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El primer signo de que la paz también había llegado a la Corte fue la designación en marzo pasado de Margarita Cabello Blanco como presidenta de la Corte Suprema. | Foto: Daniel Reina

DECISIÓN

Margarita Cabello, la magistrada que lideró el proceso de elección del nuevo fiscal

La presidenta de la Corte Suprema estuvo al frente del complejo proceso de la elección. Lo más curioso es que ella integró una terna por más de un año y supo cómo era estar del otro lado.

12 de julio de 2016

Desde el comienzo del año todos los ojos estaban puestos en la Corte Suprema. Se sabía que el período de Eduardo Montealegre terminaba en marzo, pero pocos le apostaban a tener un reemplazo rápido. Ese alto tribunal vivía en ese momento peleas intestinas sin antecedentes que ni siquiera le habían permitido elegir a su presidente. Además, había siete vacantes que convertían imposible el quórum de los 16 votos que se requerían para elegir el nuevo líder del ente acusador. ¿Qué pasó entonces?

Para sorpresa de una opinión pública escéptica, todo eso cambió. El primer signo de que la paz también había llegado a la Corte fue la designación en marzo pasado de Margarita Cabello Blanco como presidenta de la Corte Suprema. El cargo, por los órdenes internos de sucesión que hay en ese organismo, no le correspondía ella, sino al vicepresidente, Fernando Giraldo. Pero era tal la división que existía, que el mismo Giraldo decidió apartarse de esa aspiración para recuperar el buen ambiente.

En esa misma sala, también se eligieron las siete vacantes que faltaban. Como nadie veía venir que ese proceso fuera tan rápido, la noticia de que se había “destrabado” la Corte Suprema fue recibida con mucha expectativa.

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Así, la magistrada Cabello quedó con la responsabilidad de dirigir el proceso para la designación del nuevo fiscal, que finalmente ocurrió en la tarde del lunes. El hecho de que la suerte le entregara semejante responsabilidad entrañaba una gran paradoja pues, quizás, ella puede ser una de las mujeres que más cerca han estado de llegar a ese cargo.

Hace unos años, la guerra entre la Corte Suprema y la Casa de Nariño era sin cuartel. Cuando el período de Mario Iguarán terminó, el presidente Álvaro Uribe envió una terna en la que incluía el nombre de Margarita Cabello. Durante más de un año y medio hubo un tire y afloje entre ambas ramas del poder que se tradujo en una prolongada interinidad de la Fiscalía. Margarita Cabello siempre fue la favorita. En ese momento se decía que en varias rondas había sacado 14 votos, los mismos con los cuales fue elegida después Viviane Morales. Como los magistrados cambiaron las reglas para poder elegir a esta última, un año después el Consejo de Estado declaró nula su elección.

Para poder llegar a ese humo blanco, Juan Manuel Santos, una vez llegó al poder, tuvo que cambiar la terna en la que estaba Cabello. Esta es una de las principales razones del distanciamiento inicial entre el presidente y su antecesor, Álvaro Uribe.

Margarita Cabello es la segunda mujer en presidir la Corte Suprema de Justicia, un organismo tradicional y centenario en el que pocas mujeres han tenido entrada. Hoy hay tres de 23 miembros. Su nombramiento produjo cierta esperanza pues a la primera que ocupó ese alto cargo, Ruth Marina Díaz, no le fue bien. Su gestión terminó fuertemente criticada pues en tiempo laboral se fue a un crucero con magistrados que aspiraban a un escaño en la Corte Suprema.

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Cabello llegó a esa dignidad después de una larga carrera en la Rama Judicial. Creció en Barranquilla y apenas se graduó del colegio decidió trasladarse a Bogotá a estudiar derecho. Su papá, que era abogado y magistrado de tribunal y un hombre moderno para su tiempo, decidió apoyarla con orgullo. Así llegó a hacer sus primeros años la Universidad del Rosario.

Por razones personales, Cabello no pudo terminar la carrera en ese claustro. Cuando estaba en cuarto año, se devolvió a Barranquilla y se graduó en la Corporación Universitaria de la Costa. Su primer trabajo fue de estudiante como escribiente de un juzgado civil municipal. Apenas se graduó la nombraron juez penal del municipio de Sabanalarga en Atlántico. Desde ahí escaló todas las posiciones. Fue una de las primeras abogadas que hicieron el concurso público para ser magistradas, cargo al cual llegó a los 32 años. En el 2013 fue nombrada en la Corte Suprema.

La tarde del lunes, la magistrada fue la encargada de anunciar que en esa alta corte que ella preside había humo blanco. Como se anticipaba, el ungido terminó siendo Néstor Humberto Martínez. Ya sin los reflectores del país encima, muy seguramente la Corte Suprema volverá a la normalidad.