Home

Nación

Artículo

| Foto: FOTO: JUAN CARLOS SIERRA

DESEMPLEO

El otro virus: 5,4 millones de personas perdieron el empleo en abril

Mientras que el desempleo asciende al 20 por ciento, el virus no ha llegado a su pico. El país no se puede detener y tendrá que aprender a convivir con la pandemia. Bogotá tiene el mayor desafío.

31 de mayo de 2020

La cifra de desempleo en Colombia era una de las noticias más esperadas ante la cuarentena. Y el viernes dejó a todo el mundo con los pelos de punta: en abril, la tasa alcanzó 19,8 por ciento. Una verdadera tragedia que significó que 5,4 millones de personas perdieran el trabajo en solo un mes de cuarentena. Esto confirma los estragos que la pandemia está causando en la economía colombiana.

Sin duda adoptar estrictas medidas de aislamiento a finales de marzo y durante abril era necesario para controlar la expansión del contagio y ganar tiempo para preparar los sistemas de salud ante el pico de la pandemia.

Iván Duque, presidente de la república.

Sin embargo, como ha ocurrido en todos los países, el encierro enfermó al empleo y al aparato productivo, hoy en cuidados intensivos. La cifra de desempleo sorprendió a quienes habían hecho las proyecciones más pesimistas, y pocos esperaban un resultado tan duro. Solo Bogotá perdió más de 500.000 empleos en un mes, y en las 13 principales capitales del país la tasa de desempleo llegó a 23,5 por ciento.

Y mientras tanto el virus sigue su curva ascendente. Las cifras muestran que este viernes el contagio llegó a 1.322 casos, la tasa más alta en un solo día, mientras el número total de contagios se acerca a 30.000 y las muertes pronto llegarán a 1.000. El virus ha impactado por igual a todo el país: desde la Casa de Nariño, donde se confirmaron esta semana 13 casos de covid-19, hasta varias cárceles que exhiben preocupantes niveles de contagio e incluso regiones apartadas como Amazonas y San Andrés, que han encendido las alarmas rojas.

La cifra de desocupados deja en claro la necesidad de continuar reabriendo gradualmente, y con todos los protocolos, más sectores para revivir el aparato productivo. También que el Gobierno nacional, los departamentos y los municipios trabajen armónicamente para seguir una sola línea en las decisiones. Los continuos enfrentamientos y las decisiones encontradas confunden a los colombianos y crean mucha incertidumbre entre los empresarios, que podrían demorarse aún más en arrancar.

Los mandatarios que vieron subir su popularidad por cuenta del manejo de la pandemia comenzarán a vérselas ahora con el descontento social que traerá el deterioro del desempleo y otros indicadores sociales como la pobreza y la desigualdad.

Economía maltrecha

Al comienzo de la pandemia hubo quienes hablaron de la necesidad de ‘apagar’ la economía por dos o tres meses y luego volverla a encender sin mayores problemas. Pero el encierro de solo un mes muestra un daño dramático. El presidente de la Andi, Bruce Mac Master, señala que las decisiones de aislamiento se justifican desde el punto de vista de la salud, pero tienen consecuencias muy graves en la economía. Por eso las cuarentenas no pueden permanecer demasiado tiempo.

Las cifras de desempleo así lo confirman. En abril se dispararon a máximos históricos por la destrucción de millones de puestos de trabajo y el aumento de la inactividad. El resultado de este mes es atribuible a los estragos del aislamiento en la economía y el mercado laboral.

La tasa de desempleo se disparó al 19,8 por ciento, un incremento de más de 9,5 puntos frente al mismo mes del año anterior y el mayor nivel para este mes desde 2001, cuando comenzó la medición. Estas cifras solo se comparan con los niveles observados con la crisis financiera de 1999, cuando en el país medía el desempleo solo en las principales ciudades y alcanzó el 22 por ciento, dice el presidente de Anif, Mauricio Santamaría. Recuerda que la nación tardó más de una década en revertir este resultado.

La gran diferencia con esa coyuntura es el rápido deterioro en la crisis actual. El número de desempleados pasó de 2,5 millones en abril de 2019 a cerca de 3 millones hace un mes y a más de 4,1 millones en abril de 2020.

Ese dato preocupante muestra la velocidad del deterioro. En el mes pasado más de 5,4 millones de personas perdieron su empleo, pues la población ocupada pasó de unos 22 millones a solo 16,5 millones de personas.

Esto significa que la población ocupada se redujo casi en una cuarta parte frente a su promedio histórico y que hoy el país tiene el nivel de empleo de hace más de una década, pero con una población mucho mayor.

Todo esto permite pensar en una caída de 10 puntos en la participación laboral. Eso significa que mucha gente sale del mercado laboral a la inactividad. En abril de 2020, la población inactiva en el ámbito nacional fue 19,1 millones de personas, 4,3 millones más frente al mismo mes de 2019.

La exministra Cecilia López critica la manera en que el Dane contabilizó la tasa de desempleo de abril y no le cabe duda de que pudo ser muy superior. Argumenta que al hacer las encuestas por teléfono, pudo haber un subregistro.

