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Entrevista completa con José Saramago

26 de marzo de 2001

Semana: ¿Por qué escogió a los alfareros como protagonistas de su novela?

J.S.: La novela parte de dos momentos. Uno es cuando yo estaba en Lisboa y vi una gran valla publicitaria que me llamó la atención y que invitaba a la apertura de un centro comercial. Pero eso era apenas un elemento. Es decir no tenía un contrapunto, el cual encontré meses después en Brasil en una feria artesanal. Yo estaba con mi mujer y con mi editor y de un momento a otro escuché de ellos mientras yo miraba los muñequitos de barro: "Esto podría ser el principio de una novela". Ha sido una coincidencia buena porque en el fondo aquí hay algo que no es sólo una actividad que tiene referencias culturales, históricas, mitológicas.

Semana: Uno de los personajes más bellos de la novela es el perro ‘Encontrado’. ¿Por qué le dio tanta importancia?

J.S.: Sin duda es un personaje hermoso, yo creo que la novela quedaría incompleta sin el perro. Si cuando se recuerde a los escritores del siglo XX y digan ese señor escribió una novela en donde había un perro ‘Encontrado’ me doy por bien servido. En mi casa tenemos tres perros y todos son recogidos. Uno se llama Kamois, como el gran poeta portugués pues ese perro apareció justo en el día en que me comunicaron que había ganado el premio Kamois, que en lengua portuguesa, es el equivalente al Cervantes en España.

Semana: Usted dice que la juventud de ahora no es feliz y que no hay por qué escribirle necesariamente a la juventud. ¿Por qué dice eso?

J.S.: Al igual que no sé escribir para niños tampoco sé escribir para jóvenes, pero ¿qué es escribir para jóvenes? Si recordamos lo que pasó en los años 60, cuando pensábamos que todo iba a cambiar mucho, esos chicos tenían 18 años. Después de tantos años, ¿qué hacen? ¿de qué sirvió? Yo no estoy diciendo que la juventud no deba tener ilusiones, ni sueños, ni deseos, ni todo eso, pero cada uno tiene que estar consciente de que las ilusiones que tenga difícilmente podrá realizarlos mientras sea joven. Todo, seguramente llegará más tarde.

Cuando yo era un niño no me gustaba nada, lo que yo miraba era eso que estaba más allá de mi comprensión. Entonces escribir un libro para jóvenes… no sé. Es cierto que yo no he escrito ningún libro dedicado a la juventud pero eso no impide que yo no tenga dentro de mis lectores una cantidad de jóvenes. Pero yo no necesito buscar que la gente se identifique o no se identifique con lo que escribo.

Cuando yo presento libros en mis conferencias la presencia de los jóvenes es apabullante, como en México, en Portugal. Yo no creo que sea necesario escribir específicamente para jóvenes. Además cuáles son los problemas de los jóvenes. Hay unos que no son de los jóvenes pero sí de las circunstancias en las que se mueven. Porque después de dos o tres años de juventud no tiene más remedio que dejar todo eso atrás y entrar en eso. Claro que ellos tiene problemas, la incomprensión, el rechazo generacional, el padre que no entiende al hijo, o al revés, etc.

Semana: En una frase de su novela dice: "Es una estupidez perder el presente sólo por el miedo de no llegar a ganar el futuro".

J.S.: Eso es lo que está pasando. Estamos perdiendo el presente y no nos damos cuenta que un futuro mejor es solo una posibilidad. No debemos pensar que cuando lleguemos a ese futuro lo tendremos. Por qué nadie habla de los valores de la edad madura ni nadie habla de la vejez. Lo que pasa es que ser joven se ha convertido como algo de superstición "hay que mantenerse joven" y vemos ahora a varios adultos haciendo unas cosas totalmente ridículas para "verse joven". Si no fuera posible entenderse entre una persona mayor y una menor pues viviríamos en tribus de jóvenes, de adultos, etc.

Semana: Gran parte de los intelectuales europeos ve a la guerrilla colombiana con una imagen lírica, romántica. ¿Por qué?

J.S.: Eso es cierto y sobre todo cuando no nos toca. Si la tuviéramos cerca cambiaríamos de opinión. Es cierto que los europeos no se dan cuenta de la realidad. Yo creo que es falta de información y no digo que no lleguen reportes de secuestros, de masacres. Si tienen ideales o si los han tenido pues que lo expliquen con claridad y si ya no los tienen que den a entender por qué se convirtieron en otra cosa.

