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La educación es uno de los indicadores que mide el Índice de Desarrollo Humano. | Foto: Getty Images

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¿Qué significa que Colombia haya pasado del puesto 95 al 79 en el Índice de Desarrollo Humano?

El país ha mejorado paulatinamente. En los últimos 15 años su avance ha sido considerable y por eso es un caso de éxito, según lo dicho por el PNUD. La tarea, sin embargo, no ha terminado.

9 de diciembre de 2019

El nuevo informe del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que revela el Índice de Desarrollo Humano, trae buenas noticias para Colombia. El país ha mejorado notablemente desde 2017, fecha de la última publicación, pues pasó del puesto 95 al 79. Sin embargo, los retos continúan.

“Colombia muestra que progresa, muestra que es capaz, en 30 años, de aumentar el promedio de vida, la cobertura de servicios sociales y el ingreso per cápita (...) muestra que lo ha hecho con una responsabilidad fiscal envidiable, porque el promedio de recesiones en América Latina en los últimos años es cuatro, y Colombia solamente ha tenido una”, aseguró el presidente Iván Duque.

Este índice mide el resultado promedio en tres dimensiones básicas del desarrollo humano: una vida larga y saludable, el conocimiento y un nivel de vida decente. "Hace unos 40 años, el profesor Amartya Sen, padre del desarrollo humano, formuló una pregunta engañosamente simple: ¿igualdad de qué? La respondió con idéntica sencillez: de las cosas que nos importan para construir el futuro al que aspiramos", contó Achim Steiner, administrador del PNUD, en el prólogo del informe.

Colombia fue el país elegido para la presentación de este informe, que mide 187 países, porque tiene muchos contrastes. Por un lado tiene una economía sólida, con alta transición democrática, y al tiempo vive manifestaciones que justamente reclaman por la profunda desigualdad que existe. “Colombia es un caso de éxito en términos de desarrollo humano, si vemos su avance en los últimos 15 años”, dijo Luis Felipe López-Calva, director para América Latina del PNUD.

Actualemente, Colombia está en la categoría de desarrollo humano alto con un 0,761, siendo 1 el máximo valor posible. Es el mejor resultado en 28 años y, desde que se creó la medición, el país ha mejorado paulatinamente. En 1990 Colombia obtuvo un 0,600, así que en estos años tuvo un aumento de 26,9 por ciento. Entre 2013 y 2018 el IDH de Colombia aumentó en 15 puntos porcentuales, pasando de 0,746 a 0,761.

“La expectativa de vida se incrementó 7,4 años y los años de escolaridad aumentaron 2,9. Por su parte, el promedio de escolaridad en estos 28 años aumentó 5,5 años y el ingreso per cápita aumentó 74,5%, pasando de 7.392 a 12.896 PPP$”, explicó la Presidencia.

Esto quiere decir que, según el informe, actualmente la expectativa de vida al nacer es de 77.1 años; la expectativa de años de escolaridad es de 14.6 y el promedio de escolaridad es de 8.3 años. Para tener un comparativo, Noruega, que se encuentra en el primer puesto, tiene una expectativa de vida de 82.3 años y un promedio de escolaridad de 12.6 años.

Sin embargo, el senador Gustavo Petro aseguró que no hay “ningún éxito” para Colombia por cuenta de los resultados del Índice de Desarrollo Humano. “Duque miente. Bajamos un puesto en el ranking mundial, y si se ajusta por desigualdad social, bajamos 23 puestos más”, dijo.

En comparación con sus vecinos, Colombia va bien aunque no logró los mejores puntajes de la región. Por encima están Chile en el puesto 42, Argentina en el 48, Panamá en el 67 y México en el 76. Con Brasil hay un empate, en el puesto 79. Y por debajo están Ecuador, en el puesto 85; Venezuela, en el 96; y Bolivia, en el 114. En la cima de la pirámide con los mejores puestos están cuatro países europeos y uno asiático. Noruega ocupa el primer puesto, les siguen Suiza, Irlanda, Alemania y Hong Kong, China (RAE).

La desigualdad es la palabra clave en medio de la ola de protestas que se han dado en los últimos meses, especialmente en América Latina y que llegaron a Colombia. Es la nuez del asunto en Chile, por ejemplo. El informe tiene en cuenta las manifestaciones, porque son un síntoma de que algo está fallando en esta sociedad globalizada.

“La ciudadanía está tomando las calles por diferentes motivos: el coste de un billete de tren, el precio del petróleo, reclamaciones políticas de independencia… Existe, sin embargo, un hilo conductor: la profunda y creciente frustración que generan las desigualdades”, explica Steiner.

El informe plantea un debate sobre la definición de desigualdad. Por eso, se denomina ‘Más allá del ingreso, más allá de los promedios, más allá del presente: Desigualdades del desarrollo humano en el siglo XXI‘. Justamente, para que no se limite a los ingresos económicos que tiene una persona, un indicador que se queda corto, porque el centro de la discusión deben ser las personas.

“Para comprender las disparidades en términos de ingreso es preciso examinar otras formas de desigualdad. Las desventajas en las esferas de la salud y la educación (propia y de los progenitores) interactúan entre sí y a menudo se agravan a lo largo de la vida. Las diferencias surgen ya antes de nacer, con la “lotería” que determina el lugar de nacimiento de un niño”, se explica en el informe.

Pedro Conceicao, director del Informe de Desarrollo Humano, explicó que hay grandes avances en las necesidades básicas, por ejemplo en la mortalidad infantil, en las tasas de asistencia escolar y esperanza de vida en el momento de nacimiento. Pero hay un nuevo conjunto de desigualdades, como las grandes brechas para lograr los objetivos en la vida. “Lo que tiene mucho que ver con lo que las personas sienten que necesitan, la dignidad humana”, afirmó Conceicao.

El informe hace especial énfasis en los efectos del cambio climático, porque considera que la desigualdad y la crisis climática son problemas interrelacionados, así como en las brechas tecnológicas. “La crisis climática está afectando ya de manera más acusada a los más pobres, al tiempo que los avances tecnológicos, como el aprendizaje automático y la inteligencia artificial, pueden dejar atrás a grupos enteros de personas (e incluso a países)”, advierten.

Al respecto, el Gobierno Duque resaltó la Ley de Modernización de las TIC, que busca el cierre de la brecha digital. “Gracias a esa norma se logrará que más hogares colombianos tengan acceso a internet, lo que servirá para reducir las brechas tecnológicas; así como que tengan mejores recursos para la educación, la salud, la justicia, su relación con el Estado y el emprendimiento”, aseguró el Gobierno.

Así mismo, el presidente Duque reconoció que en Colombia reducir las desigualdades es urgente. Puso algunos ejemplos: hay 220 municipios donde la calidad del agua no tiene las suficientes condiciones para prevenir el ataque de las enfermedades transmisibles; y las brechas educativas son considerables, en las ciudades el promedio de educación son 9.6 años, mientras en el campo 5.3 años.