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Escobar: La maldición de un apellido

La viuda y el hijo del jefe del cartel de Medellín, Pablo Escobar, están en la mira de las autoridades por cuenta de una trama mafiosa que también salpica al exfutbolista Chicho Serna.

21 de octubre de 2017

Café de los Angelitos. Con este inofensivo nombre la justicia argentina bautizó el caso de una gran operación de lavado de dinero del narcotráfico, en la cual quedaron presuntamente involucrados nada más y nada menos que la viuda y el hijo del jefe del cartel de Medellín, Pablo Escobar. Como en una novela de mafiosos, la trama incluso salpicó a personajes insólitos como una de las más reconocidas estrellas del fútbol y la selección Colombia, Mauricio ‘Chicho’ Serna.

El tema estalló hace un mes en Argentina y desde entonces ha ocupado la atención de los principales medios de ese país. El 29 de septiembre las autoridades australes, junto con la DEA, allanaron uno de los restaurantes más emblemáticos de la capital gaucha, con más de cien años de historia, llamado Café de los Angelitos. En ese lugar, y en lujosos apartamentos en el exclusivo sector de Puerto Madero, detuvieron a seis personas y decomisaron más de medio millón de dólares, euros y lingotes de oro.

Desde hace más de un año las autoridades antinarcóticos venían investigando a varios narcos y lavadores colombianos, algunos de los cuales habían adquirido con testaferros argentinos el reputado café, que usaban para hacer sus reuniones de negocios. Desde allí planeaban multimillonarias inversiones en proyectos inmobiliarios en Buenos Aires para blanquear millones de dólares producto del narcotráfico.

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El hombre clave y la columna vertebral de esta historia se llama José Bayron Piedrahita Ceballos. Según las autoridades se trata de un viejo capo del cartel de Medellín que durante décadas logró mantener un bajo perfil, sobrevivir las vendettas y continuar en la mafia tras la fachada de próspero ganadero e inversionista inmobiliario.

Desde 2002 Piedrahita viajó muchas veces a Argentina, y solo en 2010 estuvo en más de diez oportunidades en ese país. Las agencias antinarcóticos documentaron que en varias oportunidades este hombre se reunió con capos colombianos escondidos allí, como alias Rogelio, antiguo jefe de la temida oficina de Envigado, quien posteriormente se entregó a la justicia norteamericana. Aunque la DEA siempre tuvo a Piedrahita en la mira, solo desde el año pasado las autoridades estadounidenses empezaron a aumentar la presión sobre él al incluirlo, junto con varias de sus empresas, en la llamada lista Clinton.

Mientras las autoridades argentinas investigaban la red de narcos del Café de los Angelitos, la justicia norteamericana les pidió a sus colegas colombianos tener en la mira a Piedrahita, por una razón bastante escandalosa. Al investigar al capo, los gringos descubrieron que los casos contra este viejo narco no prosperaban en ese país porque había sobornado a Christopher Ciccione, el agente especial encargado de perseguirlo. Con dinero en efectivo y fiestas con prepagos en Medellín consiguió que este borrara y dilatara las pesquisas que en su contra adelantaban las agencias antidrogas gringas.

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El fantasma de El Patrón

El mismo día que las autoridades argentinas allanaron el Café de los Angelitos y detuvieron a seis personas, las colombianas arrestaron en una finca en Antioquia a Piedrahíta, solicitado en extradición por Estados Unidos. Entre los miles de documentos que encontró la justicia gaucha han llamado la atención algunos que hoy tienen dando explicaciones a la familia de Escobar y a Serna.

Uno de esos papeles apareció en poder del detenido Mateo Corvo Dolcet, abogado argentino y socio de Piedrahita en negocios inmobiliarios y gastronómicos. En el documento, revelado la semana pasada por el diario Clarín, Corvo afirma que Maria Victoria Henao de Escobar y su hijo Juan Pablo le presentaron en 2011 a Piedrahita con el fin de realizar sociedades y negocios inmobiliarios. Por esa gestión la viuda y el hijo del capo del cartel de Medellín recibieron cerca de 400.000 dólares. El documento aparece firmado por María Isabel Santos y Sebastián Marroquín, las identidades que usan desde 1994, cuando se radicaron en Argentina.

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El dinero correspondería a un porcentaje de los 15 millones de dólares que Piedrahita invirtió en lujosos mega proyectos inmobiliarios en Buenos Aires. Las autoridades vincularon formalmente a la familia de Escobar a la investigación para determinar su responsabilidad en la operación delictiva. Ellos alegan para defenderse que su papel se limitó a presentar a dos individuos cuando ninguno de los dos tenía antecedentes penales.

No menos compleja es la situación de Serna, exastro de Boca Junior y la Selección Colombia. El jueves Clarín reveló un documento oficial que forma parte de la colaboración del abogado Corvo, que ya aceptó ser socio de Piedrahita y haberse prestado para la gigantesca operación de lavado. En el papel Corvo relata uno de los supuestos negocios entre el capo y el jugador. “Se trata de una camioneta Land Cruiser último modelo, un Volkswagen Bora, una casa amoblada en el country San Diego (valuada en poco más de un millón de dólares), un departamento amoblado sobre la avenida Del Libertador (en la zona de Olivos) y dos terrenos en un barrio privado en General Rodríguez”, reveló Clarín. Según las investigaciones Serna le habría recibido a Piedrahita esos bienes, entre otros, en una especie de canje por otras propiedades que el futbolista tendría en Colombia.

Después de la declaración de Corvo las autoridades argentinas solicitaron a las colombianas rastrear los bienes de Serna con el fin de determinar si los adquirió mediante una transacción legal o si resultaron de la operación de lavado con Piedrahita. En caso afirmativo, obviamente se abriría una investigación formal contra el exjugador de la Selección.

El caso apenas comienza y aún falta mucho por descubrir de esta red mafiosa enquistada en Argentina. Por ahora lo único cierto es que este episodio pone en peligro los esfuerzos de la viuda y el hijo de Pablo Escobar de pasar la página y dejar atrás el fantasma del capo del cartel de Medellín.

No menos complicado parece el caso de Serna. Cuando en Colombia se pensaba que los vínculos de fútbol y los narcos eran un tema superado las declaraciones contra el jugador reviven esos fantasmas. Por ahora solo queda esperar el avance de las pesquisas para conocer la verdadera dimensión de esta novela, a la que aún le faltan muchos capítulos.