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Abogado Jaime Castro cuestiona trámite de Acuerdo de Paz en el Congreso | Foto: Archivo SEMANA

JUSTICIA

"Cuando el acuerdo final ingrese a la Carta, esta dejará de existir": Jaime Castro

El abogado constitucionalista asegura que Colombia está a dos debates de enterrar la Constitución del 91. Dice que si el Congreso y la Corte Constitucional no corrigen el rumbo, las elecciones del año entrante serán la única salida.

2 de marzo de 2017

Semana.com: ¿Cómo ve el proceso de paz?

Jaime Castro: Hay unas de cal y otras de arena. En el terreno, el proceso marcha razonablemente bien: la concentración de las huestes guerrilleras ha culminado y se ha iniciado la entrega paulatina de armas. Es un gran logro para el país y una manifestación de que las FARC le apuestan a la desmovilización para convertirse en un partido político. Triunfaron en la mesa de negociaciones, al extremo de que pudieron renunciar a su pretensión de una constituyente. Ahora van a recoger los frutos de su esfuerzo.

Semana.com: La concentración, el desarme y la desmovilización, supongo que es la parte positiva ¿cuál es la negativa?

J.C.: El colapso de la Constitución. Estamos a dos debates de que el Congreso disponga que el Acuerdo Final haga su ingreso triunfal a la Carta. Cuando así suceda –y sucederá a menos de que los parlamentarios reaccionen-, se podrá decir, parodiando la célebre frase de Núñez en 1885 que “la Carta de 1991 ha dejado de existir”.

Semana.com: Lo que el Gobierno dice es que devolverán la paz al país después de una guerra de más de 50 años...

J.C.: Ese es el discurso de las FARC que ningún gobierno de Colombia había aceptado. Para el de Uribe, teníamos una amenaza terrorista (postura que el país respaldó masivamente durante ocho años), los demás reconocieron la existencia de un conflicto armado interno de baja intensidad; aunque muy dañino especialmente para sectores pobres en áreas rurales. Fue siempre claro que ese conflicto, a pesar de contener algunos elementos políticos, era viable por factores eminentemente criminales: el narcotráfico -que pasa por su mejor momento- la minería ilegal, el saqueo de los fiscos municipales, el contrabando de combustibles y el secuestro. El gobierno actual convirtió una guerrilla derrotada en “rebeldes con causa”.

Semana.com: ¿Estamos conquistando la paz o no?

J.C.: He reconocido como positivo el desarme de las FARC. Pero ni estábamos en guerra, por el carácter marginal de las FARC y su nulo arraigo popular; y no estamos en paz por cuanto los factores que atizan la conflictividad social están tan vivos como siempre; los demás grupos armados que proliferan en muchos territorios han ido copando los espacios que las FARC abandonan. En síntesis: ni guerra ni paz, sin duda con algunos progresos incuestionables.

Semana.com: ¿De qué manera se produce el colapso de la Constitución?

J.C.: A eso voy. La reforma propuesta, que ya aprobó el Senado, dispone que todas las instituciones y autoridades de la República queden obligadas a respetar el Acuerdo firmado con las FARC. Para que ese deber exista, hay que aceptar que el Acuerdo pasa a ser, en toda y cada una de sus partes, elemento de la Constitución. Esta decisión no deroga, por si sola, la Carta del 91, pero la subordinada por completo. Si alguna parte de las 311 páginas del conocido como “el mejor acuerdo del mundo”, pudiere ser entendida como pugnaz o discordante con la Carta del 91, prevalecerá sobre esta.

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Semana.com: Como dos constituciones...

J.C.: Haga de cuenta que la Constitución tiene dos tomos: el primero es la vieja Carta con sus reformas; el segundo, el Acuerdo de las famosas 311 páginas. Las contradicciones que entre ellos existan, que son muchas, se deberán resolver dando prelación al nuevo texto. Eso significa que el acuerdo con las FARC desplaza, al producirse su incorporación constitucional por acto del Congreso, cualquier norma anterior así ella tuviese jerarquía constitucional.

Semana.com: ¿Qué está en juego?

J.C.: Están en juego dos cosas: la sustitución de una democracia liberal por un sistema que muchos elementos tiene del “socialismo del siglo XXI”, sobre todo en el modelo de desarrollo rural. Y la seguridad jurídica, que es indispensable para preservar el régimen de libertades ciudadanas y el clima de inversión. La amalgama entre la vieja y la nueva Carta hará en muchos casos imposible saber qué está prohibido, qué es obligatorio y, por consiguiente, cuál es el espacio de nuestra libertad.

Semana.com: ¿Y el papel del Congreso dónde queda?

J.C.: El segundo tomo de la nueva Carta Política puede requerir regulaciones de detalle que son las que el Congreso, con creciente incomodidad, viene expidiendo. Note la curiosa inversión de papeles que está ocurriendo en frente de nuestras narices. El liderazgo es del Gobierno y, por supuesto, de las FARC, que en virtud del Acuerdo adoptan las reglas fundamentales de la vida social: los decretos reglamentarios (así se les llame actos legislativos o leyes) emanan del Congreso. Triste papel, lo digo yo que fui senador.

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Semana.com: ¿Cuál sería el papel de la Corte Constitucional?

J.C.: Habrá que ver; su credibilidad quedó muy erosionada luego de que fue capaz de decir que el pueblo y su representante -el Congreso- son la misma cosa, cabriola previa necesaria para desatar la avalancha de proyectos vía fast track. La intención oculta del Gobierno al plantear, con la mayor cara de inocencia posible, que todas las autoridades (atención, todas, sin excepción alguna) deben respetar el Acuerdo Final es amarrar a la Corte: esta ya no podría declarar inconstitucional aquello que se ha tomado la decisión de incorporar a la Carta. Se trata de una circularidad virtuosa para los abogados de las FARC y del Gobierno, y una trampa para la Corte Constitucional.

Semana.com: ¿Cuál será la consecuencia de que todo esto pase en la Corte Constitucional y en el Congreso?

J.C.: Una grave e inusitada batalla política sobre aquello que ninguna democracia bien organizada puede tolerar que le suceda: una incertidumbre casi insoluble sobre las reglas del juego. Es como si súbitamente dejáramos de saber con certeza en qué consiste el fútbol y cuáles son sus reglas, caso en el cual no se puede jugar. Este es el tamaño del daño que el consorcio integrado por las FARC y el Gobierno le causa a Colombia. En última instancia, las soluciones provendrán de las elecciones del año entrante.

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