiales, máscaras y trajes oscuros, sin perder un minuto tomaron a su víctima, la amordazaron con una sábana y le doblaron un brazo hacia la espalda hasta fracturárselo. El resto de la operación fue consumado aún más rápido y con una dosis notable de sevicia. Con un pica hielo hirieron a la mujer más de 80 veces y, finalmente, con un navajazo en el cuello, que llegó hasta la columna vertebral de ella, le cegaron la vida.
Acababan de matar a Mélida Anaya Montes, la famosa comandante "Ana María", quien hasta ese momento era el segundo jefe político-militar de las Fuerzas Populares de Liberación (FPL), organización miembro del opositor Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) de El Salvador.
Horas después, el gobierno nicaraguense y el FMLN responsabilizaron a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) del alevoso crimen. Según un comunicado del FMLN, la dirigente guerrillera "se encontraba de paso por Mcaragua atendiendo tareas internacionales que el Frente le había encomendado". La muerte de ella, agregaron, "pone de manifiesto que el gobierno de Estados Unidos no escatima recursos y medios para ejecutar sus planes agresivos, violatorios de los más elementales derechos de los pueblos de Sandino y Farabundo Martí ".
Tomás Borge, ministro del Interior nicaraguense, por su parte, descartó ante los periodistas otros posibles móviles para el crimen, particularmente aquellos de carácter común.
"Yo pregunto al mundo", dijo, "¿quién podría estar interesado en asesinar a Ana María?". Tras una corta pausa, él mismo contesto: "Obviamente solo el imperialismo norteamericano ".
Según las varias heridas que presentaba la palma izquierda de la mano de Ana María, ella trató inútilmente de defenderse de sus atacantes. "La saña de estos profesionales", dijo el ministro del Interior "essaña a sangre fría ya que torturaron a su víctima solamente con el objeto de dar pistas falsas y hacer aparecer el crimen como un brutal asalto" .
Uno de los asaltantes, herido, fue capturado por las autoridades sandinistas. Fuentes no oficiales aseguraron que otras personas habían muerto durante el incidente.
Mélida Anaya no sólo era uno de los más altos jefes del movimiento que está cobrando por momentos mayor capacidad militar y política en El Salvador contra el gobierno pronorteamericano de Alvaro Magaña, sino que de hecho venía jugando un "inmenso factor aglutinante y de unidad entre los revolucionarios de ese país", segun Borge.
El sepelio de la luchadora reunió a una gran multitud, en una plaza al noreste de Managua que llevará su nombre. Miles de personas bajo un ardiente sol coreaban consignas, entre las que se destacaba una, repetida insistentemente: "Quién mató a Ana María, la CIA". El también legendario "Comandante Marcial", Salvador Cayetano Carpio, primera figura de la resistencia salvadoreña, fue el orador central del acto, en el que además hablaron dirigentes sandinistas.
Aunque admitió que la muerte de Mélida Anaya Montes era realmente un "duro golpe " para la lucha revolucionaria en El Salvador, Marcial -quien tuvo que-regresar de Libia, donde se encontraba asistiendo a una reunión política internacional-advirtió que "en memoria de Ana María" los guerrilleros de su país intensificarían su lucha y que sí el gobierno norteamericano terminaba por invadir a su país y a Nicaragua "los pueblos centroamericanos se convertirán en una hoguera revolucionaria".
Personaje de leyenda, la verdadera identidad de Ana María vino a conocerse hace sólo un año, cuando el periodista mexicano Mario Menéndez reveló quién era el segundo comandante del FPL, grupo político-militar, fundado en abril de 1970 por Salvador Cayetano Carpio.
Menéndez, con aprobación del FPL, publicó en ese momento una extensa entrevista con ella, desde Chalatenango, zona guerrillera por excelencia en El Salvador.
Doctora en Ciencias de la Educación, desde los años sesenta Mélida Anaya se hizo famosa por sus enérgicas luchas en defensa del sector magisterial de su país, actividad que la que surgió la Asociación de Educadores Salvadoreños (ANDES 21 de julio).
"Fue un trabajo de hormiga " recordaría después. "Las condiciones eran difíciles, la represión fuerte, pero logramos organizarnos sobre la base de demandar al principio reajustes salariales y después pasar a los temas políticos nacionales". Ese sector sería en los años setenta, uno de los más activos componentes de las acciones políticas en las ciudades. Poco después, ella fundaría con otros dirigentes, el Bloque Popular Revolucionario (BPR), que se convertiría en una de las mayores organizaciones de masas del Frente Democrático Revolucionario (FDR).
Ya Mélida Anaya había sido substituida por Ana María y la leyenda comenzaba.
La imagen común de la guerrillera joven e impulsiva no era precisamente la de ella. Cercana a los 60, algo robusta, de hablar pausado y dada más a escuchar que a hablar, Ana María no parecía ser el prototipo de quien se lanza a las montañas o a la clandestinidad a guerrear. Sin embargo, durante años esta mujer supo dirigir todo un frente de lucha en El Salvador y ser, en los últimos años, la número 2 de la guerra.
Quizás el único paralelo de ella, en cuanto mujer con altas responsabilidades en la conducción de un movimiento armado de amplias proporciones, fue dado por Madam Thi Bin, quien fuera conocida en los años sesenta como la segunda jefe del Frente Nacional de Liberación de Vietnam.
"Soy una maestra, pero en las circunstancias de mi país me he visto obligada a ser una maestra con fusil en la mano " solía decir.
En febrero del año pasado, le preguntaron qué desearía hacer una vez terminara la guerra que conoce su país. "Lo más hermoso", contestó sin saber que nunca lo realizaría, "sería volver a las aulas, a educar niños".
Las consecuencias políticas de su muerte sólo se verán más adelante. No obstante, los observadores afirman que ello empeorará las ya pésimas relaciones entre Nicaragua y Estados Unidos y radicalizará aún más la acción guerrillera en El Salvador, que justamente entrará en los próximos seis meses en una fase crucial. Las revelaciones sobre el papel de la CIA en tal asesinato, que el gobierno de Managua prometió dar a conocer en las próximas semanas, podrían afectar más profundamente la imagen del gobierno de Washington en la región y en el resto de Latinoamérica. -