No obstante, hay quienes creen que el daño pudo ser peor. La exministra Cecilia López incluso critica la manera en que el Dane contabilizó la tasa de desempleo de abril y no le cabe duda de que pudo ser muy superior. Argumenta que al hacer las encuestas por teléfono y no preguntar todas las condiciones en que ahora están los colombianos, pudo haber un subregistro. En vez de estar cercana al 20 por ciento, esta tasa de desempleo pudo superar el 24 por ciento.

Coincide en este punto el excodirector del Banco de la República, Salomón Kalmanovitz. Señala que si la gente simplemente no buscó trabajo ante la imposibilidad de hacerlo por efectos de la misma cuarentena, habría una desocupación verdadera cercana al 30 por ciento.

El Dane ha defendido su metodología al asegurar que las cifras reflejan que algunos trabajadores de sectores que se tardarán más en arrancar, como el comercio y el turismo, inicialmente no buscaron trabajo en marzo. Pero sí comenzaron a buscar empleo en otros sectores ante el alargamiento de la cuarentena.

Las grandes ciudades, que responden por alrededor de dos terceras partes del deterioro del mercado laboral, sintieron el mayor impacto en abril. En las 13 principales se destruyeron cerca de 3 millones de empleos y allí hubo un incremento de más de un millón en el número de desempleados. Con esto, la tasa de desempleo urbano alcanzó el 23,5 por ciento, un incremento de 12,4 puntos porcentuales frente al mismo periodo del año anterior.

Esto se debe a que la mayor caída de la ocupación se presentó en sectores como industria, comercio, actividades de entretenimiento y construcción. En especial, en los empleados particulares y trabajadores por cuenta propia, lo cual indica un golpe muy fuerte en el mercado laboral formal y en el informal.

Las mujeres han sentido el mayor impacto del desempleo. Las cifras muestran que hubo un aumento de 1,8 millones de mujeres dedicadas a oficios del hogar. La tasa de desempleo en los hombres se duplicó y alcanzó el 17,3 por ciento, mientras el desempleo en las mujeres creció en más de 10 puntos porcentuales, al pasar del 13 al 23,5 por ciento en abril.

Para recuperar el empleo el país tiene que crecer en medio de la pandemia. Y para eso se necesita la coordinación de los gobernantes, disciplina social y estímulos a la demanda.

De las ciudades que mide el Dane, Bogotá, Medellín y Cali aportaron el mayor aumento del desempleo nacional. Pero las peores tasas de desempleo provienen de Neiva, con 25,8 por ciento, seguida de Ibagué, Armenia, Cúcuta, Riohacha, Quibdó y Florencia, entre otras.

La tasa de desempleo en Bogotá pasó del 11,9 al 14,5 por ciento en el trimestre móvil finalizado en abril, con lo que responde por cerca de una quinta parte del deterioro del mercado laboral nacional.

Estas cifras confirman el gran desastre que le ha causado la cuarentena a la economía y pone en evidencia la necesidad de solucionar este hueco. Como sostiene Mac Master, “comenzando con una defensa férrea de las empresas y de su capacidad de generar empleo, pues ellas son las únicas que pueden hacerlo”.

Todo indica que el daño infligido a la economía está a punto de arrasar también los logros alcanzados por el país en las últimas dos décadas en la lucha contra la pobreza y la consolidación de la clase media. E incluso podría poner en jaque las finanzas públicas.

Bogotá, el nuevo foco

El 6 de marzo se registró el primer caso de covid-19 en Bogotá, una persona que llegó de Italia. En esas primeras semanas de marzo el principal foco de contagio estuvo en Usaquén, a donde llegaron más personas provenientes del extranjero. Pero a medida que se fueron levantando algunas restricciones de movilidad, las zonas del sur y el suroccidente de la capital, donde vive buena parte de la clase trabajadora, empezaron a contagiarse con mayor fuerza.

Claudia López,  alcaldesa de Bogotá.

Hoy, por ejemplo, en el sector de Kennedy está el principal foco de la pandemia en la ciudad. Con corte al 29 de mayo, esta zona registra el 26,3 por ciento de los casos, con 2.244 contagiados. Les siguen Suba (9,5 por ciento); Bosa (9,1 por ciento) y Engativá (7,2 por ciento). Estas cuatro localidades aportan el 52 por ciento de los 8.536 casos confirmados en el Distrito, según el más reciente balance.

La situación en Kennedy preocupa. Casi todos los días en redes sociales aparecen imágenes de aglomeraciones de personas, algunas de ellas sin protección. En los últimos días las protestas se han vuelto frecuentes y hay una enorme inconformidad de los vendedores informales, que reclaman ayudas con urgencia. En esta localidad, tan grande como Barranquilla, está Corabastos, la central de alimentos más grande del país, donde se han detectado hasta 62 casos de covid-19.

La alcaldesa Claudia López ha dicho que los contagios en la capital han crecido a medida que se han reactivado sectores como la construcción, la manufactura y el comercio.

