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Dentro de las Farc y en el gobierno nacional, Alexander siempre fue reconocido como un hombre comprometido de forma honesta con el proceso de paz. | Foto: Archivo Particular

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Fuego entre excompañeros de las Farc: el asesinato de alias Rodolfo Fierro

Alexander Parra, alias Rodolfo Fierro, fue asesinado en el ETCR de Mesetas en octubre de 2019. La vida fue el precio que tuvo que pagar por su compromiso por cumplir el Acuerdo de Paz.

15 de agosto de 2020

Después de dos días de reuniones con representantes del Ejército Nacional y del PNUD, Alexander Parra se dedicó a hacer el informe en compañía de un funcionario de la Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN). Cenaron pan y café con leche. Luz Marina Giraldo, su compañera, que había terminado de doblar una ropa, veía televisión. Al acabar el trabajo, él entró al cuarto y la envolvió como un gusano usando una manta. Le mordió los cachetes y prometió que volvería para acostarse en cuanto terminara el ‘chico’ de ajedrez que jugaba con unos compañeros. Pasaron unos minutos cuando sonaron los tiros. Ella casi no se puede desenredar de la cobija, tuvo que arrastrarse. Al salir lo encontró tendido. Fueron segundos de descontrol. La noche del 24 de octubre de 2019, él se convirtió en el primer excombatiente de las Farc asesinado dentro de un Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR).

A Parra, conocido en su vida de guerrillero como Rodolfo Fierro y quien fue uno de los hombres de confianza de Manuel Marulanda Vélez, el histórico comandante de las Farc, le dieron seis disparos en medio de los omoplatos. No hubo cruce de palabras, lo acribillaron. Estaba sentado dando la espalda al corredor y quedó tendido boca abajo. Luz y sus hijos lo voltearon al ver que había quedado sin movimiento. Ella intentó hacerle masaje cardíaco, pero con la primera presión en el pecho empezó a botar sangre por la boca. Uno de los disparos le había atravesado el corazón.  No duró ni cinco minutos vivo.

Unas horas más tarde, a través de su cuenta de Twitter, el presidente Iván Duque condenó el asesinato y ordenó al consejero para la estabilización y la consolidación, Emilio Archila, trasladarse a la zona. “He ordenado al Ministerio de Defensa, a la Policía y al Ejército reforzar la seguridad de todos los antiguos ETCR del país. Nuestro Gobierno está comprometido con la consolidación de la política Paz Con Legalidad, y continuaremos acompañando la reincorporación de los excombatientes que genuinamente han transformado sus vidas”, señaló el mandatario.

Lugar donde Alexander Parra solía jugar ajedrez con sus compañeros del ETCR y donde fue asesinado el 24 de octubre de 2019.

El último mes antes del crimen no pudieron pasar mucho tiempo juntos. Luz se dedicó al cierre de su campaña política como aspirante al Concejo de Mesetas. Y Rodolfo estuvo concentrado en su participación como delegado del Meta en la Gira Sur Sur, un espacio de reflexión sobre la reincorporación junto a delegados internacionales. Sin embargo, en medio del ajetreo, el ambiente estaba tenso porque desde el 2018 él recibía amenazas y ella, en días recientes, mensajes intimidantes por su proselitismo. Llevaban meses solicitando un esquema de seguridad propio, más allá del que les prestaban en la Unidad de Protección para ocasiones especiales. “Nos dieron el denominado Enlace de Policías, que era una llamada diaria para hacer un reporte. Muchas veces no se podía cumplir porque en partes no hay señal de celular”, dice Luz.

El 21 de octubre Luz regresó a la ETCR con la idea de descansar y pasar días juntos. Aprovechó para las labores de limpieza y Alexander se dedicó a las reuniones de los proyectos productivos. Dos semanas antes había circulado el rumor de que iban a asesinar a un funcionario de la ANR, por lo que la Policía llegó una noche y recogió a los tres no excombatientes que estaban adentro. Pero, todo siguió normal.

Nueva vida

Después de la entrega de armas en 2017, de Mesetas salieron 60 excombatientes de las Farc a hacer pedagogía de paz con las comunidades de la región. Alexander fue uno de los líderes que desde el principio se comprometió con el cumplimiento de lo acordado en La Habana, su trabajo se concentró en El Castillo, El Dorado, Vista Hermosa y Lejanías. Mientras que Luz recorrió San Juanito y el Calvario.

Alexander Parra en los días de los primeros cercamientos para el proceso de paz, cuando era conocido como Rodolfo Fierro.

El liderazgo de Alexander creció mucho. Se puso al frente del proyecto Ambientes para la paz, vida digna y reconciliación, con el cual tuvo la posibilidad de conocer y recibir en el ETCR a personajes como António Guterres, secretario general de la ONU, y a la primera ministra de Noruega, Erna Solberg. También era delegado del Consejo Nacional de Reincorporación, eso lo hacía muy cercano tanto a las comunidades como a las instituciones. Igual participaba en muchos proyectos más como dotación de escuelas y de reciclaje.

Alexander tenía 24 años y Luz 14 cuando se conocieron en 1990. Se cruzaron porque ella hacía parte del escuadrón móvil de enfermeros de la guerrilla. Fue un encuentro casual, pero con flechazo a primera vista. Por la diferencia de edad sabían que no podía pasar nada, sin embargo, él hacía bromas diciendo que “la flacuchenta” lo acosaba. Tres años después él fue herido en combate y puesto al cuidado del equipo de Luz. En esa ocasión se hicieron novios.

