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Iván Duque y Claudia López: nuevo choque en medio del coronavirus

Cuando parecía que las diferencias entre el presidente y la alcaldesa se habían superado, surgieron de nuevo por cuenta del decreto de la Casa de Nariño que molestó a la mandataria de Bogotá. ¿Qué está pasando?

21 de marzo de 2020

Lo que menos debería ocurrir en la mayor emergencia sanitaria que recuerde el país en su historia reciente se está produciendo. Se trata del pulso, en plena pandemia, entre el presidente Iván Duque y la alcaldesa de Bogotá, Claudia López. En la terminología propia de esta situación, ambos estaban en un verdadero aislamiento político que a nadie le conviene. 

El último episodio ocurrió este martes cuando la mandataria dejó en evidencia su molestia por cuenta del decreto que fijó la cuarentena nacional y que la mandataria califica de "laxo". 

Este mismo martes, la alcaldesa se había referido a los miles de ciudadanos que no han acatado el decreto de cuarentena nacional. En su pronunciamiento cuestionó otro decreto de Duque para conseguir recursos.


Cuando los colombianos más necesitan a sus gobernantes unidos, los líderazgos de la Casa de Nariño y el Palacio de Lievano se vienen enfrentando desde la semana pasada.

La tensión nació cuando el Ministerio del Interior expidió el Decreto 418 para centralizar las decisiones en cabeza del presidente de la República. De inmediato, los observadores interpretaron la norma como una abierta desautorización a la mandataria de la capital del país, que ha ejercido liderazgo a la hora de tomar medidas para contener la propagación del virus.

Ese choque de trenes entre la Casa de Nariño y el Palacio Liévano confundió a los ciudadanos, que no sabían si las medidas de sus alcaldes y gobernadores tenían validez, y mandó un mensaje de desorden institucional en el momento menos oportuno. Hoy los colombianos reclaman la unión de sus gobernantes por encima de cualquier diferencia política. Y más cuando se avecinan semanas duras por cuenta del confinamiento en el que deberá entrar el país, a imagen y semejanza de lo que hicieron demasiado tarde países como Italia o España.

El sábado pasado, una rueda de prensa conjunta entre el presidente y la alcaldesa, en la Casa de Nariño, había enviado un poderoso símbolo de trabajo en equipo. No obstante, nuevamente las diferencias, esta vez por el decreto 444, han salido a flote.

Esa armonía ha estado siempre tambaleando. Apenas conoció el decreto firmado por Duque, por la ministra del Interior, Alicia Arango, y por el ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo García, la alcaldesa de Bogotá mostró su molestia hace una semana. “Este no es el momento de las competencias y las vanidades infantiles, sino de cuidarnos”, expresó. López mantuvo en firme el inédito aislamiento obligatorio de la ciudad durante este puente festivo, la medida más contundente tomada hasta ahora.

Duque, con su decreto y en el momento más difícil de su presidencia, quiso decir literalmente “aquí el que manda soy yo”. En efecto, el documento incluye sanciones para los alcaldes y gobernadores que desatiendan dicha norma y decidan actuar por su cuenta, sin coordinar previamente con el Gobierno nacional.

En eso el presidente tiene razón, pues la Constitución le otorga el poder supremo. Colombia no es un país federal y no conviene que alcaldes y gobernadores decreten medidas como ruedas sueltas en medio de una pandemia que ha puesto en jaque a la humanidad y que tendrá consecuencias devastadoras a todo nivel. En Santander, por ejemplo, hubo contradicciones entre el gobernador y el alcalde de Bucaramanga frente a un toque de queda, y en Boyacá el gobernador quiso cerrar las fronteras terrestres del departamento, en una decisión improvisada y difícil de controlar.

Pero también es cierto que Duque se demoró en dar línea y las autoridades locales y regionales le tomaron ventaja. Todas las decisiones de los alcaldes y gobernadores son entendibles, ya que cada día que pasa aumenta el número de contagiados y, con ello, crece significativamente el miedo entre la población. Luego del decreto, el alcalde de La Ceja (Antioquia) desafió a Duque y dijo que prefería “ir a la cárcel” antes que suspender el toque de queda que había adoptado para esa población.

Hoy Colombia no está para los roces políticos habituales, justo cuando una pandemia amenaza seriamente su precario sistema de atención en salud. Preocupa que haya pocas esperanzas de dejar atrás las diferencias, a la luz de lo que se dicen Duque y Claudia en público todos los días.