Además, miles de personas viven en condición de pobreza, muchas de ellas obligadas a salir a conseguir lo del diario. Esa misma pobreza los expone más porque no pocos viven en hacinamiento, no están bien alimentados y sufren enfermedades que, de acuerdo con la Secretaría de Salud, los hace más vulnerables.

La alcaldesa Claudia López ha dicho que los contagios en la capital han crecido a medida que se han reactivado sectores como la construcción, la manufactura y el comercio. Pero lo cierto es que Bogotá ha sentido más este problema, ya que en Medellín y en Antioquia la reapertura gradual de actividades productivas no ha tenido un resultado similar.

En esa región las autoridades han tomado medidas que a la postre han dado buenos resultados: muchas pruebas para identificar contagios, cerco epidemiológico que implica el seguimiento de los contactos de estas personas y buena dotación del sistema de salud. En esta región trabajan de la mano entre sector público y privado para mejorar y ampliar el número de las uci requeridas. Esto ha permitido que Antioquia haya podido reabrir las actividades productivas controlando los contagios.

De hecho, la reapertura de sectores productivos autorizados en Bogotá ha sido más lenta que en otras ciudades, pero paradójicamente los informales han salido a un ritmo mucho más acelerado y en ciertas ocasiones sin cumplir los requisitos impuestos a las empresas formales.

La reapertura de sectores productivos autorizados en Bogotá ha sido más lenta que en otras ciudades, mientras que los informales han salido a un ritmo mucho más rápido.

Esto, de alguna manera, genera un doble rasero, pues mientras los trabajadores informales cumplen condiciones precarias y pocas veces vigiladas, los formales tienen excesivos controles que incluso han llevado a muchos empresarios a aplazar su decisión de abrir.

La capital tampoco ha tenido los avances esperados en la dotación de las uci requeridas. El concejal Carlos Fernando Galán le reclamó esta semana a la alcaldesa capitalina que luego de más de dos meses de aislamiento no haya podido cumplir la meta que se había trazado en dotación de uci. El Gobierno distrital siguen teniendo las 668 de finales de marzo. Al comienzo del aislamiento, la Alcaldía se había comprometido con una meta de 4.000 unidades, luego la redujo a 2.000 y en este momento hay algo más de 1.200, pero casi la mitad corresponden a entidades privadas.

Al cierre de esta edición, la alcaldesa evaluaba la posibilidad de cerrar totalmente la localidad de Kennedy, donde vive más de un millón de personas. Hace unas semanas, este sector estaba en alerta naranja, lo que restringió la movilidad a circunstancias puntuales: provisión de alimentos y medicamentos, trámites bancarios, denuncias por violencia y paseos de mascota. Pero nada de eso se cumple.

La Alcaldía ha hecho campañas de sensibilización y autocuidado, pero a diario circulan por las calles de la ciudad centenares de ciudadanos sin las medidas mínimas de protección. Esta semana la Policía detuvo a 25 personas por salir de sus casas sin ningún motivo y 220 establecimientos han sido cerrados temporalmente por incumplir con los protocolos de bioseguridad.

La secretaria de Desarrollo Económico de Bogotá, Carolina Durán, ha dicho que planean una estrategia para que las 10.000 toneladas que llegan a la central de abastos sigan entrando a la ciudad sin especulación de precios. La idea es descentralizar la operación de Corabastos y que los compradores minoristas puedan abastecerse mediante domicilios y plataformas digitales. Han planeado que esta central solo funcione al 35 por ciento su capacidad. Por ahora, trabajan para reubicar otros locales en otras plazas, donde ya se han conseguido casi 1.200 cupos.

La evaluación general de los resultados obtenidos hasta el momento en la lucha contra el coronavirus muestra que persisten algunos casos críticos. Pero, en términos generales, la salud ha tenido un manejo adecuado y el número de contagios ha estado controlado, siendo uno de los países de mostrar.

Sin embargo, para la economía esta decisión provocó una larga agonía. Mientras las empresas no puedan abrir de nuevo, seguirán perdiendo valor económico y empleo en el país, con unas consecuencias todavía impredecibles.

Muchos prevén que la estrategia de aplazar la apertura de nuevos sectores traerá consigo una etapa histórica de desempleo. Mantener los aislamientos por mucho tiempo más podría destruir la economía del país. Reiniciar labores y reactivar el aparato productivo con todos los protocolos y cumpliendo las exigencias de salud es quizás la mejor salida.

En esa nueva etapa, la coordinación de los alcaldes y gobernadores con el Gobierno nacional será fundamental. Como dijo el presidente Iván Duque, la gradualidad va a depender de las reglas que adopten los alcaldes en sus municipios. Es decir, las autoridades locales van a tener las llaves de esa apertura, la vigilancia y el control.

Eso sí, será clave el compromiso de todos, la disciplina y el cumplimiento de las normas. De lo contrario, un rebrote del virus puede conducir a los colombianos a una nueva cuarentena que sería catastrófica para la economía.