Estados Unidos

Detectan altos niveles de plomo en el agua de escuelas en Washington: miles de niños podrían estar en riesgo

Las autoridades sanitarias confirmaron que decenas de escuelas en Washington presentan agua con niveles peligrosos de plomo, generando alarma entre padres y expertos por el impacto en la salud infantil.

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Darwin Schneider Correa Parra

Pasante de Mundo - Semana.

7 de octubre de 2025, 6:28 p. m.
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Altos niveles de plomo en el agua de escuelas en Washington | Foto: Getty Images/iStockphoto

En las últimas semanas, autoridades estatales en Washington revelaron que decenas de escuelas presentaron niveles de plomo en el agua potable por encima de los límites aceptables, generando alarma entre padres, maestros y especialistas en salud pública.

Los análisis muestran que el 75% de los centros educativos tuvieron al menos una toma de agua con plomo superior al umbral estatal de seguridad, y en muchas, los valores hallados superan los 15 partes por mil millones (ppb), nivel que exige cerrarla inmediatamente.

Estos resultados coinciden con datos difundidos por el Departamento de Salud de Washington, donde se reportó que algunas instalaciones arrojaron cifras extremas: en Silver Beach Elementary se hallaron hasta 4.853 ppb en un dispensador, mientras que otras escuelas superaron niveles de cientos o incluso miles de ppb.

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Agua del grifo en la escuela | Foto: Getty Images/iStockphoto

Investigadores de la comunidad académica han documentado que desde que la prueba de plomo es obligatoria en el estado, entre el 2,8% y el 7,9% de los grifos analizados arrojaron concentraciones superiores a 15 ppb.

El plomo es un metal tóxico que, incluso en cantidades muy pequeñas, puede afectar de forma grave el desarrollo neurológico de los niños. No existe un nivel seguro de exposición para menores, y se sabe que puede disminuir el coeficiente intelectual, afectar la atención, provocar hiperactividad, alteraciones del comportamiento y retrasos de aprendizaje, entre otros impactos severos.

Además, la contaminación puede provenir no solo de tuberías antiguas, sino de grifos, caños de conexión y otros componentes del sistema hidráulico escolar, por lo que aun en infraestructuras renovadas aparecen puntos de riesgo.

El panorama no es exclusivo de Washington. En varios estados de Estados Unidos, se han detectado casos similares, incluso en distritos escolares que ya habían reemplazado tuberías con plomo. En Nueva York, por ejemplo, se hallaron niveles elevados en llaves y grifos de escuelas cuyos conductos estaban libres del metal, lo que revela lo persistente del problema.

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Dos niños se lavan las manos bajo el grifo al aire libre en un día soleado. | Foto: Getty Images/Connect Images

A nivel federal, la Agencia de Protección Ambiental (EPA) ha lanzado programas de apoyo como “3Ts” (Entrenamiento, Muestreo y Acción) y un fondo de $26 millones de dólares para estados y territorios, destinado a ayudar en pruebas y remediación en escuelas y centros infantiles.

Adicionalmente, una regla final aprobada por la EPA exige que los sistemas de abastecimiento de agua comiencen a reemplazar sus tuberías con plomo en un plazo de diez años, con el fin de eliminar una de las fuentes más comunes de contaminación. Sin embargo, su implementación demanda recursos sustanciales. Se estima que los costos nacionales podrían oscilar entre $1,5 y $2 mil millones de dólares anuales.

Frente a este escenario, comunidades educativas en Washington han exigido transparencia, mapeo de las instalaciones más afectadas, instalación de filtros certificados y monitoreo continuo, mientras que padres y docentes piden garantizar fuentes alternativas de agua segura para los estudiantes hasta que las reparaciones concluyan.

Según el reporte oficial del Departamento de Salud de Washington (DOH) y los resultados publicados en su portal de pruebas de plomo en escuelas, los datos estarán disponibles al público para fomentar vigilancia comunitaria y exigir acciones correctivas.

La preocupación ahora es si estos hallazgos motivarán una respuesta contundente y eficaz para asegurar que ninguna escuela de Estados Unidos ponga en riesgo la salud de sus estudiantes por fallas en la calidad del agua.