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Johan Guerrero, Iván Darío Gutiérrez, Harold Carrillo y Luis Eduardo Ramírez son algunos de los colombianos condenados a muerte o cadena perpetua por tráfico de drogas en China. Ellos piden que el gobierno les ayude a volver para cumplir sus penas en cárceles del país.

JUSTICIA

Los colombianos encarcelados en China

Los colombianos encarcelados en China por narcotráfico, que pueden ser condenados a muerte o a cadena perpetua, se convirtieron en una ‘papa caliente’ para el gobierno.

1 de noviembre de 2014

Colombiano preso en Wuhan, China pide desesperado ejecución

Desde hace varias semanas están circulando en las redes sociales y en los medios de comunicaciones numerosas cartas de colombianos presos en cárceles chinas con una denuncia concreta: “El gobierno no nos quiere repatriar”.

Hacen el señalamiento basados en que desde noviembre de 2013 las autoridades de Hong Kong autorizaron, al parecer, el traslado de al menos 25 connacionales presos por delitos relacionados con narcotráfico, pero no ha sido posible porque “Colombia no ha demostrado interés en adelantar un Tratado de Repatriación con China”, dicen algunos presos, cuyas cartas han sido reenviadas por familiares y grupos de activistas en Colombia. “Por favor, señor presidente, senadores, ministros o quien tenga que ver con este tema: les pedimos que se apiaden de nosotros y nos ayuden a regresar a nuestro país a terminar de pagar nuestra culpa y volver a ver a nuestros seres queridos”, dice José Leonardo Álvarez, en carta enviada a SEMANA desde la prisión Stanley en Hong Kong.

Según cifras del gobierno nacional, en las prisiones extranjeras hay unos 14.200 colombianos, de los cuales 123 están en China (Beijing, Shanghái, Guangzhou, Macao y Hong Kong). De estos, 111 están condenados o en juicio por narcotráfico. Lo que diferencia a estos connacionales de otros detenidos en numerosos países, es que en China el tráfico es un delito mayor en el que las personas pueden recibir desde 18 años hasta cadena perpetua o la pena de muerte. De hecho en este momento hay 14 colombianos condenados a la pena capital, (a 12 de los cuales se les suspendió la ejecución por dos años), nueve a cadena perpetua y los demás con penas de entre diez y 20 años.

A esto se suma, según los relatos de los presos, que las condiciones son peores que las que se viven en las cárceles colombianas. Al lío del idioma, se agrega que solo pueden recibir llamadas una vez al mes durante cinco minutos, siempre y cuando estén condenados, porque durante la etapa del juicio, que dura dos años, no tienen contacto con el mundo exterior. “En este lugar –dice un reo en su carta– la discriminación, el trato de los oficiales, la comida y el servicio de salud son supremamente malos” y el régimen de confinamiento es tan severo, que muchos sufren de problemas mentales. Otro dice: “Fuimos trasladados a un lugar horrible llamado ‘Detention House’, con una capucha negra en la cabeza… y tuvimos que permanecer encerrados como ratas, durmiendo y comiendo en el suelo, 12 personas por cuarto… 24 horas al día, con derecho solo a tres duchas por mes”. Por eso algunos, parodiando la frase célebre de los extraditables, prefieren una tumba en Colombia que una prisión en China.

La situación ha llegado a un punto tan álgido en redes y en varias ciudades, especialmente del Eje Cafetero, que la senadora Teresita García alista un debate en el Congreso en ese sentido. ¿Qué está pasando con los colombianos presos en China y otros países?

Para huir del infierno chino, los condenados han visto en la repatriación una salida. Pero según los presos y sus familias, el gobierno colombiano ha negado algunas peticiones. “Lamento tener que informarle que las autoridades colombianas han declinado su solicitud”, dice una carta de mayo de 2013, firmada por Lee Ying-wai, funcionario de la oficina del buró de seguridad de Hong Kong, en respuesta a una solicitud de repatriación del colombiano José Villamil, condenado a 20 años de prisión por tráfico de cocaína.

Al respecto, la Cancillería le dijo a SEMANA que esa y otras solicitudes, tramitadas a través de la Región Administrativa Especial de Hong Kong fueron trasladadas al Ministerio de Justicia, para que la Comisión Intersectorial para el Estudio de las Solicitudes de Repatriación las estudiara. Sin embargo, ninguna ha sido resuelta porque no tienen la documentación completa o requerida, o porque no cumplen con las condiciones establecidas.

Para que estas solicitudes fluyan s, los presos y sus familias le han pedido a Colombia que firme un acuerdo con China, algo que parece no ser tan fácil. En la actualidad Colombia solo tiene tratados de repatriación con Ecuador, España, Venezuela, Panamá y Costa Rica, que han permitido el regreso de 1.178 presos.

No obstante, desde 2011 el gobierno trabaja, así no haya acuerdos con otros países, para evitar que los colombianos sean condenados a muerte, tal y como se ha evitado con China, o para que sean repatriados en casos humanitarios: malas condiciones de salud, que tenga más de 65 años o se encuentre en estado de invalidez.

Una funcionaria de la embajada China en Colombia consultada por SEMANA dijo una frase inquietante: “esos acuerdos requieren de la intención de dos países”, pero se negó a explicar, por no estar autorizada para hablar ante los medios, si la falta de voluntad es de China o de Colombia.

La Cancillería dijo a esta revista que desde el primer trimestre de 2014 Colombia le comunicó a China su interés de adelantar negociaciones para firmar un acuerdo de repatriación de presos. Y hace un par de semanas, el gobierno chino manifestó su disposición de entablar un diálogo sobre este asunto, que ahora debe ser abordado por el Ministerio de Justicia colombiano.

De esas intenciones, que al parecer no avanzan, surge la desesperación de las familias de los presos colombianos, quienes creen que las dejaron abandonadas en su lucha, tal y como lo advierte Diana Pérez,  vocera del colectivo Familias Unidas, cuyo padre está condenado a la pena capital. Es el mismo clamor de un centenar de familias que suplican públicamente para que sus padres, hijos y hermanos culminen las penas en cárceles colombianas.