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Presidente Iván Duque. | Foto: Presidencia de la República

POLÍTICA

Pacto nacional: Duque iría bien con Vargas, pero mal con Gaviria

En el liberalismo y el Partido de la U sienten que el llamado del presidente se centró en revivir los temas que ya habían sido hundidos en las objeciones presidenciales. Así las cosas, el acuerdo nacional parece no tener mucho futuro.

22 de mayo de 2019

En momentos de crisis o de incertidumbre, buscar un pacto nacional suele ser la propuesta obvia. Se trata de sentar a quienes piensan distinto para, como decía Álvaro Gómez, lograr un acuerdo sobre lo fundamental. Sin embargo, esa frase -tan citada por los políticos en Colombia- suele ser también una utopia. Un ejemplo es lo que está sucediendo en este momento con la propuesta de Iván Duque. El presidente convocó a la mayoria de partidos para sentarse a conversar y encontrar puntos medios frente a la situación que produjo el fallo de la JEP en relación con el caso Santrich.

Luego del operativo de la recaptura, Duque programó reuniones todo el lunes con los partidos de gobierno y los independientes. Impulsado por la indignación que generó en buena parte del país ver a Santrich ad portas de la libertad, el primer mandatario quiso hacer énfasis en la necesidad de modificar los acuerdos de paz. 

Sin embargo, los primeros esfuerzos de Duque para encontrar un consenso parecen no haber dado los frutos esperados. La primera reunión que sostuvo fue con los presidentes de los partidos Centro Democrático, Colombia Justa Libres, Mira y ASI. En este encuentro, como era previsible, no hubo lugar a discordias pues los asistentes compartían el enfoque que el gobierno ha querido darle al rumbo de los acuerdos de paz. En las siguientes reuniones empezaron los desencuentros y los problemas.

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Estaban agendadas reuniones con César Gaviria, Germán Vargas Lleras, Aurelio Iragorri y Omar Yepes. Según fuentes consultadas por SEMANA, Gaviria e Iragorri, líderes del Partido Liberal y de La U, respectivamente, se dieron cuenta muy rápidamente de que la convocatoria del presidente no terminaría en un acuerdo. Dos razones fundamentales alejaban la posibilidad de que dos de los jefes políticos más notorios del país llegaran a un consenso con el primer mandatario. Tanto Iragorri como Gaviria le expresaron su inconformidad con que los partidos de oposición no hubieran sido convocados para ser parte del pacto nacional. A ojos de esos dos partidos, el solo hecho de no haber tenido en cuenta a las bancadas alternativas ya hacía inviable el intento de tener una voz común. 

Además, al llegar a la reunión Gaviria e Iragorri se percataron de que el grueso de lo que estaba proponiendo el gobierno era revivir el contenido las objeciones que fueron hundidas en Cámara y Senado. Así las cosas, tanto los liberales como La U le manifestaron al presidente que honrarian lo pactado en los acuerdos de paz. 

Ese inamovible por lado y lado hizo que las puertas con dos de los partidos más importantes en el Congreso se cerraran. Varios congresistas liberales y de La U anotaron que no entendían cómo el presidente estaba tratando de solucionar una crisis de gobernabilidad que fue generada por las objeciones, reviviendo las mismas objeciones. Luego de haber jugado un papel determinante para lograr que estas se hundieran, no se ve posible que estos dos partidos den un salto mortal ideológico para irse a una orilla totalmente opuesta.

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Así las cosas, contando ya con el apoyo irrestricto de los conservadores, Duque tenía la misión de convencer a Germán Vargas de apoyarlo en este nuevo intento de modificación de los acuerdos de paz. Aunque a su salida el exvicepresidente se mantuvo hermético y solamente manifestó que tuvo ¨una reunión constructiva¨, se ha sabido que la cosa con Vargas Lleras salió mejor que con Gaviria y con Iragorri.

Con el panorama actual, sin saber aun el desenlace, no es difícil anticipar que el pacto nacional que ha planteado el presidente no se materializará. Por más de que el ejecutivo lograra convencer a la totalidad de los parlamentarios de Cambio Radical, más los votos que se dan por seguros de los partidos de gobierno, las mayorías tampoco estarían para poder cambiar los acuerdos del Teatro Colón. Sin los liberales, La U, ni ningún partido de oposición, no será fácil llegar al propósito que se ha planteado el presidente de reabrir el debate el rededor de la arquitectura institucional que dejó la paz.