Ella había quedado huérfana a los 5 años. La dejaron bajo el cuidado de una familia amiga de su madre, en una finca cocalera en el Vichada. La maltrataban mucho y un día el esposo de la señora de la casa intentó abusarla, contó lo sucedido, pero nadie le creyó, al contrario, la castigaron muy fuerte. El camino más fácil que encontró para liberarse fue irse a la guerrilla. Tenía 10 años cuando llegó al monte. A los 12 empezó a aprender de curaciones y a inyectar, sin embargo, solo tuvo responsabilidades a los 14. Esos días también aprendió a leer y a escribir usando un ejemplar del Vademécum como cartilla.  

Sus vidas se cruzaban en el ir y venir de la lucha armada, Rodolfo junto a Marulanda y ella durante 16 años como enfermera, bajo el nombre de Yesenia. Se volvieron a encontrar en 1998, en la zona de distensión en el Caguán. Compartieron varios días y se despidieron sin saber que pasaría. En el 2000 fue capturada en el Páramo del Sumapaz, en territorio de Gutiérrez, Cundinamarca. La condenaron a 48 años de prisión. Estuvo en cárceles de Valledupar, Bogotá, Cúcuta, Villavicencio y Jamundí. Pero, como llevaba más de 8 años detenida en el momento de la firma del acuerdo en 2017, salió en libertad.

Alexander Parra y Luz Marina Giraldo se reencontraron en el año 2017, después de muchos años sin verse por las condiciones de la guerra.

El reencuentro definitivo fue en Mesetas, el 27 de junio de ese año, durante el acto oficial de dejación de armas. Allí en el ETCR de Mariana Páez escuchó por primera vez el nombre de pila de Rodolfo Fierro, Alexander Parra Uribe. Luz cree que después de tantos años, la felicidad había llegado de verdad. A pesar de los evidentes cambios físicos y que durante mucho tiempo ninguno supo nada del otro, reactivaron la relación. “Vimos la oportunidad de formar una familia. Él aceptó mis hijos y los quiso como propios. En agosto de 2018 nos comprometimos. Compramos hasta los tiquetes de la luna de miel”, cuenta.

La investigación

El crimen de Alexander Parra es particular porque, a diferencia de otros en los que los ataques provinieron de paramilitares, grupos opositores o Fuerza Pública, en este caso todo indica que tuvieron origen en otros excombatientes también participantes de la firma del Acuerdo de Paz. Es decir, fuego amigo en tiempos de paz. Hasta el momento han sido capturadas siete personas. Entre estas John Jairo Giraldo Velásquez, alias Edier, administrador del ETCR en los días del crimen; Sander Eloy Aores, alias Sandel, de nacionalidad venezolana, el autor material; y José Alfredo Agudelo Muñoz, alias Rambo.

Alejandro Carranza, abogado de la víctima, maneja tres hipótesis sobre el motivo del crimen. La primera tiene que ver con las diferencias que tuvo Parra con José Manuel Sierra Sabogal, alias Zarco Aldinever, el primer líder del ETCR y quien sería el direccionador de Edier desde la disidencia. Otra es que sería por las críticas que hizo al manejo de los recursos de la UNP, como las camionetas blindadas, que estarían siendo usadas para actividades ilícitas en la frontera de Venezuela. Y la última, por su participación en el caso contra los hermanos Mora Urrea, dueños de las tiendas Supercundi, señalados de enriquecimiento ilícito y lavado de activos, a través de alias Romaña, en donde la colaboración de Parra habría sido clave para desentrañar que las acusaciones eran con base en falsos testigos.

Alexander Parra lideró varios proyectos de ecoturismo en la zona de la ETCR del Meta, aquí durante su participación en un foro organizado por Parques Naturales de Colombia.

Lo que sí está claro es que por el asesinato pagaron 30 millones de pesos, enviados desde Venezuela. Además, que alias Rambo fue el encargado de contratar a Sandel y este ingresó al ETCR con la ayuda de Edier, bajo la excusa de realizar una obra de construcción. Además, en un operativo fueron incautadas, en la casa de alias Boyaco, las armas con las que se habría cometido el crimen.

Desde el día siguiente del asesinato Luz se salió del ETCR. Cada día que se entera de la muerte de un nuevo compañero le tiemblan las piernas y se le revuelve el estómago, al pensar que otra familia vive lo mismo que ella. Cree que hay que hacer un análisis más profundo de la situación, porque tiene una connotación de incumplimiento de parte del gobierno. “Muchos de los compañeros asesinados querían tener unas vidas normales, lejos de la historia de la guerra, buscaban reencontrarse con su familia. Le creyeron al acuerdo”, señala.

En honor a Alexander, Luz está creó una fundación para trabajar por otras mujeres a quienes también les han matado a sus parejas y quedaron solas con sus hijos, ‘Las viudas y los huérfanos del acuerdo’, los llama. Ahora estudia Trabajo Social en una universidad, pero a pesar de que por fin le fue asignado un esquema de seguridad no niega que siente miedo. Pero, dice que tiene claro que el camino no es volver a la guerra, porque los muertos duelen igual sin importar de qué lado disparan o qué bando los reclutó.