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EL DIA EN QUE SAMPER RENUNCIO

SEMANA publica algunos episodios desconocidos sobre el proceso 8.000 que aparecerán en el libro de Mauricio Vargas, Jorge Lesmes y Edgar Téllez, titulado 'El Presidente que se iba a caer'.

16 de diciembre de 1996

El sabado 27 de enero de 1996 Hacia las nueve de la mañana, los ministros Serpa, Turbay y Pardo, el viceministro del Interior Juan Carlos Posada y Juan Samper, hermano del Presidente, se reunieron en el apartamento de Serpa para analizar la complicada situación de esa semana. Juan Samper, quien había pasado más tiempo que nadie en esos días con elprimer mandatario, actuó como coordinador de la reunión y dio inicio a la discusión con una evaluación bastante pesimista. _No nos digamos mentiras _dijo_. Esto va muy mal.
Durante varios minutos hubo un intercambio más bien desordenado de opiniones. Nadie parecía tener muy claro qué se debía hacer. El canciller Pardo tomó entonces la palabra y creyó llegada la hora de hablar con bastante franqueza. _Tenemos que partir del hecho de que la plata sí entró a nuestra campaña _sostuvo_, en vez de seguir cometiendo el error de echarles la culpa de todo a los conspiradores.Como ninguno de los demás asistentes parecía muy decidido a interrumpirlo para dar una opinión diferente, el canciller siguió adelante con su reflexión. _Reconozcamos, además _dijo_, que la propuesta de la consulta popular, que sería la base de una salida decorosa o de una permanencia legítima, no ha encontrado respaldo y que incluso dentro del gobierno hay quienes, como Juan Carlos Esguerra, se le oponen de manera decidida y razonada.
Sus interlocutores seguían en silencio, a la espera de que el crudo planteamiento de Pardo concluyera en alguna propuesta específica._Pienso que debemos examinar todas las posibilidades _agregó_. Y, cuando digo todas, incluyo de manera especial la de que el Presidente renuncie.
Como nadie se opuso a la propuesta y tácitamente todos aceptaron que la renuncia era una opción que debía ser considerada de manera seria, Serpa pensó que la discusión no podía seguir adelante sin el Presidente. Lo llamó por la red Falcon de altos funcionarios y Samper invitó a los tres ministros _Serpa, Turbay y Pardo_ a que lo visitaran a las cinco de la tarde en la hacienda de Hatogrande, con el propósito de darle un debate al tema.
Al llegar a la hacienda presidencial, los ministros se encontraron con Daniel Samper, quien llevaba varias horas conversando con el primer mandatario. El canciller comprendió pronto, tras el primer intercambio de ideas en el gran salón del costado oriental de la casa claustrada de la hacienda, que el hermano del jefe del Estado se inclinaba firmemente por la idea de que éste renunciara a la Presidencia. En una intervención lúcida y por momentos emotiva, Daniel Samper expuso las razones que debían decidirlos a todos por esa salida. _Hay que preservar el proyecto político y social para el futuro _explicó_. Ahora estamos derrotados, pero aún es momento de preservar esas ideas que tan hondo han calado entre la gente, en especial entre los más pobres. No olvidemos que lo importante no es ni ha sido nunca el poder por el poder mismo. Lo que es realmente trascendental es el proyecto político y social y, para que tenga una opción hacia el futuro, es definitivo que encontremos una buena manera de salir del poder.

El primer mandatario buscó con su mirada los ojos del canciller, como para sondear su opinión. Envalentonado tras la exposición de Daniel Samper, Pardo habló con franqueza y trató de darles mayores alcances a las ventajas de dejar dignamente la Presidencia. Para él, ésa era la única forma de garantizar que el proyecto samperista tuviera alguna opción de futuro pues, al igual que el hermano del Presidente, pensaba que la gente reconocía en el ideario de Ernesto Samper una decidida inclinación a favorecer a los más pobres._Quiero insistir además en lo importante que es lograr establecer de manera plena qué fue lo que pasó en la campaña _agregó Pardo_. Ya está claro que la plata entró, pero necesitamos saber por qué, por cuenta de quién, cómo se invirtió, si alguien se robó una parte, todo eso...Con la llegada de la noche, el frío se metió de lleno por los salones y corredores de la hacienda de Hatogrande. Samper, que había permanecido en silencio y con la cabeza sostenida sobre su mano derecha mientras escuchaba los argumentos de su hermano Daniel y del canciller Pardo, comprendió el claro mensaje que le estaban transmitiendo: había llegado la hora de renunciar a la Presidencia de la República, posibilidad que, según les reconoció, él mismo estaba contemplando ante la evidencia de que después de lo sucedido esa semana, no parecía existir una salida diferente_Yo no niego que esa posibilidad esté sobre el tapete _explicó con la voz ligeramente quebrada_. La he explorado mucho en estos días. Tiene además varias ventajas. Hay que seguir pensando en todo esto y, mientras tanto, debemos ver cómo se desarrollan los acontecimientos.
Volvió a quedarse callado. Eran las 6 y 30 y su madre, doña Helena Pizano, entró al salón para despedirse, pues salía para Bogotá. Besó a su hijo en la mejilla y le entregó una pequeña nota escrita a mano, que el Presidente colocó sobre la mesa de centro del salón. Al partir doña Helena, Samper leyó mentalmente la nota, hizo una mueca, se sentó y siguió en silencio. Serpa aprovechó el momento para decir, sin mucha convicción, que no era el momento de rendirse._Hay que seguir luchando_anotó sin explicar qué quería decir con eso ni cómo debía ser esa lucha.
Samper retomó la palabra sin reparar en lo expresado por el ministro del Interior. _En todo caso _dijo_, yo quiero hacer un gran discurso para la instalación de las sesiones extras este martes. Si tenemos suerte, será un discurso para cambiar el rumbo de las cosas. Si no, será un discurso para la historia, una constancia de lo que quisimos y no nos dejaron hacer por este país...Como prueba final de que en su mente se había abierto paso la idea de la renuncia, el Presidente les encargó a Pardo y a su hermano Daniel algunas notas para el discurso ante el Congreso. Luego se puso de pie para despedir a los tres ministros. _Miren cómo será de difícil esta decisión, que incluso en mi propia familia las opiniones están divididas _dijo al tomar de la mesa la nota que le había dejado su madre_. Mientras Daniel me convence de renunciar, mi mamá me escribe esto: "Si no luchas hasta el final, te arrepentirás toda la vida".