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El exlider de las FARC 'Mono Jojoy´ en las conversaciones de Paz en el Caguán, junto al ex presidente Ándrés Pastrana y al comisionado de Paz, Camilo Gómez.

CONFLICTO

Lecciones tras diez años del Caguán

Un grupo de expertos de diversas convicciones extrae de la experiencia del ‘despeje’ de hace una década diez lecciones para una futura solución negociada del conflicto armado.

Álvaro Sierra, editor general de SEMANA
17 de febrero de 2012

Si en materia de paz en Colombia hay algo en lo que coincide prácticamente todo el mundo, incluidas las FARC, es que la experiencia del Caguán no se puede repetir. Las conversaciones que tuvieron lugar a lo largo de casi 37 meses entre enero de 1999 y febrero del 2002 en un área desmilitarizada de 42.000 kilómetros cuadrados en cuatro municipios de Meta y en San Vicente del Caguán, Caquetá, se convirtieron en uno de los mayores fiascos en la historia nacional y sembraron en la mente de muchos la idea de que una solución negociada al conflicto es indeseable o imposible.

Diez años después de que, el 20 de febrero del 2002, se rompiera finalmente ese proceso, las condiciones han cambiado profundamente y las FARC se encuentran muy debilitadas. Pero la guerra continúa y no hay fin militar a la vista. La discusión sobre la paz –la famosa “llave” que dice tener en su bolsillo el presidente Santos– planea de nuevo sobre el país. Con la tesis del “fin del fin”, cada día más desprestigiada por un conflicto degradado que, una década después, continúa generando incontables víctimas civiles en numerosas regiones de Colombia, la necesidad de una negociación se empieza a abrir paso. Cada vez se acepta más que una victoria militar final no es posible, pero, en medio de la reciente oleada de atentados y comunicados de las FARC y de su resistencia a hacer algún gesto que destrabe el camino hacia el diálogo, las perspectivas de una negociación son aún muy nebulosas.

Un grupo de académicos de varias instituciones de Colombia y Estados Unidos acaba de hacer una importante contribución al debate de cómo podría ser esa negociación futura y por qué sería deseable. El documento “A los diez años del Caguán: algunas lecciones para acercarse a la paz”, resume los debates adelantados entre el Instituto de Paz del Congreso de Estados Unidos, el Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Georgetown, el Programa de Investigación sobre Conflicto Armado y Construcción de Paz de la Universidad de los Andes y el Equipo de Iniciativas de Paz del CINEP. Según ellos, la experiencia del Caguán arroja diez lecciones que deberían tenerse en cuenta en la discusión que hoy Colombia empieza, nuevamente, a dar en torno a la paz. SEMANA las comenta.

Rechazar elementos del modelo del Caguán no significa descartar una opción negociada

Despejar un inmenso territorio, negociar sin cese al fuego, no dotarse de mecanismos claros de verificación y adoptar una agenda que incluía ‘lo divino y lo humano’ son algunos de los errores que, para muchos, llevaron al fiasco del Caguán. Los expertos, que mencionan varios de ellos en su documento, señalan que, pese a la consolidación de la capacidad ofensiva del Estado y el debilitamiento de las FARC, el hecho mismo de que la guerra continúe y la victoria militar siga siendo esquiva indica que hace falta una solución política. En otras palabras, el desencanto con el Caguán no debe llevar a rechazar toda opción negociada.

Hay que aprender de los fracasos

En Colombia no se han construido estrategias de negociación a partir de las lecciones que
dejan los procesos de los últimos 30 años. Por ejemplo, no pocos de los vacíos de verificación de los Acuerdos de la Uribe, suscritos con las FARC| por Belisario Betancur en 1984, se repitieron al desmilitarizar el Caguán en 1999. Colombia tiene una ingente experiencia de negociación pero poca memoria a la hora de emprender nuevos procesos.

No negociar en medio de las hostilidades

El padre Mauricio García, director del CINEP, ha producido varias gráficas que muestran, entre otros, el escalamiento sin precedentes que tuvieron las acciones bélicas de parte de todos los actores del conflicto entre 1999 y 2002, los años de la negociación. Esta es, quizá, la principal lección del Caguán: para el éxito de cualquier negociación es indispensable “que las partes asuman un horizonte de tregua”, según señalan los expertos. Hablar y disparar raramente funciona.