A la pulla de la mandataria, Duque respondió con el mismo tono: “Aquí no hay espacio para peleas, vanidades ni disputas; lo que buscamos es que las regiones trabajen de manera coordinada con la autoridad sanitaria (el Ministerio de Salud)”.

"Las grandes crisis ponen a prueba el temple de los líderes. Hoy Colombia los necesita unidos".

Pese a que sus palacios oficiales quedan uno al lado del otro, hasta la semana pasada no habían querido hacer una rueda de prensa conjunta, lo que muestra el aislamiento por el que atraviesan. Para hacer anuncios, desde la Casa de Nariño, el presidente había salido acompañado de sus ministros y recientemente estuvo rodeado de los directores de Fedemunicipios y Fededepartamentos, quienes le expresaron un respaldo unánime de los alcaldes y gobernadores de todo el país.

Claudia, por su parte, había aparecido con su equipo de trabajo y logró convocar de manera virtual a los gobernadores de Cundinamarca, Santander, Boyacá y Meta para coordinar el aislamiento obligatorio de alcance regional.

Esas fotografías hacían ver a los dos líderes políticos más importantes elegidos por voto popular cada uno por su lado. Eso contribuía a una sensación de caos y desamparo inconveniente en la complicada coyuntura.

El pasado sábado por la noche, sin embargo, todo parecía haber cambiado. La alcaldesa apareció en una rueda de prensa conjunta con el presidente Iván Duque y el gobernador de Cundinamarca, Nicolás García. "Todo va a estar bien", le dijo ella a los bogotanos. "Quiero decirles que estamos totalmente listos. Necesitamos tener paciencia y tolerancia. Todo el mundo va a tener techo y comida", agregó. El tono de López estaba sintonizado con el de la Casa de Nariño. En varias ocasiones aseguró que había que seguir lo que había "ordenado" el primer mandatario. 

Duque también hizo una alocución armoniosa. Aseguró que el país va a pasar esta "turbulencia sin hambre". Invitó nuevamente a los colombianos que puedan a adoptar a las familias más necesitadas. "No dejaremos de hacer nada por proteger a los más vulnerables. Que sea esta la posibilidad para que todos desde acá pensemos nuestro comportamiento salva vidas". Y concluyó que quería que esa reunión demostrara que "somos un solo país, fuerte y con ganas".  

En países en los que el coronavirus ya causó una auténtica tragedia, la política ha resultado el peor antídoto. Así pasó en Italia, que tiene el mayor registro de muertos en el mundo, por encima incluso de China. Allá los políticos se dejaron llevar por la polarización y no se pusieron de acuerdo sobre las medidas a tomar. Las peleas diarias de sus líderes terminaron por entorpecer decisiones claves cuya ausencia multiplicó el número de muertos.

En contraste, en España, el segundo país de la Unión Europea más afectado por la pandemia, la pugnacidad política entró en cuarentena. El Partido Popular (PP) hizo un pacto de respaldo con su archirrival, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), hoy en el poder con Pedro Sánchez, para hacerle frente a la pandemia. En Argentina también lograron lo impensable hasta hace poco: una tregua entre el macrismo y el kirchnerismo.

Por lo que se ha visto este martes, en Colombia dicha unión no aparece por parte alguna. Un capítulo aparte merece el papel que viene desempeñando la oposición. El senador Gustavo Petro, desde su tribuna en Twitter, critica constantemente cualquier decisión anunciada por Duque o López, y muchos le han pedido en las redes no aprovechar el momento para fomentar divisiones. Otro líder de la oposición, el senador Jorge Enrique Robledo, ha impulsado cacerolazos. Aunque esas convocatorias no han tenido la fuerza del año pasado, para muchos eso se ha visto como un oportunismo político que en nada ayuda a los colombianos.

En las redes sociales, donde Claudia se mueve como pez en el agua y tiene un amplio respaldo, muchos la han felicitado por su gestión. Y no ha faltado el que le diga que ha hecho más que el propio Duque. Pero los seguidores del presidente también sienten que algunos quieren saltarse el orden institucional, algo que a todas luces resulta inconveniente.

A Duque y a Claudia los motiva la mejor intención de evitar a toda costa que sigan aumentando los diagnósticos de covid-19. Pero los colombianos y los habitantes de Bogotá necesitan que coordinen el ejercicio de su autoridad.