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Familia de John Alexander Parra Patiño busca información sobre cómo murió | Colombia hoy | Foto: Cortesía Julián Barriga

CRÓNICA

Familia de joven arrollado por carro fantasma exige hallar al responsable

John Alexánder Parra Patiño era estudiante de diseño gráfico de la Universidad Los Libertadores de Bogotá. Murió a los 24 años en hechos que todavía son materia de investigación. Sus cercanos piden que se haga justicia.

8 de julio de 2020

A John Alexánder Parra Patiño, de 24 años, un presunto carro fantasma lo arrolló y lo abandonó, dejándolo morir en la variante Madrid-Mosquera, en Cundinamarca. Su familia busca esclarecer los hechos, por lo que hace un llamado a la comunidad que pueda contribuir con información, testimonios o pruebas para caracterizar el vehículo implicado en el siniestro.

“Lo único que queremos es poder descansar en paz, que esto no le vuelva a pasar a ningún otro vecino de acá del sector y, sobre todo, que la persona que fue culpable de estos hechos tenga por lo menos la honorabilidad de aceptar que dejó botado como un animal a un ser humano”, exclamó su hermano Andrés Felipe Parra para SEMANA.

Alrededor de las 5:30 p. m. del pasado jueves 2 de julio, John Parra salió de su casa y lo único que dijo fue que no se demoraba. Ni sus papás ni su hermano notaron algo sospechoso. A él le gustaba tomarse un tiempo para caminar por las zonas rurales aledañas a Sol Creciente, el conjunto residencial donde vivían en el municipio de Mosquera.

No solía salir sin Roxanne, su perrita, pero ese día ella no lo acompañó. Tampoco llevó consigo sus documentos de identificación; estaban dentro de la billetera que dejó secando después del aguacero que lo atrapó el día anterior cuando viajó a Bogotá a visitar a un amigo.

Sus padres, Isbelia y Ricardo, así como su hermano Andrés comenzaron a preocuparse porque, pasadas cinco horas, no había llegado ni se había reportado. Aunque las llamadas y mensajes le entraban a su celular, John no contestaba. Estuvieron así hasta la medianoche. No querían perder la esperanza, por lo que asumieron que se había quedado donde algún amigo, o habría regresado a Bogotá, o simplemente no quería contestar.

A las 9:00 a. m. del viernes 3 de julio no había noticias de él y la preocupación fue mayor. “Aunque él sí salía, siempre nos decía dónde iba a estar, o siempre nos decía dónde se iba a quedar; digamos que él siempre le reportaba a mi mamá esas cosas y nunca se había desaparecido de esa manera, sin reportarse”, comentó su hermano.

Comenzó la búsqueda dentro del conjunto, por los alrededores, por redes sociales. Su hermano Andrés contactó a sus amigos para preguntar si estaban con él, mientras sus papás se fueron a Bogotá a ver si lo encontraban por el camino, pero no había ninguna información. Nadie sabía nada.

A eso de las 8:00 p. m. dieron con una pista determinante. Gracias a que lograron recuperar la cuenta y contraseña del correo de Gmail, el cual abrió en días pasados en el computador que uno de sus primos le prestó, dieron con la ubicación en tiempo real de su celular: se encontraba en la URI del municipio de Madrid.  

Sus papás y hermano llegaron al lugar con la ilusión de que estuviera con la Policía en alguna estación por no llevar su cédula, pero en ese momento no les dieron ningún tipo de información sobre John ni su celular. Decidieron entonces ir a los hospitales de Mosquera y Madrid.

Allí encontraron otra pista. Algunas enfermeras del E.S.E. Hospital Santa Matilde le indicaron a la familia Parra que en la madrugada de ese viernes llegó el cuerpo de un N.N. masculino, de quien no podían dar información ni mostrar el cuerpo sin un permiso de los funcionarios de la URI que hicieron el levantamiento del mismo.

De esta forma fueron juntando más información y atando cabos. Ricardo, el papá de John, volvió a la URI y, finalmente, otro funcionario le confirmó que el celular de su hijo había sido llevado ahí por parte de los agentes de la Policía de Tránsito que atendieron un accidente en la noche del jueves 2 de julio.

Un tatuaje en el antebrazo izquierdo, otro en el derecho y uno debajo de su oreja derecha permitieron identificar que ese era el cuerpo de John.

De acuerdo con las primeras versiones de las autoridades encargadas del caso, el presunto accidente de tránsito que le quitó la vida a John Parra habría sucedido alrededor de las 9:15 p. m. del jueves 2 de julio, teniendo en cuenta el reporte de la Policía de Tránsito.

El cuerpo quedó en la variante entre los municipios de Madrid y Mosquera, cerca de un conjunto residencial llamado Quintas del Marqués y una bomba de gasolina de Texaco. Del otro lado de la vía se encuentra la ciudadela residencial Prodesa y la hacienda Alcalá, donde actualmente hay una sala de ventas de terrenos y urbanizaciones.

El impacto que recibió fue en la cabeza, en la parte de la sien del lateral derecho. Un impacto muy fuerte que llevó el cuerpo a unos 5 metros, al borde del separador de la vía sobre el carril en el que fue el impacto”, contó su hermano Andrés Felipe, quien agregó además que John sufrió un raspón significativo en su cuerpo, especialmente en el brazo izquierdo. Una particularidad del siniestro fue que quedó sin zapatos.

La familia Parra vive el duelo por la pérdida de John con la investigación sobre su muerte. En los últimos días han estado revisando las cámaras de seguridad de las zonas aledañas, así como han elaborado y pegado carteles con la fotografía de John y algunos datos y teléfonos para dar con cualquier tipo de pruebas y testigos.

En medio de esta búsqueda encontraron a un posible testigo, quien asegura haber escuchado a una persona que gritaba y pedía auxilio por esa zona cuando pasó en su bicicleta el mismo día y a la misma hora del presunto accidente.

“El intendente dice que es muy probable que el conductor sí se haya dado cuenta del hecho porque el impacto fue por su lado y probablemente fue con el espejo de esa parte de carro", manifestó su hermano.

Entre tanto, John Alexánder Parra fue velado el sábado 4 de julio en compañía de sus padres, hermano y familiares más cercanos. Su cuerpo fue enterrado en el cementerio Los Olivos de la calle 80 en Bogotá. "Era una persona muy carismática, muy alegre, muy servicial con sus familiares y amigos; era una persona que disfrutaba la vida al máximo, que le gustaba la naturaleza", recuerda su hermano.

"Siempre lo recordaré con su gran sentido del humor, su sonrisa y sus infinitas ganas de molestarme cada vez que nos veíamos (...) Le canto canciones en el silencio de mi casa, para que así sea en el más allá escuche el canto que tanto le gustaba aquí en la tierra. Y que por medio de esas melodías sepa que siempre lo llevaré en mi corazón, que lo quiero mucho y que esperaré el día que nos volvamos a ver", resaltó su prima Diana Carolina Ríos.