La paz no es sólo negociar con la insurgencia

Una política integral de paz para Colombia supone dos cosas. Por una parte, una estrategia de seguridad y paz que responda a todos los factores de violencia, no sólo a la guerrilla, sino a otros grupos armados y a problemas como el narcotráfico. Por otra parte, se necesita una estrategia de paz para toda la sociedad y para las regiones, no sólo para los actores armados. “Hay temas estructurales que tendrán un impacto en la eventual consolidación de la paz en el país y que se deben concertar no solamente con la insurgencia sino con los distintos sectores de la sociedad civil involucrados en los mismos, particularmente en las regiones, e incluyen temas como la propiedad y uso de la tierra, el medio ambiente, la inclusión social y la participación política.”, dice el documento.

Gobierno y guerrilla deben reconocer lo que es posible hoy

Tanto 'Timochenko' como el expresidente Pastrana han dicho que se puede retomar la agenda (no la metodología) del Caguán. Sin embargo, la inversión de la correlación militar de fuerzas entre 2002 y 2012 a favor del Estado sugiere, según los expertos, que la agenda de una negociación futura tendría que ser más restringida que la del Caguán, pero, a la vez, tampoco se podría limitar a desarmar y desmovilizar a la guerrilla. “El reto será encontrar con realismo cuál es el tamaño de la paz que es posible hoy para parar el conflicto”. Y esto va a depender del momento político, del estado de ánimo entre el público y de la correlación de fuerzas en el campo de batalla. Los académicos sugieren incluir en la agenda temas ya reconocidos como prioritarios por el actual Gobierno: la crisis humanitaria que afecta a varias regiones, la tierra y su propiedad y el desarrollo rural, la participación política y social, temas de verdad y justicia y lo relacionado con un eventual cese al fuego y las fórmulas de desarme, desmovilización y reintegración de los excombatientes.

La sociedad civil debe ser protagonista

La sociedad civil, que protagonizó la inmensa movilización que culminó en el Mandato por la Paz de 1997, dejó la negociación del Caguán en manos del Gobierno, que no la aprovechó para apalancar el proceso. El documento llama a que la sociedad y sus organizaciones mantengan un papel mucho más activo y crítico en un diálogo futuro, y señala la inmensa responsabilidad que tienen los medios de informar de manera equilibrada sobre el proceso.

Es imprescindible el aporte de las mujeres

Ni en el Caguán ni en muchos otros procesos de paz se ha asumido la importancia de la participación de la mujer en las negociaciones, algo que Naciones Unidas viene reconociendo de manera creciente y que debería aplicarse en el futuro.

La comunidad internacional

Una de las fallas percibidas en el Caguán fue la cantidad de intermediarios y “amigos” internacionales del proceso, lo cual ha llevado a cierta prevención con la intervención foránea en la solución del conflicto. Sin embargo, así sea sólo por dimensiones como el narcotráfico y la cantidad de refugiados que genera, este no es un asunto local. Reconocer la necesidad de involucrar a terceros, internacionales, es tan importante como que estos acepten que su participación no debe ir más allá de lo que las partes colombianas deseen.

Hay que abonar el terreno en la opinión

Luego de una década de un discurso triunfalista, de victoria militar, y de negación de la existencia del conflicto armado, una nueva negociación sería difícilmente concebible sin preparar previamente el terreno. Desde el fracaso del Caguán, una gran parte de los colombianos no ve con buenos ojos dialogar con la guerrilla, y esto es parte de la realidad política con la que hay que contar hoy. Para los expertos es clave que “el presidente, los formadores de opinión pública, los académicos, los investigadores, los empresarios, y los dirigentes de la sociedad civil comienzan de hablar y debatir sobre las posibilidades y los límites del diálogo y la posibilidad de la salida política y negociada al conflicto”.

El pasado es prólogo

Hay que hacer un verdadero balance, desapasionado, de lo que fue el Caguán, para construir a partir de lecciones aprendidas. “Sólo cuando el país asuma y elabore la experiencia —dura pero aleccionadora— del Caguán, estará dando lo que puede ser un primer paso para la reconciliación del país”.

Vea aquí el documento 'A los diez años del Caguán: algunas lecciones para acercarse a la paz'.