En Portugal hay intelectuales que miran con simpatía al país vasco, a la ETA, simplemente porque son intelectuales socialistas. Eso es peligroso porque lleva a aceptar o, por lo menos, a no cuestionar los errores o crímenes que se hacen bajo un régimen o una situación que tiene una similitud con su convicciones. La postura debería ser crítica. ¿Dónde es que nos paramos?

Semana: Se habla de ‘La Caverna’ como el complemento de una trilogía compuesta por ‘Ensayo sobre la ceguera’ y ‘Todos los nombres’ pero la trilogía es involuntaria. ¿Ahora encuentra coincidencias entre los tres libros?

J.S.: Sin duda es una trilogía involuntaria. Cuando yo empecé a escribir ‘Ensayo sobre la ceguera’, no sabía qué vendría después. Yo no tenía una lista de temas. Lo que puede venir después puede tardar semanas o meses. De una forma u otra entremezclo el mundo exterior. ‘El Ensayo sobre la Ceguera’ es una alegoría con la gente que se está quedando ciega, pero lo que se pretende decir es que aunque hay seres dotados, nuestra razón está ciega.

Yo tengo una idea en la que vengo trabajando hace años y es que cuando el hombre se reconoció a sí mismo no aguantó el shock y no ha soportado la idea de ser inteligente. Lo que hay es la pérdida de la razón. Y hay una cosa clara es que el único ser en la tierra que es cruel es el hombre. Para ser cruel se necesita ser totalmente razonable. La crueldad nunca es gratuita. A mí me dicen que soy pesimista, que tengo una visión apocalíptica.

Luego viene ‘Todos los nombres’ que no lo tenía premeditado. En esta novela el eje es la pérdida de la identidad por qué uno empieza a preguntarse quién es, quiénes somos cada uno, para qué servimos, en el marco de la sociedad. Por otro lado, el problema del otro. Y finalmente, ‘La Caverna’ se acerca a la imagen que estaba ahí para enseñarnos una realidad. El hecho de que yo me remita a la imagen de la gente sentada mirando las imágenes que pasan en el fondo, a mí me parecen que no son tan reales a lo que pasa sobre la realidad.

Semana: Hay una frase del libro que llama la atención: "el hombre nunca entenderá a la mujer"

J.S.: Yo creo que todavía estamos viviendo una consecuencia de la situación a la que nos ha condenado la historia. Se ha visto a la mujer como la que tiene que mantener la fuerza del trabajo del hombre, como la que tiene que plancharle la camisa, servirle la comida, la mujer como restauradora del trabajo del hombre.

Ellas nos conocen a nosotros mejor que nosotros a ellas. Nosotros para ellas somos transparentes, prácticamente lo saben todo y ellas para nosotros siguen siendo un misterio. La situación es que el hombre debe tenerle miedo a la mujer. Las relaciones más comunes sólo tienen una causa, es un miedo a algo que no se entiende, todavía no acaba de entender a la mujer. La mayoría temen a la mujer.

Semana: ¿Cuál es la relación de la novela con el libro de Platón?

J.S.: Es imposible leer o releer ‘La Caverna’ de Platón sin pensar hasta qué punto tiene que ver con nuestra propia vida hoy. Está clarísimo. Cuando yo digo que la globalización económica es una forma nueva de totalitarismo es así. Quizás no valga la pena llamarlo fascismo porque eso puede llevar a equivocaciones. Yo lo llamo totalitarismo. Pero lo que yo quería decir es que llegar a la caverna es una consecuencia implacablemente lógica.

Semana: Al final de la novela, después de un panorama poco alentador, aparece la esperanza. Pero no queda claro el camino a seguir, ¿cuál es el camino?

J.S.: Yo diría que la última frase tiene una lectura doble. Cuando se dice "compre ya su entrada", puede ser la entrada para ver el espectáculo o para quedarse. No hay dos caminos. Ni una cosa ni otra. Los personajes no se resignan. Pero no sabemos lo que les pueda pasar. Puede ser un fracaso definitivo. Lo que allí aparece como una esperanza es sólo un grupo de gente solidaria que se van a no se sabe dónde. Yo no quiero engañar al lector, pero si han sobrevivido, por lo menos ha logrado algo.

Semana: Usted dijo que después de esta novela con un tema tan terrible se dedicaría a escribir una novela rosa. ¿Es cierto?

J.S.: Yo he pensado que se puede escribir una novela rosa horrible, puede ser rosa pero peor que el ‘Ensayo sobre la ceguera’.