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Álvaro Uribe en la plaza de Bolívar en el año 2010. Posesión de su sucesor Juan Manuel Santos. | Foto: León Darío Peláez

POLÍTICA

Uribe en la plaza de Bolívar, una reaparición anunciada

Uno de los enigmas que se despejó cuando Uribe "renunció a su renuncia" al Senado, fue su presencia el 7 de agosto en la posesión presidencial. Ocupará su curul de congresista y desde allí será testigo de la investidura de Iván Duque. La oposición nunca creyó en su dimisión.

1 de agosto de 2018

Eran las 6:00 de la mañana de este miércoles cuando Álvaro Uribe volvió a sorprender al país con uno de sus anuncios. En su cuenta de Twitter informó que le había pedido al presidente del Congreso, su copartidario Ernesto Macías, que retuviera “sin considerar” su carta de renuncia, documento que, hasta entonces, no había visto la luz pública. “Por razones de honor nunca ha estado en mi mente que la Corte Suprema deje de conocer el caso para el cual me citan a indagatoria”.

En ese preciso momento, todos los enigmas que asaltaban a la clase política y a la opinión pública en general, quedaron plenamente resueltos. Uribe, que se había advertido tajante en su decisión de renunciar al Senado, después de haber sido llamado a indagatoria, terminó rectificando su posición. El jefe del Centro Democrático, al que pocos (o tal vez ningún) reversazo se le había contabilizado en su carrera, se echó para atrás en una decisión que para muchos de sus cercanos parecía imposible que reconsiderara.

Sin embargo, y mientras muchos daban por hecho que Uribe se marcharía del Congreso, en el Capitolio varios de sus colegas no creían en la renuncia. No solo dudaban de la existencia de la carta, sino que estaban convencidos en que era una jugada política y que finalmente no renunciaría a su curul en el Senado.

Ese día, cuando se instalaba las comisiones permanentes del Senado, los congresistas uribistas se advertían confiados en que Uribe estaría “presente”  y más ante la inminencia del nuevo gobierno, el que presidirá su ‘pupilo’ Iván Duque. “O adentro, o afuera”, coincidían en el Centro Democrático, pero con cierta expresión de tranquilidad que daba a entender que el expresidente podría dar reversa.

Por los lados de la oposición, SEMANA dialogó con las senadoras Aída Avella (Unión  Patriótica) y Angélica Lozano (Alianza Verde) quienes estaban convencidas de que la renuncia era un “cuento chino”. “A veces es increíble que amenacen con una renuncia pero la renuncia no llegue al Congreso. Por lo menos no está radicada en la secretaría general...”, decía Avella. “Si Uribe no está en el Senado, que yo no creo, eso de la renuncia era puro cuento, era una estrategia jurídica, política, para poner a la corte en público…”, advertía Lozano.   

Jorge Robledo (Polo), por ejemplo, tenía la incertidumbre de que la renuncia de Uribe hubiera sido un globo calculado. “El colmo sería que la renuncia del doctor Uribe hubiera sido un globo, como una especie de truco para generar toda esta conmoción que se ha generado, tomarse los medios de comunicación para decir lo que se le ocurra y golpear a la Corte Suprema de Justicia y buscar que le cambien sus jueces. Falta ver qué es lo que va a terminar sucediendo”.

Y pasó lo que la oposición sospechaba, lo que el presidente electo Iván Duque y el Centro Democrático anhelaban, y lo que la opinión pública no tenía entre sus cuentas. Que Uribe, como esos toros de lidia que parecen fieros apenas salen al ruedo, terminara “reculando” como lo hacen los toros mansos.

El primer enigma que se despejó era el temor que confesaba sentir la senadora Avella: “Que Uribe pueda convertirse en un mandatario en la sombra, si no está en el Congreso”. Uribe será el jefe de la bancada de gobierno, ese director de orquesta que dice qué acorde interpretar, y el hombre encargado de garantizarle la gobernabilidad a Duque en el Capitolio.

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Y el otro que se despejó, era si Uribe estaría en la plaza de Bolívar de Bogotá, el próximo martes (7 de agosto), en la posesión de Duque. Toda una incógnita que nadie podía resolver.

Hasta las 6:00 de la mañana de este miércoles, solo se conocía que Uribe le había entregado la carta de renuncia al senador Macías, quien tuvo que ir personalmente a la casa del exmandatario en Rionegro para recogerla. El presidente del Senado dijo que la tenía en su poder pero que solo le daría trámite después del 3 de agosto, fecha en la que se vencía el mes de incapacidad médica que Uribe tenía vigente, por aquel accidente en una potranca el día de su cumpleaños (4 de julio) y que le significó fisuras en sus costillas. Por ley, ninguna renuncia, ningún despido, puede tramitarse en Colombia  en un periodo de incapacidad laboral.

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Si el jefe del Centro Democrático no hubiera dado reversa, era probable que el 7 de agosto no estuviera presente en la posesión de Iván Duque, aunque tendría un asiento garantizado. Primero, en su condición de expresidente, pues todos los que pasaron por la Casa de Nariño, han sido invitados de primera fila en este tipo de acontecimientos.  Pero también, por su condición de senador.

Como las posesiones presidenciales se desarrollan en una sesión del Congreso en pleno (es decir, Senado y Cámara de representantes), Uribe tenía su lugar reservado como el jefe de la bancada del Centro Democrático. Antes de la posesión se llama a lista y quien no tenga excusa acumulará una falla. Con seis injustificadas (o sin excusa) cualquier parlamentario se expone a un proceso de pérdida de investidura en el Consejo de Estado, por no cumplir con su deber.

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Pero si Uribe, que no asistió a las dos plenarias que sucedieron a su anuncio de renuncia, se aparecía en esa sesión, sin duda atraería la atención general y podría eclipsar el día más importante de la novel carrera política de Duque.

Sin embargo, en este tiempo publicó videos, y apareció en una rueda de prensa en Rionegro en la que atacó a Santos, al magistrado que lo llamó a indagatoria, y en la que eludió aclarar el tema de su renuncia, pues se daba por hecho su reaparición pública. Pero tras anunciar la reversa en su decisión, quedó claro que (una vez culminado su periodo de incapacidad), Uribe estará presente en la plaza de Bolívar.

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De esa forma podrá ser el que a más posesiones presidenciales haya asistido y en diferentes circunstancias. En 2002, cuando fue investido con la banda presidencial para su primer periodo, fue el protagonista de un acto que se llevó en el Salón Elíptico del Capitolio. Ese día llovieron rockets hasta en la Casa de Nariño. Cuatro años después la posesión de su segundo mandato tuvo el mismo escenario.

Uribe estuvo en la plaza de Bolívar el 7 de agosto de 2010 como testigo de la posesión de su sucesor Juan Manuel Santos. Cuatro años después, como ya le había declarado la oposición a quien había sido su ministro de Defensa estrella, dejó su silla vacía y convenció al resto de parlamentarios del Centro Democrático de no asistir a la posesión, pues consideraba que la reelección de Santos se había dado por un fraude.

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Este año ya nadie duda que estará presente para la investidura del segundo presidente de la república que promovió, el más aventajado de sus pupilos del Centro Democrático.

Así terminó uno de los novelones políticos que tuvo en vilo a los colombianos. Una renuncia que nunca se oficializó, una reversa que sorprendió entratándose de Álvaro Uribe Vélez.